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La tediosa alarma sonó, pero despertó únicamente al mayor de allí.
Se destapó viendo el estado de sus mejores amigos y es que, el albino estaba durmiendo plácidamente arrinconado contra la pared de la habitación ya que el rubio ocupó toda la cama con brazos y piernas estiradas.

—–Oigan muchachos...—– dijo en alto mientras movía al bajito para despertarlo.

Este se quejó y frunció su ceño.

—–Aún hay que dormir un poco más hm...

—–No, Deidara, maldita sea despierta—– comenzó a moverlo más fuerte.

—–O-Oye... ya me...—– se desperezó más y estiró su cuerpo —–Ya me desperté...

Vio como abría lentamente su ojo azul y lo corrió para despertar al dueño de casa.

—–Oye Hidan, despierta tú también—– lo movió levemente —–Hidan...

El rubio, que cuando se levantaba no poseía su mejor humor se sentó sobre el ojivioleta para despertarlo a su modo.

—–Hidan idiota, ¡dijo que despiertes!—– le dió una cachetada haciéndolo abrir los ojos al instante —–¡Ya es tarde, hay que irnos, hm!.

El castaño frunció el cejo confundido.

—–En realidad no es tarde, solo quise despert-

—–¡Maldición, debo ver a Kakuzu ahora, apúrense!—– interrumpió a su amigo y salió corriendo hacia el baño.

Se duchó lo más rápido que pudo, se vistió con su mejor traje empresarial y se peinó por primera vez desde hace tiempo.

Al salir, sus amigos aún estaban cambiándose.

—–Maldición, estoy nervioso—– dijo mientras agarraba aquella cajita y la guardaba en su maletín.

—–Yo igual, estoy emocionado por lo que te vaya a decir, hm—– el rubio estaba imaginando esa situación como si fuera suya.

—–Cálmense los dos, el jefe es muy paciente e inteligente con estas cosas, debe tener preparado un plan B—– dijo racionable el castaño.

Los tres dejaron de hablar y salieron rápido del departamento del albino, estaba muy emocionado y nervioso.
Sobre todo porque no tenía idea de cómo iba a decirle que ya sabía su propuesta.

Llegaron y el albino fue corriendo a donde la oficina del mayor, sabía que estaría allí, obviamente llegaría más temprano que todos, él tenía que abrir el banco.

—–Maldición, siento que se me sale el corazón...—– dijo impaciente en el ascensor.

Llegó a la gran puerta y entró sin más.

Aquella sonrisa nerviosa que llevaba como adolescente enamorado se desvaneció al ver que dentro de la oficina del mayor estaba esa tipa del restaurante con él.

—–¡H-Hidan!—– tartamudeó muy nervioso y sorprendido, el menor siempre era uno de los últimos en llegar y ahora estaba antes que todos —–¿Q-Qué haces aquí mocoso?—– ocultó detrás de él unos papeles.

El menor frunció su rostro enojado, sin comprender que hacía la tipa allí. Aún así se acercó a el moreno.

—–Vine a hablar contigo—– dijo serio.

El ambiente se puso tenso y pesado. La tipa agarró su cartera, se despidió de ambos y salió en dirección a la puerta.

—–Lo hablamos después, señor Kakuzu—– sonrió amablemente y se fue.

El moreno vio al más bajo, aún estaba nervioso y costaba un poco respirar.

—–De q-qué quieres hablar?—– trago duro y se sentó.

—–Primero explícame qué hacía ella aquí—– se cruzó de brazos.

El moreno abrió sus ojos en grande, realmente no sabía que decirle, pero iba a ser más sospechoso si no respondía.

—–Vino a traer unos papeles de trabajo y cheques de-

—–Sabes qué?—– lo interrumpió de repente y se acercó a él —–No me importa, vine por algo más serio que unos cheques.

El mayor se sorprendió por la actitud del albino y se posicionó para estar más tranquilo, aunque le era imposible.

—–Te escucho...

El menor sacó de su maletín aquella cajita brillante y el moreno se levantó de repente.

—–Puedes explicar que es esto?—– sacó de allí dentro el anillo.

—–Eh...—– frunció su ceja —–Es un anillo, Hidan—– cruzó sus brazos.

El albino esperó que aquella respuesta fuera broma pero estaba tardando mucho para serlo.

—–¡IMBECIL, YA SÉ QUE ES UN ANILLO!—– lo arrojó con fuerza hacía a él.

El moreno lo agarró en el aire para que no cayera al suelo.

—–Entonces, esto era lo serio e importante, un simple anillo?—– sonó sarcástico.

El ojivioleta se quedó callado con ojos cristalinos.

—–Kakuzu, dejaste eso en el cajón de mi habitación...

—–Como puedes asegurar que fui yo?.

—–P-Porque quieres proponerme matrimonio y creí qu-

El moreno comenzó a reír con fuerza, interrumpiendo al menor.

—–De dónde sacaste eso mocoso?—– secó una lágrima de la risa —–Por qué quisiera proponerte matrimonio si tu no quieres nada?—– quería sonar hiriente y lo estaba logrando.

—–Qué...?

—–A ti no te interesan estás cosas Hidan, eres un simple niño—– se acercó y le devolvió aquel anillo —–Tengo trabajo que hacer y creo... que tu también—– volvió a su semblante serio e intimidante.

Estaba por irse de la oficina y se detuvo en la puerta.

—–Kakuzu, por que me mientes?—– dijo dándole la espalda.

El moreno se tensó ante esas palabras y trago con fuerza.

—–Maldición...—– murmuró.

anyways | KakuHidan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora