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Finalmente después de un largo día, estaba volviendo a su hogar.

Solía volver agotado debido a que uno de sus empleados era realmente un dolor de cabeza y él se estresaba mucho, tenía que reconocer que era un malhumorado.

Aún así, marcó su número.

—–Hola?.

—–Hola mocoso, qué haces?—– conectó el dispositivo en manos libres y siguió manejando.

—–Que crees que hago?, el trabajo que me das, aunque ya estoy cerrar e irme a casa—– se escuchaban de fondo ruido a papeles.

—–Hay alguna posibilidad de que...—– hizo una pausa para abrir el portón del garaje —–Vengas a mi casa?.

—–Vendrás a buscarme?.

—–Hidan te compré un maldito auto y ni lo usas, sabes lo agobiante que fue para mi elegirte ese maldito Porsche?, sabes lo imposible que es mantenerte?—– desconectó el celular y bajó del auto, sacando las llaves de su casa.

—–Kakuzu eres el jefe de un puto banco y ni siquiera estamos juntos, no sé de hablas—– claramente sabía de que hablaba, no quería reconocer que hacía gastar al mayor centenares de dinero por diversión.

—–Ya cállate, vendrás o no?—– colgó su saco y esperó a que el menor responda.

—–Tal vez—– adoraba hacerse el difícil —–Espérame despierto viejo, adiós.—– colgó.

Ese niño era su perdición y lo amaba.

Hace cuatro años atrás, cuando el platinado entró como supervisor de oficinas en aquel banco, supo que era especial.

Normalmente era un tipo de carácter firme y duro, siempre serio y malhumorado, pero con él, no era así del todo.

Notó que no era un interesado en el dinero, simplemente quería el trabajo para comprarse caprichos, tenía en cuenta que el salario era bueno, únicamente quemaba su sueldo en ropa, salidas, restaurantes y peluquerías.

A su parecer, era un gastadero completamente innecesario, al contrario de este, él cuidaba muchísimo el dinero, incluso con aquel niño, pero, de a poco dejó que se encargara de consentirlo.

Hidan siempre tenía lo que quería y él iba a darle todo y más, porque era suyo.

Pasaron los minutos, ya tenía su bata de pijama puesta, estaba revisando unos recibos desde su laptop y el sonido de la llave abriendo la puerta hizo que volteara.

—–¡Estoy en casa viejo!—– se quitó su morral y lo colgó en el perchero junto con su camisa y corbata.

El mayor salió de su oficina y fue a recibirlo.

—–Creí que dormías—– le sonrió mientras se quitaba lo que le quedaba de ropa.

—–Dijiste que te espere despierto—– rodeo su pálido cuerpo de la cintura pegándolo a él, llevando su pulgar a sus labios —–Hola mocoso...—– dijo coqueto.

Sabía perfectamente que el menor era una hormona andante y cualquier acto que conlleve una tensión sexual lo prendía mucho.

Ante esto, el peliplateado rodeó la cintura del mayor con sus piernas de un salto y comenzó a besarlo de manera desesperada.

Lo llevó a la habitación mientras continuaban el beso y lo soltó en la cama.

—–Bájate los pantalones.—– ordenó con voz ronca mientras él se quitaba su elegante bata.

El menor enseguida obedeció, ambos quedaron con sus respectivos bóxers viéndose fijamente con deseo.

—–Kakuzu...—– jadeó mientras relamía sus labios al ver la enorme erección que tenía su pareja.

—–La quieres...?—– se acomodó sobre él, rozando ambos miembros —–La quieres dentro de ti...?—– comenzó a lamer su cuello.

—–Maldita sea sí, ya no aguanto—– su respiración estaba agitada, el moreno se veía mil veces más atractivo con esa fachada.

Bajó la ropa interior de ambos y se posicionó sobre la entrada del menor
haciendo presión pero sin entrar.

—–En serio quieres?—– agarró su miembro simulando falsas embestidas, torturarlo era algo que disfrutaba muchísimo.

—–¡Maldición Kakuzu, sí!—– y en ese acto de desesperación metió de golpe su gran pene en él.

Comenzó a gemir cada vez más fuerte y alto, se sentía tan bien ser embestido de esa manera.

El mayor cubrió al más bajo con todo su cuerpo y con una de sus manos agarró el cabello de este haciendo que levante su rostro, dejando a la vista su cuello para marcarlo.

—–Aah... Kaku...zu—– rodeó al mayor con sus piernas sintiendo más fuertes las embestidas que le daba.

—–Sh, silencio bebé—– tapó su boca con su única mano libre mientras veía sus ojos.

Aquellos ojos violetas que suelen brillar tanto en la luz del día, estaban apagados y cegados por la excitación.

Esa imagen fue suficiente para que el mayor lo embista más fuerte, ya estaba en su límite.

—–Kakuzu... v-voy a...—– quería hablar pero el mayor lo calló con un beso, un gran y ardiente beso.

Ambas lenguas empezaron a batallar, enredándose una con la otra.

Unas embestidas más fueron suficientes para hacerlos terminar.

El moreno rodeó a su pareja dándole un tierno beso en la frente, listos para dormir.

—–Que desc-

—–Hay algo que no te dije—– interrumpió al menor de repente.

—–Kakuzu, que mierda?—– se apartó un poco para verlo con una ceja fruncida —–Me duele el puto trasero y estoy cansado, lo hablamos mañana en el desayuno.—– se hizo una bolita enrollándose en el pecho del contrario.

"—Estas cosas no se hablan mañana en el desayuno, Hidan"

Pensó mientras lo rodeó acurrucándolo mejor.

anyways | KakuHidan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora