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—–Fue en el casino, pedí un cheque para usarlo y devolver mi deuda al banco—– dijo queriendo sonar convincente.

—–Tsunade...—– el moreno estaba a su límite de tirarla por la ventana de ese sexto piso —–No puedes gast-...—– apretó los dientes con fuerza, calmándose —–Lo siento, el banco ya no podrá darte cheques ni prestamos hasta que no saldes tu deuda.

—–P-Pero, realmente la iba a devolver!—– se levantó bruscamente del asiento.

—–Mi señora, cálmese—– dijo su castaña compañera, posando una mano en su antebrazo.

—–Como le decía, su deuda es de un total de...—– le hizo seña a su peliplateado para que se acerque con el papel —–Unos ¥25.000.000.000 de yenes.

La rubia entre abrió la boca unos segundos y volvió a su postura firme.

—–Bien!—– ambas se levantaron de sus asientos —–Los devolveré la semana entrante!—– salieron junto con el rosado cerdito.

Ambos se quedaron solos en la oficina mirándose, sabían que eso no era verdad.

Hidan recogió los papeles y cajas para mudarse a su nueva oficina.
Mientras, el moreno no le quitaba la mirada de encima y disimuladamente relamió sus labios.

—–Ahora tendré que ser tu maldito perro faldero—– se quejó sin mirar ni prestar atención al mayor.

—–No lo digas así niño—– se levantó de su silla y fue donde el más bajo, abrazándolo de la cintura —–Además, no es tan malo que seas mi secretario...—– susurró en su oído.

El menor se estremeció pero decidió ignorarlo completamente y seguir juntando sus cosas.

—–Como digas viejo—– volteó finalmente para verlo.

Estaban muy cerca, ambas respiraciones chocaban.

—–Ya puedes irte.—– dijo posando sus manos en su trasero.

—–Nos vemos en la tarde.—– levantó ambos pies para poder besarlo.

El beso se alargó un poco más, y el moreno apretó más el agarre.

La puerta de su oficina sonó y seguido a eso entró uno de sus empleados.

—–Señor, los inform-

Se quedó viendo la situación y salió rápidamente. Ambos se separaron rápidamente y el platinado salió del lugar.

—–Entra—– dio la orden el mayor.

—–S-Siento interrumpir, los informes ya están completos, pero necesitamos su firma para poder enviarlos a...

La voz del chico fue haciéndose más lejana, pues él solo pensaba en su menor y de cierta forma, lo afortunado que se sentía de "tenerlo".

Por otro lado, Hidan estaba desempacando todas sus porquerías.

—–Dónde pondré esta basura?—– dejó un papelerio sobre la mesa.

La puerta sonó de repente.

—–Oye idiota, podemos entrar?—– el peliplata frunció una ceja y fue a abrir la puerta.

Era aquel dúo inseparable, contándose a él, el trío.

Sus mejores amigos estaban viéndolo con una sonrisa y pasaron.

—–Con que secretario del jefe, eh?—– el castaño y el rubio miraron todo el lugar de arriba abajo.

—–Hidan que carajo, esté cubículo es más grande que mi oficina, hm—– se sentó en la silla giratoria del ojivioleta.

—–Que triste por ti—– lo miró burlón.

—–Vendrás hoy a la noche?, es viernes—– el mayor de allí le extendió un papel escrito.

—–Que mierda, Itachi, es un maldito bar gay?—– frunció el ceño viendo aquel folleto.

—–La pasaremos bien, deja el drama y ven—– el rubio habló sentándose sobre el escritorio —–Pasamos por ti a las ocho.

Hacía bastante que no salía con sus amigos, estuvo dándole demasiado tiempo al mayor.

Adoraba al moreno, pero la realidad era que... no eran nada, ni siquiera novios, simplemente amantes.

Todo porque el ojivioleta no estaba listo para cosas formales, él es un alma libre y siempre lo dió a entender al mayor.

—–Esta bien, iré.—– suspiró pesadamente cerrando sus ojos.

—–Cálmate, verás que te gustará—– el castaño lo tomó del hombro.

Un bar gay, que tan malo podría ser?.

anyways | KakuHidan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora