C1: El cambio.

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Altais Riddle

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Altais Riddle.
30 de Junio de 1996.

Suspiro antes de entrar a la oficina del director del colegio Ilvermorny.

—¿Me buscaba? —pregunto con una amabilidad fingida.

El director me echa un rápido vistazo repasando mi uniforme y asiente educadamente.

Él extiende la mano invitándome a tomar asiento frente a su escritorio. Hago caso a su invitación y me siento junto a mi hermano, quién no me ha mirado desde que entré.

—Sus padres llegarán en un momento. —informó.

Giré la cabeza hacia mi hermano quien también lo hizo al mismo tiempo.

«¿Qué hiciste?» oí su ronca y fría voz en mi cabeza.

Giré los ojos. «¿Qué hiciste tú?»

«Yo no hice nada»

«Yo tampoco.»

Y nos quedamos en silencio justo cuando la puerta se abrió y por ella entraron mis padres.

Mi hermano y yo desde muy pequeños habíamos aprendido a comunicarnos por Legemerancia sin necesidad de hechizos. Nuestro padre nos había enseñado y por eso nuestros pensamientos nunca eran secretos, al menos que usáramos la Oclumancia, que también estaba en nuestra sangre controlar.

Mi padre vió el nerviosismo reflejado en nuestros rostros.

«No sucede nada con ustedes.»

Mi hermano y yo suspiramos aliviados.

—Señor y señora Riddle, que gusto volver a verlos. —habló alegremente el director.

—Igualmente. —susurró mi madre con una sonrisa educada.

—Tengo entendido que querían a los niños en nuestra pequeña reunión. —dijo nuevamente el director.

Mi padre le dió una mirada a mi madre antes de voltearnos a ver.

—Queremos un traslado a otro colegio. —dijo mi madre con rapidez, evitando vernos.

Toqué mi oído para asegurarme de que había escuchado bien, dirigí mi atención a mi hermano y él tenía la mirada confundida.

¿Cómo que un cambio? Las veces que veíamos a nuestros padres jamás nos mencionaron la idea de algún cambio, siempre tomaban nuestras opiniones en sus decisiones finales. Ellos nos habrían platicado y mi hermano y yo habíamos dicho que no estaríamos de acuerdo.

«Por eso mismo, niña tonta.» oí la voz del chico que estaba sentado junto a mí.

«¡Rigel!» gruñó mi padre.

«¡Ya sálganse ambos de mi cabeza!»

¿Cómo que un cambio? —cuestionó el director cuando salió de su confusión. —¿Es algún problema con el colegio?

𝐇𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 𝐅𝐄𝐄𝐋𝐈𝐍𝐆𝐒 || d. malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora