Epílogo.

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—No puedo creerlo.
—¿Qué no puedes creer?
—Que vayamos al aeropuerto, parece que a pasado una eternidad.
—Tienes razón.

Me causaba mucha ternura verlo tan feliz.

—¡Sarah!–su mamá me recibió con los brazos abiertos–hija, que gusto.-me dio un fuerte abrazo.
—Señora Norris.-la abracé también.
—¿Cómo estas?
—Muy feliz.
—Luces radiante como un rayo de sol.
—Mamá–la abrazó–espero que no te de tanta guerra este tiempo.
—Para nada, es un perro muy obediente.-acarició al cachorro.
—Nos encantaría quedarnos mucho más pero Sarah tiene algo que hacer antes de irse.
—Que tengas buen viaje a casa, saludame a tus padres.-me sonrió.
—De su parte.
—Mira a quién tenemos aquí, un perro muy chiflado.-salió y estrujó a Dante.
—Flor.-la abrazó.
—Leandro–le devolvió la broma mala–hola, cuñada–también me abrazó–¿lista para un mes de vacaciones después de tanto encierro al lado de este par de chiflados?
—Totalmente.-me reí.
—Voy a tener ese comentario en el corazón–se hizo el ofendido–¿Y Oliver?
—Apenas abrieron las fronteras se fue con su nueva conquista.
—¿Y la niña?
—Se fue con papá, fueron a Bristol.
—Bueno, informe familiar completo, nos vamos.
—Que tengas buen viaje, nos vemos para las carreras locales.-me dio un fuerte abrazo.
—Nos veremos.
—Dile a la enana que no le de mucha batalla a Dante.
—Tranquilo, yo lo cuido.

Me despedí de su mamá y emprendimos el camino a la oficina del abogado de papá.

—¿Qué?
—¿De que?
—¿No vas a entrar conmigo?
—Pensé que querías hacerlo sola.
—No puedo hacerlo sola.

Frank había dejado un par de cartas y algunas manualidades que aprendió durante su estancia en prisión.

—Esta es la dirección del cementerio donde esta su última morada, es aquí en Londres. Al parecer fue una de sus últimas voluntades.
—Gracias–cerré la pequeña caja–muchas gracias por ayudarnos durante todo este proceso, a ti y a tu esposa. Son un equipo excelente.
—Tenemos muchísimos años trabajando con tu padre, el honor es nuestro.-el elegante hombre me sonrió.
—Nos retiramos.
—Buen viaje a casa y mucha suerte en el inicio de la temporada.-nos ofreció la mano.

El camino al aeropuerto había sido silencioso, pero no incómodo.

—Antes de que entremos–apagó el coche–sé que debí hacerlo antes pero no supe como... Me quedé en cero.-estaba rojo como tomate y nervioso.
—¿Lando? ¿Qué pasa?
—Escucha, somos jóvenes, lo sé. El mundo se cae a pedazos y tenerte estos meses, con sus altos y bajos...
—Lando, me estas preocupado.
—Quiero darte esto–rebuscó en el bolsillo de su chamarra–no es de matrimonio–abrió una caja pequeña–pero es un anillo promesa...
—¿Eso es un anillo de Tiffany?
—Sí, fue demasiado complicado diseñarlo a la distancia y sin que te dieras cuenta tanto que si lo rechazas voy a llorar tanto que me voy a deshidratar.
—Lando.-mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Quiero prometerte que algún día lo reemplazare por un diamante enorme para que te cases conmigo–cerró los ojos–¿Aceptas mi promesa?
—Yo no sé...
—¿No sabes que?
    Abrió los ojos de golpe.
—No sé si es mi talla pero por supuesto que acepto.

Lo jalé del cuello y lo besé.

—Gracias–recargó su frente con la mía–soy el peor haciéndote propuestas y justo ahora deseo haberlo pedido en casa...
—Te amo.-lo cálle.
—¿Me amas?–se separó un poco–¿me amas? Yo también te amo... Muchísimo de hecho, pero en serio lo hago.

Me despedí de él pero esta vez sabíamos que volveríamos a casa en unas semanas.

Me puso el anillo promesa y besó mi mano, era mi todo.

Sentada en la sala de espera, con un cubrebocas incómodo, viendo el aeropuerto medio vacío y a las pocas personas andar con mucha prisa pero a la vez con miradas temerosas de la situación del mundo... Yo solo pensaba en que el amor de mi vida me había prometido que algún día íbamos a casarnos.
Un año antes estaba recibiendo la noticia de mi cambio de ciudad y de país, enojada con la vida, renegando de mi propia existencia y ahora estaba esperando por el avión que me llevaría al país donde supuestamente iba para escapar de todos mis traumas.

El mundo seguía en crisis, las malas noticias no se acababan pero yo me sentía completa.

Antes de abordar, recibí un mensaje de Ed.

*lo siento por no poder vernos, pero ya me notificaron que has aceptado, espero ser el padrino🤭*
*¿tú sabías?*
*Yo todo lo veo hija mía, buen viaje. Nos vemos en un mes❤*
*te adoro.*

Subí al avión sonriendo como tonta, agradecía que no me podían ver la mayor parte de la cara o creerían que estaba loca.

Mi encierro había terminado, iba a Melbourne un mes y volvía a Londres.
Estaba más que convencida que me quería quedar con Lando para siempre, sin importar nada más.

No sabía que iba a pasar con el año tan raro que estábamos pasando, solo sabía que esperaría pacientemente volver a los brazos de Lando Norris.

Había comprobado que era mi hilo rojo y, el amor de mi vida.

Stuck with U.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora