Estaba muerta de cansancio por el viaje y estresada pero aún teníamos que ir al hospital, saqué fuerzas de algún lugar.
Del aeropuerto nos sacaron en ambulancias por separado, creí que después de eso no volvería a ver a Lando y de cierto modo me ponía nerviosa estar sola.
Me recibió un equipo de enfermeras y un doctor.
—¿Son los sospechosos de McLaren?
—Sí, Sarah White, veinte años, falso positivo–le entregó una tabla–en las otras ambulancias vienen los demás.
—Perfecto, señorita White ¿nos acompaña?
Pues no tengo otra opción, pensé.
Así que solo asentí y me llevaron hasta un cuarto vacío y frío, muy frío.
Podía sentir el frío a través del traje espacial que nos habían puesto para que funcionara como burbuja en caso de estar infectados no infectáramos a nadie más.
Me senté en la única silla que había y me dispuse a esperar.
No supe cuánto tiempo había pasado desde que me habían dejado ahí, dejé de contar de cero a cien y de cien a cero cuando empecé a rendirme ante el sueño.
—Buenos días, señorita White, soy el doctor a cargo, él es el enfermero y estamos aquí para practicarle la RCP correspondiente.
Me quitaron la máscara y con cuidado me hicieron la prueba.
La segunda en menos de diez días pero seguía pareciéndome que no dolía tanto como decían.
—Los resultados estarán listos pronto, en un momento vendrán a traerle algo de comer.
—Gracias.-dije sin más.
Volví a quedarme sola.
Con tanto tiempo a solas, comencé a pensar en lo mucho que había sentido al estar cerca a Lando, a pesar de todo su instinto protector no se había ido.
Todo el vuelo no había hecho más que asegurarse que comiera bien y cuando estábamos en la escala y comencé a sentirme agobiada, me ayudó a tranquilizarme.
Recordé mi pensamiento antes de irme de Londres.
"Ojalá aquella leyenda del hilo rojo fuera cierta porqué realmente esperaba que Lando Norris fuera el mío."
Seguía pensando en como las cosas se habían ordenado para que nos volviéramos a ver, era fiel creyente que todo pasaba por alguna razón.
Pero también pensaba que tal vez y solo tal vez, la razón por la cual volvimos a encontrarnos no era otra mas que cerrar nuestro capítulo bien.
Lo seguía queriendo con tanta intensidad como la última vez que lo había visto, seguía enamorada de él.
Había crecido tanto en los últimos meses, se miraba más maduro pero esos ojos que me volvían loca no habían cambiado, seguían siendo mi mayor debilidad, sabía que podía caer rendida a sus pies con solo una mirada.
Tenía miedo que al irme de nuevo fuera aún más doloroso y también tenía miedo a su rechazo.
Sabía que le debía explicaciones, respuestas y un perdón. Aunque eso no cambiaba nada de todo el daño que le había provocado.
Estaba perdida en mis propios pensamientos hasta que abrieron la puerta.
—Psht.-escuché y miré su cabeza asomada.
—¿Qué haces aquí? ¿Estas loco?
—No hay nadie, estamos aislados completamente–entró–además solo son formalidades, ¿Como te fue en la prueba?
—Bien–le resté importancia–normal...
—¿Normal? ¿Te parece normal que te metan un palo por la nariz y que casi te rasquen el cerebro?
—Lando, no es un palo, es un hisopo médico y no te rascan el cerebro, solamente toman muestras biológicas y no duele.
—Duele muchísimo.-dijo ofendido.
—Eres un exagerado.
—¿Exagerado yo?–asentí–no vamos a hablar de exageraciones con la reina del drama–lo miré mal–como sea, ¿Qué vas a hacer si sales negativa?
—Volver a casa, supongo...
