Enfrentados.

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Desperté aprisionada por su cuerpo abrazado con fuerza al mío, sentía su respiración pausada en la nuca. La luz del sol se colaba a través de las cortinas indicando que ya había amanecido.
Intenté moverme para ir al baño pero al sentirme me apretó aún más y se quejó.

—Necesito ir al baño.
—No quiero.
—Lando, yo necesito hacer pis no tú–me reí–por favor–me dejó libre–gracias.

Enrede una sábana a mi cuerpo y entré rápido al baño.

Me sentía tan feliz como hacía meses no lo sentía, juraría que podía flotar sobre la luna sin ningún problema.

—Buenos días.-me sonrió al verme salir del baño.
—Buenos días–sentí su mirada intensa sobre mi cuerpo–¿Qué?
—Me gusta tu vestido de sábana.-dijo con diversión.
—Último modelo en la tienda.-me reí.
—La última vez que miré tu ropa, fue abajo... Regada por las escaleras.

Me reí sintiendo mi cara arder al recordar la noche anterior.

—¿Tienes hambre?
—¿Después de anoche? Claro que tengo hambre.
—Eres un presumido.
—¿Por qué? Fue un excelente servicio com-ple-to.-señaló las sílabas con su dedo.
—Voy a darme una ducha y tú, servicio completo, me vas a ayudar con el desayuno.
—¿No quieres que te ayude a ducharte?

Se levantó y me quitó la sábana.

Después de que la ducha tomara más tiempo de lo normal con los dos ahí metidos como adolescentes con las hormonas revolucionadas, por fin bajé a la cocina.

Mientras el café estaba listo, Dante salía al jardín y Lando terminaba de salir del baño, recogí el tiradero que había en el salón y las escaleras.

El timbre de la puerta principal sonó sacándome un susto.

—Yo abro.-me dijo mientras bajaba las escaleras.

Me asomé desde la cocina para ver que o quién podía ser.

¿George?

—¿Esto cuenta como violación a la cuarentena?
    Pregunté al verlo entrar.
—Sí–me apuntó dándome la razón–pero me estaba volviendo loco.
—¿Cómo llegaste hasta aquí sin que te detuvieran?
—Un mago nunca revela sus trucos–lo señaló a él–¿No están felices de verme?
—Sí–le dio un manotazo–realmente no esperábamos ser niñeras pero es una buena noticia, aunque espero que no hayas hecho nada ilegal que nos meta en problemas.
—Para nada, ¿Cómo estas?–me saludó–¿Creciste en este tiempo?
—Estoy bien–me reí–y no, no crecí.
—George Russell, mirame.
—¿Qué?
—Estas muy acelerado, ¿Qué tienes?
—Nada.-le sonrió.
—Georgie...
—Es que no solo vengo yo.-le volvió a sonreír.
—¿George?–me acerqué–¿Cómo que no vienes sólo?

El timbre volvió a sonar.

Abrí la puerta y me llevé una sorpresa.

—¿Ustedes quieren que nos lleven a la cárcel por atentar contra la salud publica?
—Yo también te extrañé.-lo abrazó.
—Hola.-me saludó con su típica gran sonrisa.
—Hola Alex.-me reí.
—Carlos Sainz, Alex Albon, George Russell ¿Todos ustedes están locos?–los regañó–Isabel, te creía la más cuerda de todos.
—Espero que todos seamos negativos.-habló el español.

Quién por cierto, había sido el único que no me había saludado, incluso Isa se había acercado tímidamente a saludarme.

Pero no me importaba.

—Negativos vamos a ser cuando pidamos permiso de libertad bajo fianza, irresponsable.

Mi celular comenzó a sonar así que me aparte un poco.

Stuck with U.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora