Si hay dos tópicos que me encantan en las historias son los celos y los amores amor/odio. Estoy por términar Sombras de luz (la venganza de un hijo), la que me ha costado años y sudores escribir de lo complicada que es. Quería probar algo liviano y simple. Algo no tan largo como lo que suelo escribir y que no sea un dramón. (Sí, algo de drama tiene, porque no puede ser de otra forma, pero más suave) Para aquellos que leyeron Ojos bicolores, va a salir en la historia Sergio. No como principal, pero seguramente le haré su propia historia a petición de algunas personas que me escribieron. Y me gusta el personaje.
Esta historia no será amor/odio, pero sí que tendrá una buena dosis de celos. Espero que os guste^^
Samuel extrañaba las montañas. Extrañaba el verde intenso del verano y las lluvias temporales; los valles partidos por ríos hermosos y las carreteras que asemejaban serpientes de asfalto. A veces, pensaba, extrañaba incluso el aire, limpio y fresco, que arrastraba el aroma salado del mar. En Madrid, uno solo huele a sucio. A contaminación y a tormenta de verano; a tubos de escape y a humanidad. Samuel sabía ver también lo conveniente de vivir en una ciudad grande. Uno solo tenía que bajar al Metro para desplazarse a donde quisiera. Eso en su tierra era imposible, puesto que las comunicaciones simplemente se veían obstaculizadas por la naturaleza.
Madrid se alzaba como una mole de cemento y ladrillo, con sus preciosos edificios antiguos y su amplia oferta cultural. Y Samuel amaba ir al cine y al teatro. A los museos y a las exposiciones temporales. Pero, aun así, echaba de menos su casa. Su madre se lo había advertido. Con ademanes bruscos y sus cabellos negros, ella le dijo que allí nada tenía él que hacer.
-Hay universidades en todos sitios, Samuel. ¿Qué se te perdió a ti tan lejos?
Pero no era lejos. Estaba a cinco horas de su casa en coche, y a algunas más en transporte público. Samuel, simplemente, quiso salir de allí donde nació para ver algo más. Algo diferente al verde infinito de Cantabria. Y lo había encontrado.
-Hace un calor horrible. Vamos a ir a la piscina, ¿te apuntas?
Samuel levantó la vista de su ordenador portátil para mirar a Víctor, su amigo y compañero de piso. Tuvo que retirarla en seguida, sin estar seguro de por qué aquella persona seguía sin entender que uno no debía andar medio desnudo por todos sitios.
-No puedo. Tengo examen en una semana.
-¿Todavía? Yo ya terminé las clases.
-Eso díselo a mis profesores. Estamos a mediados de junio, Víctor.
Y para aquellos que se tomaban sus estudios en serio, aún faltaban algunos exámenes que repasar.
-Te pasas el día pegado a esa pantalla. Vas a quedarte ciego.
Samuel se encogió de hombros.
-Quien va a dejarme ciego si no se pone una maldita camisa eres tú. ¿De dónde sacaste esa vena exhibicionista?
Lo vio subir la vista al techo, pidiendo paciencia en un gesto de lo más teatral.
-Eso solo lo dices porque tú no tienes músculos que mostrar.
-Vete al balcón. Allí seguro que encuentras alguien que te lo agradezca.
Volvió la vista a sus apuntes de Geografía, pero entonces aquella masa de humanidad tonificada se le echó encima. Y Samuel a punto estuvo de caerse de su silla.
-¡Víctor!
-¿Qué?
-¡Pesas!
-Es solo porque necesitas ejercitarte. Mira esos brazos que tienes. ¿Qué pasa con tus músculos? ¿Acaso decidieron esconderse cuando naciste?
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Esos celos rojos [FINALIZADA]
RomanceSamuel nunca pretendió salir así del armario, de golpe e improviso. Y menos frente a él, quien había sido su mejor amigo durante cuatro años. (O de como sobrevivir a los celos de tu amigo heterosexual)