Capítulo 8

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Sakura se quedó sentada en la orilla de la cama de su primogénita, se sentía culpable, asustada

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Sakura se quedó sentada en la orilla de la cama de su primogénita, se sentía culpable, asustada. Tenía miedo de que su hija ya no la quisiese, y aunque ya habían pasado casi tres años de su error, era la primera vez que la veía tan alterada, decepcionada...

La pelirosa volteó a ver a su hija, mientras una lágrima traicionera se deslizaba por una de sus mejillas, sus ojos empezaban a cristalizarse.

–Perdón...– sollozó mientras más lágrimas comenzaban a salir.

...

–¿Sakura-Chan?– dijo el Hokage apenas abrió la puerta.

–Naruto...

La mujer apenas lo vio, corrió hacia él y lo abrazó fuertemente. Lloró desconsoladamente en su pecho.

Al principio Naruto se sorprendió, pero al escuchar los sollozos la apegó más a el, mientras acariciaba los cabellos rosas de su esposa con suma delicadeza.

–Tranquila hermosa. ¿Qué fue lo que pasó?

–He estado pensando...¿Y si Sarada deja de quererme?– preguntó entre sollozos.

Escuchar a su esposa así, le hizo sentir una horrible sensación en su pecho. Sabía que para Sakura lo más importante era su hija, el que tenga ese tipo de pensamientos le partía el corazón.

–Nadie puede dejar de quererte, Sakura-Chan. Menos Sarada, ella te quiere mucho, solo necesita tiempo para asimilar las cosas– el rubio la aparto un poco para poder apartarle sus cabellos inquietos de su cara, que estaban pegados a sus mejillas a causa de las lágrimas.

–Pero su cambio fue tan de repente– apartó su vista hacia donde se encontraba su hija dormida– parecía que ella y boruto ya lo habían aceptado...

–Es verdad, hace días que ellos actúan raro– dijo mientras que con uno de sus dedos rascaba una de sus mejillas.

La mujer se mordió el labio inferior intentando contener nuevamente las lágrimas, más no lo logró.

El Uzumaki con delicadeza hizo que volteara a verlo, la Uzumaki solo se limitó a agachar su mirada, no le gustaba llorar, no le gustaba que la viesen tan débil.

–Tranquila, Sakura-Chan– dijo mientras que con la yema de sus dedos pulgares limpiada las lágrimas de su esposa, dejándola un poco sorprendida y con un ligero sonrojo en su rosto–mira, te prepararé un baño de burbujas para que te relajes. Ya te la había prometido, ¡saldremos de esta'ttebayo!– sonrió

–Gracias, Naruto...–sonrió, para después darle un pequeño beso en los labios.

...

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