Capítulo 7

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-Karin, ¿Tu eres

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-Karin, ¿Tu eres...

-La ex compañera de equipo de mi padre se dió cuenta de lo que estaba pensando, así que inmediatamente me interrumpió antes de terminar mi pregunta- oh, no es lo que piensas Sarada.

-Sarada, ella no es la persona que te quiero presentar- mi padre puso su mano en mi hombro izquierdo- por cierto, ¿sabes dónde está, Karin?

-Eso te iba a decir, como te estabas tardando quiso adelantarse a pedir los cafés con suigetsu- Karin hizo un ademán con sus manos señalando hacía donde se habían ido.

-¿Café?, ¿A las once de la mañana?- pregunté un poco intrigada, "¿Quién toma café a esa hora?"

-¿O prefieres un té?- preguntó mi padre con inocencia.

Mientras Sasuke y Karin debatían sobre el café y sus propiedades, yo volteé hacia donde Karin señaló pero no pude divisar a suigetsu, y era lógico, la cafetería apenas había abierto y por ende se encontraba mucha gente por la curiosidad de un nuevo local.

...

Pasaron al rededor de cinco minutos, Karin, mi padre y yo, nos encontramos sentados en una de las mesas del local que se encontraban fuera de este. Todo estaba tan tranquilo, era un día bonito, era un tanto soleado pero no molestaba, el aire que corría era fresco a pesar del calor, algunos aldeanos que pasaban por la cafetería se les escuchaba riendo. Sin embargo, el ambiente que se generó mientras esperábamos a la "nueva" esposa de mi padre, era tenso.

Estaba muy nerviosa, ¿Cómo se supone que reaccionaria cuando la vea?, ¿Qué debo hacer?, Mi padre se percató de mi preocupación y me regaló una sonrisa, que hizo que me tranquilizara un poco

-¡Aquí están los cafés!

Después de unos minutos, ella ya estaba aquí, compartiendo mesa conmigo...

-¡Suigetsu!, ¿Me puedes decir por qué tardaron tanto?- preguntó Karin jalandolo de su oreja.

-Tranquila, había demasiada gente, apenas y avanzaba la fila- se excusó asustado.

-Un café sin azúcar para tí, Sasuke- la mujer le dió una taza de café a mi padre, cosa que el aceptó gustoso.

-Gracias, Ha...-la mujer lo interrumpió.

-¡Tu debes ser Sarada!- la mujer se paró a abrazarme, cosa que correspondí muy incomoda- ¡Es un gusto conocerte al fin!- sonrió.

Después de ese incómodo abrazo, ella regresó a su asiento al lado de mi padre, y se puso a hablar de él sobre "lo bonita que era" y el "gran parentesco que tengo con mi padre". Fue entonces cuando la miré detenidamente, era una mujer muy guapa, tenía unos ojos azules que ya había visto antes, en el séptimo; su tez era de un color medio, sus labios eran delgados, su cabello castaño que le llegaba hasta la cintura, y por supuesto, tenía una gran sonrisa.

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