𝐒𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐖𝐡𝐢𝐬𝐩𝐞𝐫𝐬~||❍︎𝐊𝐨𝐨𝐤𝐌𝐢𝐧

︶꒷꒦【6】꒦꒷︶

A lo largo de mi vida creía haber visto más de mil amaneceres, era consciente de ellos, de alguna manera u otra, sin embargo, en mi actual yo, todo es demasiado confuso.

Cada gramo de raciocinio se encontraba clausurado, lidiando entre la marea más turbia que podía lograr imaginar.

Mi cuerpo temblaba, pero no se debía al frío de la temporada, sucumbía ante el temor, ante la conciencia de estar pisando terreno minado.

— M-Mamá — balbuceé con dificultad, tratando de cubrirme del hielo que calaba en mis huesos, y el cual, me hizo adoptar la postura fetal para tratar de mantenerme caliente aun cuando suaves sábanas me estuvieran cubriendo.

Mis cuerdas vocales estaban deshechas. El campo árido que las abrigaba, sencillamente, era hiriente, rasgando mis tejidos sin compasión.

— A-Ayuda — pedí, y mi voz apenas se logró oír, por lo que terminé riéndome de mí mismo por siquiera llegar a considerar que me buscaban.

«¿Solamente fui una desdicha para ellos?»

En mi mente no había nada sólido, absolutamente no se encontraba nada que me hiciera aferrarme a la vida, a un pedazo de esperanza ante el vestigio cruel que me abrigaba.

— "Nada es tu culpa" —

Cerré los ojos con fuerza tras sus intentos de consuelo.

Mi burbuja de tranquilidad se deshizo ante su acto de presencia en mi vida; gracias a él, todo se me escapó de las manos.

— "Aun hay algo que quiero mostrarte" — dijo metiendo las manos entre las mantas que cubrían mi desnudez — "Y es algo que cambiará más tu vida" —

Al abrir los ojos, las lágrimas que intentaba retener, buscaron salida, a pesar de no querer demostrarle cuán afectado me encontraba.

— "No llores más" — me pidió.

Su tacto ascendió hasta mi abdomen, y sus dedos empezaron a trazar círculos imaginarios sobre mi piel.

— Llévame a mi c-casa — le pedí.

Tras el paso de cinco días dentro de este lugar, la presencia del tipo, el cual, ahora sabía que se llamaba Jeon JungKook, se había hecho una nueva costumbre mediante el lapso de las veinticuatro horas.

— Cinco días en nuestra sala de juego, significa cinco meses en el mundo terrenal — explicó.

El asombro gobernó en mí. No podía ser cierto, ¿verdad?

— Y te puedo asegurar que ninguno de tus "familiares" ha movido un solo músculo en querer buscarte —

La frialdad en que dijo las palabras, me hizo sollozar.

Mediante los días que he pasado dentro de esta sombría habitación, él saciaba su ímpetu sexual y melancólico sin dejar de arrastrarme al mismo caudal de liviandad.

— Esa es toda la verdad — expuso sin tener compasión de mi pena — Ellos jamás apreciaron a quien los salvaría de la extinción —

Quería que se callara. Lo deseaba más que nada.

— Así que, déjame mostrarte algo —

Tragué grueso cuando sus manos ascendieron hacia mi pecho y sus dedos empezaron a acariciar mis pezones.

— "Jimin-ah, es hora que te des cuenta del lugar al que realmente perteneces" — susurró en mi oído tras recostarse a mi detrás — "¿Verdad que quieres saberlo?" — preguntó antes de atrapar el lóbulo de mi oreja entre sus dientes, y asentí mientras cerraba los ojos al momento en que su erguido falo buscaba ingreso en mi interior.