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¿Y como no? Se habia acobardado. No habia podido encontrar las fuerzas suficientes para ir hasta la casa de al lado y golpear la puerta. ¿Que haria si le abrian los padres?

—Oh, hola. Soy su vecino. Estoy enamorado de su hijo y quiero hablar con él porque lo extraño.

Dijo mirando el techo de su habitación. ¿Que haría si lo veia? Ver a Tadashi por primera y última vez, su débil corazón no podria con eso.

Ya eran las ocho de la mañana y Tsukishima no habia podido pegar ojo en toda la noche. Habia creado mas de mil y un escenarios en su cabeza, en algunos se casaba con su vecino, en otros lo rechazaba y terminaba trabajando como mesero en un restaurante en un barrio de malamuerte, y en algunos otros Tadashi jamás se iba y seguian siendo amigos para siempre. Todos parecían tan absurdos que terminó riendose de lo patético que era.
Se levantó de mala gana para mirar hacia abajo por la ventana, aún ningún camión de mudanza aparecía, por lo que tenía tiempo para ir y decirle todo al menor, pero no podía.

—Tsukishima Kei, eres un idiota. De los peores idiotas que el mundo jamas ha conocido. Eres tan idiota que en una competencia de idiotas perderías, por idiota.

Se recriminaba caminando al rededor de la habitación. De vez en cuando señalaba a su peluche de triceratops y le hablaba a él, lo insultaba y luego se insultaba a si mismo.

—Mueve tu delgado trasero hasta la puerta de al lado y dile lo que sientes, de todos modos se va a ir. Asi que, si dice que das asco por ser gay, solo déjalo ir, ¡Es asi de fácil! ¡¿Entonces por que no lo haces?!

Dejo su cabeza caer contra la pared y se quedó asi por unos minutos, teniendo más discusiones internas que las que había tenido en toda su vida.
Que si le importaba lo que Yamaguchi pensara de él, que si le dijera que era asqueroso se pondria muy mal, que si en realidad no importaba nada, que si queria besarlo o no, que si se mudara podrían seguir siendo amigos al menos.

—¡Esto es muy dificil! –Grito dando suaves cabezazos contra la pared– Yamaguchi imbecil, ¿Por que tienes que ser tan... aah!

Dejo de su berrinche de lado cuando escuchó un bocinazo afuera. Corrio hacia la ventana y allí estaba, el último camión de mudanza, y en el que se irían para siempre. Adrenalina invadió su cuerpo, tenia que hacer algo. ¡Rapido!
Tropezando con todo, se coloco ropa que no lo hiciera ver como un señor en su crisis de mediana edad. Dio un último vistazo afuera y, como si fuera un imán y su mirada puro metal, sus ojos se dirigieron a una cabellera verde. Queria gritar, reir, llorar, no sabia lo que sentía. Ese era su Yamaguchi, no habia duda. Y estaba caminando directo hacia el camión... Era ahora o nunca.

Tomo sus llaves de un manotazo al pasar por la cocina, apreto ansiosamente el boton del ascensor, pero al ver que este no llegaba decidio correr por las escaleras. Choco a tres personas en su camino abajo y en dos ocasiones perdió el equilibrio y tuvo que saltase escalones para no tropezar y caer. Cuando llego a la puerta de lobby volvió a buscarlo. Dio largos pasos en dirección a un joven de una estatura bastante alta, y cuando estuvo cerca de él, se acobardó.
Pero tal fue su suerte que al chico se le cayó una caja que llevaba encima, su contenido se desparramó por todos lados.

—Yo te ayudo.

Dijo acercándose y apoyandose sobre sus rodillas para ayudar al chico, quien se paralizó al oir su voz. Ambos evitaron mirarse en lo que recogian las cosas, no eran más que algunas revistas y CD's de música, pero sabían muy dentro suyo quien era el contrario. Solo la presencia del otro era necesaria para que sus corazones comenzaran a latir más rápido.
Yamaguchi decidió dar el siguiente paso. Cuando terminaron de poner todo en la caja, levantó la mirada, encontrandose con unos preciosos ojos color miel que lo miraban perplejo.

—Tsukki –Lloriqueo Tadashi abalanzandose hacia sus brazos, quien lo recibió gustoso.

En ese momento todo desapareció. Eras ellos dos, abrazados y sintiendo el calor ajeno, algo que ambos habian esperado demasiado por sentir. No se necesitaron largas explicaciones o presentaciones o un "Soy yo", sabían con solo mirarse que se trataba de la persona de la que se habian enamorado. Estaban en su propia película cliche pero eso no les molestaba, para nada. Ninguno lloró, pero ambos querían hacerlo, tanto de felicidad como por la tristeza que estar separados les habia causado.

—Yamaguchi, ¿Por que?

—Tuve miedo –Respondio–. Estaba sintiendo cosas y mis padres me dijeron que nos ibamos, yo no quería encariñarme más y terminar lastimado. Se que es egoista, pero fue lo único que se me ocurrió.

Kei lo entendía. El también tuvo miedo de enamorarse de él al principio, pero ya lo habia hecho y no había vuelta atras, sus sentimientos por el menor lo hacian sentir feliz, y aunque se fuera de su vida, creia que podria sobrevivir solo con su recuerdo.

—Esta bien Yamaguchi, hiciste lo que creiste mejor para ti. De todos modos no soy un muy buen amigo para tener –Rio para quitarle importancia a la situación, pero solo se ganó una cara seria del contrario.

—Es que... A mi nunca me gusto un hombre. Hasta que te conocí creia que era hetero, pero cada vez que pienso en ti siento mariposas y...

Ambos se quedaron en silencio. Ninguno podía creer lo que se acababa de decir. Yamaguchi habia malinterpretado al rubio y pensó que ya sabía sobre sus sentimientos amorosos hacia él, y Tsukishima estaba desbordando felicidad.

—¿Te gusto? Quiero decir, ¿Te refieres a como amigo o como... O como te gusta una chica? Porque tu tambien me gustas, como amigo y como te gusta una chica.

Ninguno supo que hacer a continuación, ambos eran dos torpes jóvenes y nuevos en eso del amor. Si algo tenian seguro, es que se sentían bien en los brazos del otro, y que querían estar así por el resto de sus vidas, pero al mismo tiempo tenían miedo por el futuro, si Yamaguchi se iba, ¿Que seria de los sentimientos confesados?

—Yamaguchi yo-

—¿Pueden besarse ya? Hijo, nos mudamos de barrio, no de ciudad. No puede ser que sean tan torpes –Dijo la madre del de cabello verde, a quien Tadashi le había confesado todo la noche anterior.

Y con esas palabras, y el sentimiento de felicidad que inundo a ambos, se unieron en un corto y tierno beso, dando paso a lo que sería una nueva etapa en la vida de ambos.

Paredes Finas [TsukkiYama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora