Cambiaría todo por ti [Chaesoo - Suse/Rozy] (Libro II)

Capítulo 1

Me solté a llorar después de haber confesado lo que sentía. Jennie abrazaba mi cuello dándome el consuelo que necesitaba, no obstante, el dolor en mi corazón era tanto que no podía sentirme aliviada por ese contacto.

—¿No se lo has dicho, cierto? —preguntó en un susurro. Yo simplemente negué —. ¿Qué es lo que pasó realmente con Uds. Rosie?

—El día que se lo iba a decir, Suzy fue a verme al departamento. —Vi como Jennie, a través del espejo, abandonaba su posición y me miraba sorprendida —. Llegó sin avisar y cuando Jisoo unnie abrió la puerta, Suzy le jugó una broma estúpida. —Jennie me miraba sin entender —. Ella me llamó «su novia». Se armó un malentendido y Jisoo se sintió herida, por no haberle contado acerca de nosotras.

—¿Tienes algo serio con Suzy sunbaenim? —preguntó.

—Solo pasamos el tiempo juntas. —Vi como Jennie me miraba con una ceja alzada —. Sabes a lo que me refiero.

—Me mentiste —dijo Jennie. Vi algo de dolor en su mirada.

—Lo hice —aseguré sintiendo el pesar de mi engaño —. Le prometí no decir nada.

—Me duele un poco que no hayas querido compartir esto conmigo antes —escuché como Jennie suspiraba pesadamente —, pero es algo privado, entre tú y ella. Sé perfectamente lo qué pasaría si alguien, fuera de nuestro círculo, se llegara a enterar —dijo haciendo una clara mención a los medios de prensa —. Ten cuidado, por favor.

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—Ten cuidado, cariño —susurró cerca de mi oído—. Me duele un poco la espalda —advirtió.

Suzy me miraba con una sonrisa divertida. A pesar de lo que me mencionaba, la coquetería en su voz no se perdía en lo absoluto. Sus brazos alrededor de mi cuello aprisionaron su cuerpo contra el mío en un abrazo delicado, mientras la recostaba con suavidad en la cama.

—¿Debería llamar a un masajista... o traerte una pastilla, quizá? —pregunté mientras ella seguía sosteniéndome sin dar muestras de soltarme — ¿Sunbae, estás bien? —cuestioné al no recibir respuesta.

—Quítame la ropa y no uses ese honorífico conmigo, te lo he dicho muchas veces. —Sus ojos ahora estaban fijos en los míos. Ella realmente odiaba que la llamara de esa forma —. ¿Te gusta molestar, no? —Otra sonrisa divertida adornó su rostro y el mío también.

—Me gusta como frunces el ceño cuando te llamo así.

—Me haces sentir vieja —mencionó dejando de aprisionar mi cuerpo. 

Vi como sus dedos comenzaban a desabrochar su blusa, mientras yo me mantenía sobre ella en la cama, no totalmente, pero sí a una distancia considerable 

—Desvísteme —dijo.

Realmente se veía cansada. Sus ojos se cerraban de vez en cuando mientras le ayudaba a quitarse cada prenda. La dejé en ropa interior y cubrí su esbelto cuerpo con las suaves sábanas, mientras yo me quedaba a su lado, fuera de la cama en cuclillas, viéndola dormitar.

—¿No quieres quedarte? —preguntó con una voz cansada, mientras con su mano peinaba mis cabellos y me miraba con los ojos entrecerrados.

—Puedo hacerte compañía unos momentos, hasta que te duermas —dije acomodando mejor las sábanas para cubrirla —. Si me ven salir en la madrugada de este hotel puede haber algún malentendido.