Un Giro Inesperado Convertido En Pétalos Caídos

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Era el cumpleaños número cinco de Beatriz y Stela, estaba emocionada preparando todo en la casa, Leslie estaba haciendo el pastel de cumpleaños, por mientras que Tris estaba decorando conmigo, mi padre y Lorena estaban poniendo aquellas hermosas luces en el patio. Por mientras que llegaban sus amigas y aquellas madres.

—Todo está quedando hermoso Marry, felicidades.

—Oh gracias Miranda.

—Gracias a ti por invitarnos.

Aquella tarde todos estábamos vestidos de color melón, por alguna extraña razón eran sus colores favoritos igual que el blanco. Así que el pastel fue de esos colores. La casa tenía globos blanco y dorado, todo estaba muy lindo, hasta que nos dimos cuenta que llegaron. Todos nos escondimos y al entrar las sorprendimos.

—¡SORPRESA! —las veo sorprenderse y me acerco a ellas, las abrace fuerte, estaban emocionadas.

—Oh mami muchas gracias. —Stela me da un abrazo y un beso.

Hasta que se va a saludar al abuelo Edgar.

—Gracias mami, te amo.

—Yo te amo a ti princesa, ya son cinco años. —asiente y me da un beso en la frente.

Por mientras que va y saluda a la familia, me levanto y sus ojos me encontraron otra vez, su sonrisa seguía siendo hermosa, su pelo seguía siendo ondulado, su barba me gustaba mucho más que antes y su estilo seguía siendo clásico desde el momento en que lo conocí.

—Hola mi flor.

Cantamos feliz cumpleaños, nos tomamos fotos, Alice protegía a las pequeñas por mientras que Jonás las molestaba. Los niños corrían, jugaban y a veces yo apreciaba verlo a él jugar con ellos.

Sabía que nuestro niño interior seguía adentro de nosotros. Aprovechábamos cada momento, cada segundo y yo lo aprovechaba siempre cuando podía
Pero verlo a él, me daba cuenta que él vivía mucho más que yo, que amaba la vida como si no importara nada más. Siempre era el chico que conocí con ese aire de liberad.

—Verte así de enamorada me hace creer en el amor. —me sorprendo al escuchar a la madre de Laurie a mi lado, ella se ríe y me da cariñitos en la espalda.

—¿Es normal que sienta que he vivido demasiado con él y que a la vez sienta que apenas estamos empezando? —la miró, su mirada era cálida, me acaricia la mejilla y sonrió.

—Eso es porque cada día decides amarlo como la primera vez, igual que él lo hace contigo, sin esperar nada a cambio. Ustedes se aman y se seguirán amando por el resto de sus vidas.

—Eres la mejor. —confieso con lágrimas en los ojos y sin dudarlo, la abrazo.

—Oh mi niña, te amo tanto, eres tan fuerte, tan llena de luz y de amor, nunca cambies.

Los días pasaron llego navidad y también recibimos un año nuevo, lo celebramos como nunca, Tris y Leslie por fin habían decidido adoptar a un bebe, completar una familia entre ellas.

—Ella quería ponerle facundo, ¿puedes creerlo? —me comienzo a reír, no puedo creer que ellas estén locas de verdad.

—Así que yo le puse Caleb. —asentí porque era hermoso ese nombre, pero nunca olvidare a Facundo.

Nuestra familia estaba unida, era grande, nunca pensé que aquella foto familiar sería la última para mí, aunque no lo crean, pero sí. Eso paso, paso un giro inesperado aquel verano que llegaba a su final, aquel verano donde mi esposo me esperaba con las niñas en la casa de la playa.

Había tomado la decisión de dejar mi tercer libro en aquel editorial donde rezaba para que la aceptaran y gracias a dios así fue, aceptaron otra más de mis tantas obras, algunas estaban finalizadas en mi ordenador donde solo Beatriz sabía que existían.

Sali contenta esa mañana del editorial y afuera había una señora que estaba vendiendo rosa y muchas otras flores, lo cual decidí llevarme tres ramos de rosas rojas y blancas, no sabía por qué, pero sabía que me las merecía, lo cual de seguro mis hijas también les encantaría.

Su padre les conto el secreto de las rosas blancas y del chocolate caliente. Ese secreto que Robert hacia con Nona y que con el tiempo Laurie lo hacía conmigo, que al final él se los comenzó a hacer a ellas y ellas a mí.

—Creo que cada mujer necesita una rosa con una taza de chocolate caliente en nuestras mañanas.

Entre a una cafetería y pedí un batido de chocolate, simplemente me fui en mi carro directo a la casa de la playa, el sol iluminaba mi camino, sentir el calor de la mañana era agradable me decía que ya se estaba acabando el verano, pero que cualquier día nos visitaría, en la radio sonaba Wide Eyes, me hacía sentir algo especial.

Agarro mi batido lo cual estaba delicioso de seguro volvería y llevaría a las niñas a ese lugar, al colocarlo se me cayó al suelo, maldecí, y al recogerlo fue donde todo se volvió negro.

Solo escuchaba el zumbido amortiguando todo mi alrededor, mi vista se volvió borrosa.
Sólo veía aquellos colores de las rosas, los pétalos caían por los aires, dañandose con cada golpe.

Mi vida se partía en dos  en ese preciso momento, el celular sonaba, sabía que era él.

La nota de voz se abrió. Fue ahí dónde lo escuche, eran sus risas. Estaban felices y ahí supe que realmente mis niñas estaban con alguien que daría todo por ellas

—Te estamos esperando amor. Ya quiero que estés aquí, te amamos.

Yo también los amo...



°°°°°

Nota de la Autora:

No me maten. Tengo que decir que lo ame tanto. Ame este proceso. Y amaría saber sus comentarios, opiniones.

No se olviden de votar y de comentar.
Los quiero.

Si los pétalos se cayeran [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora