Capítulo Tres

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En San Valentín pude detallar un poco más de ella, resultó ser aún más increíble de lo que pude imaginar. Veía todo positivo, incluso sus dificultades las percibía con felicidad, eso es ser luz.
Nunca había conocido a alguien tan radiante, tan feliz, tan extraordinariamente genuino. Sería mentira decir que en ese momento comenzó a gustarme, porque desde el primer segundo quedé perdido en sus ojos, pero ese día resulté naufrago en el mar de su personalidad, lugar del que no sería fácil salir, siendo honesto no estaba en mis planes salir de allí, estaría dispuesto a ahogarme allí mismo.

De nuevo transcurrió un mes en el que los medios de comunicación digital fueron nuestros aliados, aunque ahora también hacíamos uso de las video llamadas, que me hacían sentir un poco más cerca de ella. Un aspecto curioso era que me sentía cerca de ella, incluso si solo eran mensajes o una llamada, era probablemente efecto de su personalidad cálida y amable. Amaba ver su pequeño rostro sin maquillaje, amaba verla.
En una ocasión pudimos tener una pequeña conversación mientras estábamos en unas premiaciones, hasta ese entonces nunca me había presentado al escenario tan apasionadamente y nunca había disfrutado tanto al escuchar la canción de otro grupo, pero Lalisa lo hacía fácil, reafirmé que ella estaba destinada a estar ahí.

Por lo general, platicábamos de nuestro día, ella me contaba de sus ensayos con una resplandeciente sonrisa en el rostro, aún si había practicado durante horas y aún si sus días libres debían sacrificarse para otras actividades de publicidad. Todo aquello comenzó a cambiar algo dentro de mí, comencé a sentirme mejor con respecto a mi vida. Decidí que debía aclarar la situación, así que reuní todo el valor y la invité a mi departamento, el único lugar verdaderamente seguro.

Esperamos más de cuatro meses para lograr coincidir en fechas.



Recuerdo

Alistaba y organizaba tan pulcramente como era posible, movía los cuadros o me acomodaba el abrigo que llevaba puesto, aunque todo estaba perfecto desde hace horas cuando las encargadas de la limpieza hicieron su trabajo. Mi perro descansaba en su cama y casi pude ver una sonrisa, como si quisiera burlarse de mi nerviosismo. El timbre resuena y permito que ella suba.

Entra tímida, con una bolsa en las manos, dirige la mirada a sus pies todo el tiempo y casi me río por su cambio de actitud. Hace dos meses se abalanzó sobre mí en frente de varias personas, y ahora es tímida.

—¿Qué traes en esa bolsa? —mira la bolsa como si hubiese olvidado el contenido, subiéndola hasta la altura de su rostro.

—Comida, quizás no exactamente —se ríe y la guío hasta la cocina —. En realidad, son dulces y alimentos no muy sanos.

—Me alegra escuchar eso. Vamos a la sala, encontré una buena película que te gustará, podemos volver luego por comida —me sigue y antes de irnos toma una paleta.

Pongo la película y me alejo de ella a una distancia prudente, no quiero que forme falsas conjeturas sobre mis intenciones, realmente odio que ahora acciones como ver una película se malinterpreten. El tiempo pasa volando, parece sumamente concentrada y la veo emocionarse en varias ocasiones, incluso derrama alguna lágrima cuando Gru encuentra a su hermano gemelo.  Detengo la película por la mitad, ella me mira sorprendida, haciendo señas para que veamos la parte más emocionante, yo le apunto a la cocina.

—¿Vas a ir por comida? Te acompaño, pero volvemos rápido —se levanta y camina detrás de mí.

Preparamos todo para comer: palomitas, gomitas, chocolates y bebidas. Decido hacerle una pregunta que me ronda la cabeza hace mucho tiempo, la pregunta que guarda todas mis emociones desde hace meses.

—¿Crees que vale pena ser un idol? Es decir, sacrificamos muchísimo solo para llegar hasta aquí, y cuando lo hemos logrado empieza lo peor —sus ojos parecen irse de órbita. Yo intento retener las lágrimas, es un punto que nunca he externado con alguien, y por alguna razón es la única persona en la tierra a la que realmente puedo contarle esto.

—Solo puedo decirte lo que yo siento, y no sabría si mis pensamientos son correctos —le hago un gesto para que continúe, una lágrima se me escapa —. Está bien si te pierdes, Jungkook. Está bien si pierdes el rumbo —toma mi mano y la sostiene con fuerza, mirándome como solo ella puede hacerlo —. Para mí los sacrificios que hacemos valen cada segundo, no tiene gran revuelo si me perdí un baile de graduación o si me perdí las festividades familiares, todo lo vale porque hay chicos que escuchan nuestra música, que llegan a encontrar consuelo a través de nuestras palabras. Tenemos una voz que llega a miles de personas, chicos que como yo encuentran felicidad con la música o con el baile. Esto no se trata del dinero, nunca se ha tratado de eso, al menos no para mí —su pequeño cuerpo se adhiere al mío tan rápido que comienzo a desmoronarme frente a ella —. Sé que perdiste tu rumbo, y eso está bien, me tienes aquí y no me iré.

—No, sé que no te irás —yo sabía que ella jamás me dejaría, así como yo nunca la iba dejar —. Es solo que nunca he tenido una vida normal, crecí en una sala de ensayo, Lisa. Hay muchas cosas que quiero hacer.

—Lo sé, lo entiendo —se separa y se pone de puntillas para tomar mi rostro —. ¿Antes de eso escuchabas música, ¿no? Lo hacías cuando estabas triste o feliz, cuando sentías que el mundo se te venía encima —asiento y recuerdo que en muchos momentos la música me salvaba —. Eso es lo que tú puedes hacer ahora por los demás, puedes darles un lugar seguro. Elegimos esto, y si quieres puedes retirarte ahora, pero debes saber que como dijo Spiderman: ¨Un gran poder conlleva una gran responsabilidad¨. No quiero que te retires, algún día me gustaría hacer una canción contigo —me hace reír, me hace quererla un poco más, hasta ahora no creía que el amor por alguien podía seguir creciendo.

Fin del recuerdo.

Yo te buscaba, y me encontraste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora