Capítulo Cuatro

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Esas palabras cambiaron toda mi perspectiva. Recordé lo que me había llevado hasta aquí en primer lugar, las palabras de Lisa eran acertadas en muchos sentidos. Yo amaba la música, pero eso no era todo, siempre había querido dar un mensaje y ahora podía lograrlo. Podía ayudar a alguien incluso sin conocerlo, eso era un superpoder fuera de límites. Lo sentía por Ironman, pero yo era más afortunado que él. Las semanas después de aquel quiebre me dediqué plenamente a pensar en ello, y aclaré dos aspectos en mi vida que me habían generado gran preocupación: Punto uno, Lisa me había ayudado, pero no dependía emocionalmente de ella. Al inicio, creí que las mejoras sucedían debido a que me estaba aferrando a ella, supuse que solo era feliz si la tenía a mi lado. Sin embargo, no era así, claro que me ayudó, pero la felicidad que sentía ahora salía de mi interior. Punto número dos, ahora que yo había recuperado mi rumbo podía estar con ella. Durante esas semanas posteriores no me comuniqué con Lalisa, solo le dije que necesitaba un tiempo para pensar, ella fue tan comprensiva que me resultó más fácil de lo que imaginé, cuando estuve listo la busqué.

Habían transcurrido seis o siete meses desde que la conocí y de nuevo la cité en mi departamento.

Recuerdo

Lalisa se remueve intranquila y el viento levanta su cabello, admira la vista de la ciudad quizás para no verme a mí, aunque yo hago todo lo contrario.

—Tienes un bonito balcón, la ciudad se ve increíble de noche —sus ojos encuentran a los míos, que no han dejado de verla desde que atravesó la puerta hace unos minutos.

—Te extrañé, ya no más distancia —tomo su mano y la acerco hasta que choca con mi pecho, la abrazo y parece sorprendida —. ¿Qué te parece si me abrazas también? ¿No eras tú la que corrió a mis brazos hace unos meses en San valentín?

Suelta una pequeña risa, sus brazos van a mi espalda y se relaja. Inhalo el aire tan dulce que siempre parece estar con ella, siento que hace lo mismo.

—Te extrañé, me alegra saber que ahora estás bien —no me hace preguntas y solo se queda aferrada a mí, mas yo le debo una explicación.

—Me alejé para que lo nuestro tenga un inicio correcto, no quería confesarte mis sentimientos si aún no me encontraba bien —la separo para que escuché con atención mis palabras —. Ahora que encontré mi camino puedo compartirlo contigo, solo si estás lista. Puedo esperarte mil años, créeme. 

—No tienes que esperarme ni un segundo, yo también aproveché estos mese para pensar y estoy lista para darlo todo —la beso, y es tan bueno que mi mente delira y me cuesta trabajo pensar, aunque realmente no pienso en nada. Sus labios son suaves y parecen haberme hecho falta, aún si nunca los había tenido. Mis manos van a sus mejillas, y deleito en acariciar su delicada y pálida piel. Nos quedamos allí durante varios minutos, solo sintiendo el choque del viento en nuestros rostro. Hasta que finalmente entramos, dispuestos a realizar un maratón de películas. Ahora no mantengo distancia, la tengo justo entre mis brazos.

—¿Qué haremos? Yo aún no tengo permitido salir en citas —su respiración me indica que ha despertado, pues se durmió hace algunos minutos, he de confesar que durante todos esos minutos yo me dediqué a verla.

—Yo le gritaría al mundo que mi novia es Lalisa Manoban, pero no es una decisión muy sabia de mi parte —ambos reímos —. Tenemos algunas opciones: Hablarlo con nuestros managers personales y esperar su respuesta, después de todo ellos no pueden divulgarlo. También podemos ir directo con nuestros jefes, lo cual es muy arriesgado. Y la última es ocultarlo del mundo.

—Ninguna me parece correcta —suspira y hace un puchero, muy tierna. Le robo un beso y luego ella me roba uno a mí.

—No, lo entiendo. Sin embargo, tú me has enseñado que es parte del camino, y estoy dispuesto a soportar la tormenta si eres mi final.

Ella se apega aún más y me da besos por todo el rostro, siento el calor de sus labios sobre mis mejillas, mi nariz, mi barbilla y más.

—Se lo diré a mi mánager, él me dirá su opinión —asiento, decido que esa es la mejor opción a la que podemos recurrir.

Fin del recuerdo

Yo te buscaba, y me encontraste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora