A través de mis ojos.

216 20 69
                                    

El mundo es un lugar vasto y extraño, repleto de misterios e intrincadas tramas del destino, que siempre tendrán caminos y desenlaces inesperados y extravagantes. Lo que para mí se traduce llanamente en absoluto aburrimiento. Como cada tarde, espero a que Sakura llegue. La espero con muchas ansias, porque la amo mucho, pero, desde luego, se lo mostraré a mi manera.

La veo llamarme desde la puerta cuando la atraviesa, meneando un cascabel, y mi primer impulso es lanzarme a ella para quitárselo... pero debo admitir que últimamente siento mucha pereza... debe ser que he subido un poco de peso. Le grito un "bienvenida" desde donde estoy, y ella sonríe aunque no me ve.

Deja su cartera en el perchero y va hasta su escritorio, donde se sienta frente a ese horrible aparato que acapara la mayor parte de su tiempo y al que le he declarado la guerra desde que lo adquirió. Supongo que es mi momento de brillar.

Sin ningún tipo de ceremonia, después de que compruebo que está absorta en la luz que mana del aparato, hago mi entrada triunfal.

—¡Kero! —exclama cuando caigo sobre la cosa en la que apoya las manos para que pasen cosas en la pantalla, parece muy molesta mientras me increpa y me toma con delicadeza... relájate, mujer, o mis garras harán que te calmes...

Me sigue reprochando, veo sus enormes ojos verdes perdidos en los míos mientras me regaña, y yo hago un maravilloso acto de indiferencia. Me gusta verla hacer esos extraños sonidos que supongo representan algún tipo de lenguaje entre los suyos, y que de alguna forma ingenua cree que significan algo para mí.

Sin embargo, hoy no termina la reprimenda llevándome hasta mi zona de juegos como siempre, de hecho, parece contrariada, y vuelve a quedarse absorta en mis ojos... vaya que sus ojos son lindos, si se los sacara, jugaría con ellos por semanas.

—¿Te sientes bien, Kero? Tus ojos se ven... raros...

Y dicho ese balbuceo, se va un momento y regresa con la espantosa caja que usa para llevarme fuera de mi casa. Desde luego, peleo con ella, pero la muy aprovechada se pone a rascarme el pescuezo, con tal precisión que me tiene al borde del desmayo por placer antes de que me de cuenta de que he sido timado y enjaulado.

Cautivo como estoy, soy llevado hasta el aparato que usa para moverse, se pone una cosa en la cabeza y monta al animal artificial que ruge mientras nos lleva a quién sabe dónde.

Llegamos a una casa fea e incómoda a la que habíamos venido sólo una vez antes. Recuerdo perfectamente que mi Sakura me llevaba con otra Sakura que me bañaba y cortaba las garras, pero luego me trajo aquí a que hicieran lo mismo conmigo, la diferencia es que aquí me trata un Sakura macho. Veo a mi Sakura dudar un poco antes de abrir la puerta y entrar... la vez pasada se portó igual, está nerviosa y su respiración está agitada... y tengo la ligera, muy ligera impresión... de que está de ánimos para aparearse.

Finalmente abre la puerta.

—¡Buenas tardes, doctor Li!
—Señorita Kinomoto, qué gusto recibirla de vuelta.

Eso último sonó muy extraño. El Sakura macho se comporta torpe con mi Sakura, se acicala la nuca innecesariamente, evita mirarla a los ojos. Es muy tonto, su ritual de cortejo está terriblemente mal ejecutado, a este paso, ninguno de estos dos se va a reproducir.

—¿Qué... qué la trae por aquí? —se golpea la frente con más fuerza de la necesaria—. Qué pregunta más estúpida, soy un veterinario y trae a su gato, ¿a qué más podría venir?

Ríe como un bobo. Y eso no es lo peor... ¡Mi Sakura también ríe como boba! Me retracto, quizás lo mejor sea que no se reproduzcan, serán una vergüenza para su especie.

Historias del MultiversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora