la lluvia tiene derecho

cap26: dime

Era muy tarde, pero para algunos, solo era el comienzo de la noche.
Los clubs, bares, discotecas y otros lugares nocturnos, para la diversión de sus clientes, estaban a su apogeo.
Entre ellos uno muy reconocido y el más famoso de la ciudad era el bar "Crystal". El mejor licor de toda la ciudad se vendía ahí, era el centro en apuesta, las mujeres más hermosas y talentosas trabajaban ahí y por eso era el lugar preferido de los famosos y los ricos. Agregándole a todo lo anterior era pocesión de una figura reconocida, Andrew Walter se estaba haciendo un buen nombre en el mundo de los negocios nocturnos bajo nombre "Crystal".

Él mismo no se privaba de los excelentes servicios de su negocio. Por eso mismo él y sus amigos, con lugares VIP disfrutaban el momento entre mujeres y alcohol de la mejor calidad.

La verdad era que ya todos estaban en estado de embriaguez. Disfrutaron por mucho tiempo de burlarse de Andrew y la apuesta que seguramente perdería. James, que era el que más disfrutaba de burlarse de él, era el único que quedaba a su lado, los otros ya habían caído en las garras de las voluminosas mujeres del lugar.

- amigo, porque debes ser tan orgulloso, solo admite que perdiste y evita una humillación más grande- dijo mientras jugaba con su móvil.

- ya cállate, métete en tus asuntos.- gruñó como respuesta el ya ofendido Andrew. Estaba arto de las burlas de esos imbeciles  que tenía como amigos. Estaba seguro que se tragarian todas estas bromas cuando vieran como el quedaba victorioso.

- mira, igualmente nos estamos burlado de tí. - sonrió vagamente James mientras encogía los hombros y dejaba su teléfono en la mesa - solo tienes que repetir conmigo " yo!! Si, yo!! El egocéntrico y narcisista, Andrew Walter, no pude con la mujer de hierro la bruja roja, Margarett Taylor. Además soy un maldito y un perro, ¡¡Que vivan los idiotas!! - dijo  tambaleando mientras hacía movimientos extraños con las manos. Estaba obviamente muy borracho.

- vete al infierno, maldito duende fastidioso - Andrew, que estaba menos borracho que James solo lo dejaba hablar, se arrepentiría de esto mañana aunque no lo recordara.

- eres muy difícil, querido amigo. Si yo fuera la desafortunada futura esposa tuya, no durarías ni medio día vivo - lo apunto con el dedo mientra lo regañaba como si de verdad se preocupara por él.

Andrew solo puso una expresión de desagradó, por nada en el mundo imaginaria algo así de repugnante.

- en nuestra noche de bodas me sacaría un cuchillo de abajo de la falda y te apuñalaría en el pecho - razonó James como si de verdad estubiera planeando un crímen - después ocultarla el cuchillo bajo tierra, junto a algunas cosas caras de la casa, entonces entraría y tiraría algunos objetos para hacer como si hubiera ocurrido un robo y finalmente llamaría a la policía llorando - James sonreía extasiado de su asombroso plan sin siquiera ver cómo Andrew lo miraba de forma extraña, como si hubiera perdido la cabeza. James había visto demasiado "mujeres asesinas".

- ...- Andrew no quería imaginarse de dónde había sacado tantas locuras, además se sentía incómodo ya que la "víctima" era su persona -

- je je ahora que lo pienso si sería interesante ver cómo te batean - como si hubiera vuelto de un mundo ficticio a la realidad James volvió al tema principal. - pfff quizás pase como en las novelas y termines flechado- James no aguanto y soltó la carcajada imaginándose al "gran Andrew" perdido por una chicha.

- ¡¡eso no va a suceder!! - se exaltó Andrew como si hubiera escuchado algo ridículo, es más, para él si era algo supremamente ridículo e imposible - Las cosas son simples,   pequeño James, - James gruñó ante la mención de su apodo - la persigo por un tiempo, hago que esté lo más enamorada de mi que sea posible, en ese tiempo desgraciadamente debo alejarme de mi bello estilo de vida para mantener la apariencia y después.. - Andrew se acercó a James y esté, aún estando borracho pudo ver la ferocidad de esa mirada - voy a darle algo que no olvidará en toda su vida, mi nombre será un tatuaje en su piel y lamentará haber despreciado mis primeras intenciones.