— ... Y así fue como escapamos de esos piratas — terminó de leer el rubio girando a un lado con una sonrisa buscando el rostro de su acompañante.
Castiel lo miraba de aquella manera que le hacía perder la cabeza, con sus ojos resplandecientes de esa inocencia propia de él, con la curiosidad centelleante residiendo en ellos que reflejaba el agua frente a ellos, salvaje y calmada. Cerúleos pues tenía el mar en su mirada, la cual le dirigía casi con admiración y sobre todo con un amor tan grande que parecía desbordarse de su ser. Le encantaba la forma en que sus ojos parecían dos estrellas brillantes y cercanas.
Dejó cuidadosamente el viejo cuaderno sobre la arena calculando que el agua no llegará a tocarlo como solía suceder y después de sacudir sus manos restregó sus ojos con cansancio por estarlos forzando a leer en la obscuridad. Quizás deberían comenzar a leer más temprano para evitar eso, aún se estaban adaptando.
— ¿La extrañas? — preguntó de repente el ojiazul a su lado, rápidamente dejó sus ojos en paz y su labio, ligera e inconscientemente levantado bajó borrando aquella casi imperceptible sonrisa.
— ¿Qué? — no quería girar su cabeza para verlo, y aún así su visión periférica le regalaba la imagen borrosa de Castiel esquivándolo, simplemente mirando hacia el mar impasible frente a ellos, no se notaba nervioso o enojado, quizás pensativo.
— Tu vida antes de regresar — contestó finalmente, Dean lo observó cambiar de posición, apoyándose hacia atrás con sus brazos sin dirigirse hacia él, cosa que agradecía profundamente pues no lo vería tragar saliva con trabajo ni notaría sus ganas de huir de la pregunta. Pensaba en una forma de evitar la pregunta, sin embargo Castiel no le daba la oportunidad de hacerlo.
— Extraño Francia — era cierto pues había noches en las que aún escuchaba el barullo de la ciudad, el olor del pan recién horneado de la calle frente a su casa por las mañanas, incluso recordaba con cariño tropezar con los franceses y disculparse con su terrible acento que los hacía reír y a él enfurecer. A veces se preguntaba cómo se encontrarían esas calles de tan armoniosas con la guerra estallando por todos lados.
— ¿Y a Lisa? — Castiel clavó su mirada azul en él, sin embargo Dean no pudo hacer más que agachar la suya. No tenía escapatoria y eso no le gustaba. Quizás si hubiera mirado los ojos de su acompañante habría notado los nervios bajo esa expresión curiosa, el miedo en su mirada ante la posible respuesta.
— A veces — Cuando miraba una pintura fea en las paredes de una casa adinerada a través de las ventanas, a veces soñaba con su risa escandalosa, a veces paseaba por las calles del pueblo tocando su brazo sintiendo la falta de alguien, cuando recordaba las deliciosas comidas que ella preparaba y leyendo el periódico rezando porque la guerra no la alcanzara también. A veces, cuando miraba a Castiel pensaba en ella. Pero no lo malinterpreten, él tenía muy en claro una cosa, extrañaba Lisa como una amiga, lejana, perdida en el tiempo, atorada en un momento de su vida que recuerda con el mismo cariño que se le tiene a un pasado tranquilo. Se preocupa por ella de la misma forma que lo hacía por Bobby cuando estaba lejos, sin duda no atormentaba sus sueños ni siente la necesidad imperiosa de salir corriendo a buscarla como lo hacía con cierto tritón a su lado. Simplemente la recuerda y la extraña.
— ¿Y tú extrañas a Ishim? — comentó con cierta burla girándose para ver a su acompañante por fin quien frunció el ceño claramente molesto, incluso cruzó sus brazos sobre su pecho desnudo, cosa que no solía hacer pues las aletas podían llegar a molestarle.
— No es gracioso — comentó al ver la gran sonrisa del Winchester quien simplemente se inclinó a un lado para golpear ligeramente el hombro del contrario juguetonamente, Castiel lo miró irritado por lo que decidió restregar su mejilla contra la húmeda y fría piel del contrario pidiendo una disculpa silenciosa y por fin el ojiazul dejó escapar una sonrisa, tan pequeña y cargada de felicidad. Sacudió un poco su brazo de tal manera que no lastimara al rubio, solo para hacerle saber que ya se podía mover.
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Historias del mar - Destiel
Fanfiction- Papá, ¿puedes contarnos una historia de sirenas? - llegó gritando una pelirroja acompañada de su pequeño hermano Jack, quien a duras penas podía seguirle el paso a la hiperactiva niña. - ¡No! Mejor de piratas - pronunció Jack haciendo un puchero m...