Vida Compartida

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El camino a casa requería atravesar unos cuantos callejones obscuros, la calle principal estaba casi desierta a excepción por unos cuantas personas que probablemente compartían el mismo estilo de vida, nada extraordinario, nada diferente; a la espera de terminar un día más para pasar al siguiente y así sucesivamente durante la semana. Estaba agradecido con las fuerzas divinas (Dios, naturaleza o como quieran llamarle) al menos tenía un lugar a donde volver, no una casa o un apartamento; algo mucho mejor que todo ello...un hogar, una persona...su persona.

Apenas cerro la puerta de su pequeño apartamento corrió a la habitación y aunque sus ganas de lanzarse al colchón para no despertar en cien años eran inmensas, solo entro en busca de ropa limpia ya que debía darse un buen baño primero; trabajar en el peor restaurante del peor lugar de la ciudad no era para nada cosa fácil ni mucho menos glamuroso...su ropa con el extraño aroma impregnado lo confirmaba, ni siquiera quería saber que secretos se guardaban en ese lugar.

Nunca en los dos años laborando en ese restaurante había presenciado alguna visita de salubridad ¿podría ser que su jefe pagara para que no clausuraran el lugar?(desde luego que lo creía capaz) ¿pero quien era para juzgar al hombre? le había dado trabajo y las pocas veces que pidió un pago por adelantado se lo dio sin pestañear...francamente dudaba que aquel restaurante se mantuviera en pie por su excelente comida y servicio. Sin duda negocios turbios podían estar cocinándose ahí adentro ¿Quién sabe? tal vez era de nuevo su mente conspiradora surgiendo, pero los tipos que iban a ver a su jefe no parecían amables ciudadanos comunes, en todo caso era mejor no pensar de más y mantenerse lejos de sus negocios.

- ¡rayos no hay agua caliente de nuevo! - grito al sentir la fría agua cayendo por su agotado cuerpo.

El casero les había asegurado que tendría reparada la cañería desde hacía una semana y que mantendría el agua caliente para cada apartamento, gracias a Dios que no era invierno por lo que podía bañarse con el agua fría que caía de la vieja y obstruida regadera.

Mientras su mente divagaba sobre cómo había creído esas mentiras del agua caliente...e incluso le regaló un pastelito(que él jamás comería, ya que el amable "chef" no tenía muy claras las normas de higiene correspondientes) - ¡aish! - ese maldito desgraciado mentiroso, se desquito con tallando más fuerte su cabello.

Estaba tan sumido en sus pensamientos de asesinato hacia su casero que no escuchó el ruido de la puerta de entrada ni los pasos que recorrían el pequeño apartamento, ni siquiera el sonido chirriante de la puerta del baño al abrirse...

- ¡aaaah! - grito asustado al ver una sombra tras la cortina de baño, casi resbala con la combinación de jabón, shampoo y agua que corría bajo sus pies, el rostro bien conocido emergió a un lado de la cortina - ¡maldición Cheol casi me matas de un susto! - su novio sonrío nada apenado con ese hacho, prefiriendo usar su energía para quitarse la ropa en un tiempo récord, casi descolgado la cortina plástica barata que separaba la ducha del resto del minúsculo cuarto de baño.

- lo siento, escuché la regadera en marcha y no pude resistir la tentación de verte desnudo bajo el agua - envolvió sus brazos alrededor de la delgada cintura, poco a poco pegando más sus cuerpos (aunque en realidad no había mucho espacio para alejarse).

- te amo y adoro esto, pero realmente no podremos darnos un baño decente si no podemos movernos - el mayor rio afable mientras besaba los hombros de su novio.

- eres tú quien no puede moverse y no lo necesitas - el menor golpeó en broma el brazo del otro, ahora también riendo - vamos, déjame todo el trabajo -

historias cortas jeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora