Capítulo 27: Ataques de pánico.

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9 de noviembre del 1947.

Jericco despertó a las 4:00 am en medio de pánico mientras gritaba y manoteaba su cama, el frenético ataque de nervios lo hizo actuar coléricamente después de soñar con la repetitiva escena del trauma que vivió un mes antes. Bajó de su cama con un brusco salto y luego se metió desesperadamente en la de Liam para despertarlo, estaba llorando con quejidos y jadeos de inquietud.

Liam despertó alertado y estremecido, Jericco estaba sacudiéndolo en la cama con empujones.

¿Qué pasa, Pupilo? –Le preguntó Liam levantándose de golpe–. ¿Te duele algo?

Jericco se acurrucó en la cobija y Liam le colocó las manos en su cabello.

¡Tengo miedo, Liam! ¡Tengo mucho miedo! ¡Ellos vienen por mí! –Gritó con la voz temblorosa y desabrida, Liam le acarició el cabello y lo miró compasivamente–. Por favor, perdóname, te lo suplico, no quiero morirme, no quiero, no dejes que los hombres vengan por mí... Por favor, –susurró con un gemido–, perdón por no haberte hablado en todo este tiempo, sólo no quiero que ellos vengan por ti.

Los ojos se Liam reflejaban una intensa tristeza al ver el llanto de su amigo, Jericco le suplicaba fervorosamente mientras le halaba el brazo.

Escúchame, –le pidió Liam calmadamente–, respira profundo y cierra los ojos, ¿Si? –Jericco resopló cansinamente, cerrar los ojos era perturbador porque su imaginación lo hacía recordar el trauma–. Sólo escucha mi voz y encontrarás la luz, no te dejaré solo, ni hoy, ni mañana... Ni nunca.

Jericco se levantó con lentitud y se sentó en el borde de la cama.

Gracias por no dejarme a pesar de haberme alejado de ti en las últimas semanas, –dijo Jericco regresando a la normalidad–. He estado sintiéndome bastante mal y no quise molestarte con mis problemas personales...

Liam le interrumpió.

¡No vuelvas a decir eso, Pupilo! –Agregó con discordancia–. No me molestaría en ayudarte con tus problemas emocionales, no sé qué demonios te sucedió, ni de cuáles hombres hablabas, pero... Eso no será suficiente para que dejes de ser mi mejor amigo, no quiero que pienses que te haría daño por el historial que me trajo hasta acá, porque solo en ti puedo confiar.

Jericco le sonrió.

Jamás volveré a dejar que mis ansiedades me pongan en contra de las personas que quieren verme feliz –añadió Jericco, contento y ruborizado–. Te quiero tanto como a un hermano, ¿Lo sabías?

Liam quitó la cara de preocupación y detonó una risa optimista.

No lo sabía, pero enterarme de ello me alegró la noche, –comentó Liam–. Entonces... ¿Cuándo querrás hablarme de lo que tanto te ha afectado?

Jericco borró la sonrisa de su rostro y cruzó los brazos, abstraído.

Hmmmmmmmmmm, –hizo pensativamente con la cara contraída, levantándose de la cama, Liam levantó la mirada hacia él–. No quiero hablar de eso ahora, Coach, perdón por guardar misterios todo el tiempo, pero, la verdad no estoy listo para hablar de ello en este momento. Cuando te expliqué algún día lo que sucedió, entenderás todo el silencio que guardé para protegerme.

Pero Liam volvió a preocuparse y se intrigó.

¿Estás seguro que guardar silencio te hará bien? –Interrogó–. No quiero pensar que te estás lastimando por dentro, porque sé qué se siente la frustración de no poder hablar de algo que tanto te aflige con alguien.

Jericco bostezó exageradamente.

Te prometo que estaré bien, –le respondió–. Verás que será así.

Liam le lanzó una mirada desconcertada y sintió nuevamente una alerta de que Jericco mentía.

¿Okay? –Dijo conmovidamente mientras asentía con la cabeza–. Creo que deberíamos dormir antes de que amanezca, al menos hoy no nos dejarán mirando la puta pared todo el día.

Cierto, –concertó moviendo la cabeza afirmativamente–. Tengo mucho tiempo sin salir a jugar en el campo, –bostezó y luego se estiró–, en fin, tengo mucho sueño. Duerme bien.

Descansa, –dijo Liam acostándose nuevamente–. Nos vemos más tarde.

Jericco se subió a su cama y se acostó abrazando la almohada, se sentía aliviado y pudo dormir hasta el mediodía.  

𝐏𝐋𝐄́𝐘𝐀𝐃𝐄𝐒 𝟐: 𝐄𝐋 𝐎𝐑𝐈𝐆𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora