Prólogo

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El rol de los betas en la manada era simplemente de apoyo, inteligencia y estrategia. Nunca debían ver más allá del hombro del alfa, ni aspirar a crecer a más. Un beta solo era un consejero fiel. Su familia fue poblada de puro de ellos, cada uno tenía gran capacidad de ser el compañero del alfa, su fiel y simple alfil. Desde sus antepasados hasta su bella madre quien solía llevarlo al trabajo.

Acompañándola un día fue que conoció al hijo del alfa. Adam era el que tenía más posibilidades de gobernar a futuro y por eso su madre lo orilló a conocerlo, hacerse su amigo. Kaspar estaba destinado, desde pequeño, a ser el consejero de Adam, la mano derecha del próximo alfa de la manada de lobos.

Adam se convirtió en su protector.

Los niños que solían molestarlo por su apariencia débil dejaron de hacerlo, con el hijo del alfa todos mantenían respeto. Adam siempre le sonreía y le decía lo mucho que valía cuando mostraba conocer un poco más que él. El peliplata siempre le miró como a un igual, jugó de pequeños con él como un amigo más, olvidando los próximos cargos que ambos tendrían.

Por eso Kaspar se centró en ser más precavido. La mucha curiosidad e impulsividad de Adam un día lo mataría y él debía velar por su seguridad. Lo que muchos veían como cobardía, él lo veía como una forma de proteger al próximo alfa. Por eso optó por aquella personalidad temblorosa, para dar a conocer a Adam que en cualquier lugar que estuviesen estaban en peligro y era necesario salir. De esa forma lo mantuvo seguro y vivo.

Adam ignoró sus advertencias en dos ocasiones. La primera cuando lo llevó con él hacia el muchacho que toda la manada despreciaba. El único lobo negro de todos ellos, el sobreviviente de su familia. Kaspar lo dejó pasar, porque de pronto vio en los ojos del lobo negro la misma presión que él tenía. No veían más allá de su familia o su manada.

Nick era un remolino entre toda su amistad. Su fuerza llegó a sobrepasar la de Adam por un momento, razón suficiente para que los entrenamientos del próximo alfa se volvieran más frecuentes. Kaspar no se separó de su lado, hacerlo significaba una reprimenda de sus padres, los betas de la manada, aprovechó para intentar realizar el mismo entrenamiento.

Pero generaciones que solo usaron el cerebro y no músculo cayeron sobre él cuando un día no pudo seguirle el paso a Adam. Esa tarde su madre no le permitió entrar a casa hasta encontrar al hijo del alfa.

—Tienes cara de niña —Esa noche Nick lo ayudó a buscar a Adam, su encuentro se extendió durante horas en las que Kaspar descubrió que el lobo negro solo buscaba un poco de cariño, aquel que le fue negado cuando mataron a toda su familia—, de esas muñecas de porcelana que suelo ver en el cuarto de la habitación de la hermana de Adam.

Hace años lo molestaban por esa apariencia, pero con Nick sintió algo cálido en su pecho. Sintió que alguien veía en él algo más fuera de ser el próximo beta de la manada. Por eso no dio un límite a su admiración y pronto todo aquel sentimiento mutó a una clase de cariño que veía en los ojos de Krista al ver a Adam.

La segunda vez que Adam ignoró sus advertencias fue cuando conoció a Luka. Un guepardo que solo llegó a sus vidas para arruinar todo. Luka le daba cierto temor y le provocaba envidia. Porque pudo ver en Nick la mirada que alguna vez quiso que le dirigiera a él. Nunca iba a culpar a Nick, Luka era simplemente un felino hermoso que encandilaba a quien lo viera. Con el paso del tiempo se dio cuenta que realmente no era una amenaza. Su alivio se intensificó cuando Adam mordió a Luka.

Nick significaba para él un respiro a toda su vida destinada a ser solo un beta. Solo que no podía aspirar a ser algo más que un amigo, no importaba ya no tener una competencia. Kaspar y Nick eran esos polos opuestos que no podían unirse por más esfuerzo que pusiera. Solo que no quiso aceptarlo, no cuando Ross apareció para alejarlo de la única persona con la que se sentía a gusto.

Quizá Ross le desagradó un poco más cuando vio la facilidad con la que encantó a Nick, cuando a él le costó un tiempo ganarse su confianza. Tal vez ese odio creciente dio frutos que nadie esperó.

Su envidia por conservar a Nick hizo que cometiera traición hacia las únicas dos personas que le aceptaron sin el título que tenía. Adam fue el más afectado. El error de Kaspar de confabular con una loba negra le costó a su alfa su cachorro.

La confianza que Nick y Adam alguna vez le tuvieron se desvaneció y volvió a quedarse solo.

Lo demás fue solo resignarse a ser el beta que todos esperaban. Un consejero más que no debía ver a su alfa a los ojos. Se refugió en su inteligencia para ocupar todo su tiempo en trabajo y no pensar en nada más.

Chance [Flesh 4] (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora