𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐭𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 -[𝐭𝐫𝐮𝐞𝐰𝐨𝐬] || terminada

𝟦.ᴠɪᴅᴇᴏ⦂

"Ahí descubrimos lo que lo público en nuestra relación nos podía afectar, aunque aún es lindo de recordar"

"Una de nuestras primeras citas" Recordó Valentín soltando un suspiro de enamorado. Una de las primeras veces que se vieron fuera de la plaza o de sus casas, en un lugar público.

A mitad de año en dos mil diecisiete, en ese entonces, más jóvenes, los dos chicos tenían una amistad muy unida. Siempre estaban para el otro en todos los mambos y mínimos problemas que tuvieran. Eran compañía vital e incondicional para el contrario.

Hasta que una sensación extraña se formaba en el estómago del más pequeño cada vez que veía al mayor. Se sentía como cuando comía de más y su panza era revuelta de una forma molesta e incómoda.

Está siempre aparecía cuando estaba con el castaño. Cuando hablaban, se abrazaban o simplemente lo veía. Ante esto pensó en que el ojiazul le hacía mal porque le causaba ese remolino y lo ponía nervioso cada vez que le tomaba la mano. Decidiendo tomar un poco de distancia y estar cortante con el.

Lo que hizo que Valentín se confundiera. Mateo se había alejado repentinamente de él, lo evitaba todo el tiempo y las únicas veces que le hablaba lo hacía de manera indiferente, y fría, haciendo que este se entristeciera.

Pero lo que más miedo le causó al de rizos, es que cuando le pregunto a su fiel amigo, Manuel, sobre esta extraña sensación, él le había afirmado que estaba enamorado del ojiazul. Mateo se encontraba aterrorizado, nunca había sentido algo por un amigo y menos por un pibe.

Como toda persona, tuvo su tiempo de aceptación, de no estar intranquilo ante la idea de que le guste o le atraiga alguien de su mismo sexo. Por suerte, este no fue tan largo, siendo que un mes fue suficiente para que el rizado este a gusto, cómodo y orgulloso de sus preferencias.

Y así como enfrentó sus sentimientos, enfrentó a Valentín. En este tiempo el más alto estaba triste, no entendía el porqué de la distancia del rizado, hasta que el menor, en la tarde de un día soleado, le confesó sus sentimientos en la banca de la plaza.

Valentín quien venía escondiendo y guardando la atracción que Mateo le producía, le correspondió al instante cuando el menor con mucha vergüenza lo encaró. Aclararon de una manera firme los sentimientos mutuos y decidieron formar una relación a su tiempo, sin apurar ni forzar nada, dejando que todo fluya como si fueran brujos con magia en sus manos y corazones.

Y después de eso se juntaban, no mucho más que antes, porque eso era imposible, ya que se veían todos los días, pero obviamente no era lo mismo que tiempo antes de su declaración, eran "algo" exclusivo, no necesitaban etiquetas tampoco, en ese entonces estaban bien con el hecho de saber que el otro era algo más que un simple amigo que compartía sus mismos sentimientos.