El Gran Bosque del Desierto, oculta horribles secretos, capaces de oscurecer la luz que por siglos, daba esperanza y alegría, a todo pokémon que pisará esas tierras. Ahora, cuando ya la luz estaba por extinguirse finalmente, un destello que ha caído...
Solo tenía una palabra para describir la sopa, que la noche anterior había probado y era, ¡exquisita!
El padre de Rafael, sabia hacer comidas deliciosas y lo demostró ayer en la cena que realizó por los diez meses de mi llegada. No hubo invitados por lo que tuvimos que devorar todo lo que había hecho, pero valió la pena, valió mucho la pena comer toda la comida. Aunque en parte me arrepiento porque desde que me levante he estado en el baño, sentado en la poceta.
─Agradezco que la especie de Rafael use pocetas, de verdad que lo... ─tuve que entrelazar mi brazos tentáculos para crear dedos que apretar, porque lo que salió por mi trasero no fue nada normal─ ¡Maldición! ¡¿Cuánto más tiempo estaré aquí?!
─Toma éste zumo, Deo ─dijo Rafael desde el otro lado de la puerta. Use mis poderes psíquicos para abrir la puerta─. De a poco lo vas a tomar ─expresó Rafael y luego rió─. No puedes comer mucho por lo visto.
La risa se reanudó y después vi el vaso con un líquido transparente, junto a un brazo con quemaduras.
─Gracias ─expresé fríamente mientras volvía a usar mis poderes para llevar el vaso hasta mi pecho─. ¿Cómo van esas quemaduras?
La risa se detuvó de golpe, posterior a eso Rafael cerró la puerta.
─No quiero oler tus desperdicios ─indicó el pokémon marrón─. Y las quemaduras, como ya te he dicho, ya no me duelen. Además me hacen ver más rudo.
─Rafa... de verdad...
─¡Ya Deo! ¡Lo que paso fue mi error no el tuyo! ─exclamó Rafael─ Se que te sientes mal por haber quemado mi brazo con tu ataque ese día, pero eso paso ya hace seis meses. Mi brazo derecho esta mejor, ya no duele, ni arde y menos pica, así que por favor, deja de disculparte a diario.
─Aún me sienta el haberte lastimado, Rafa ─dije mientras absorbía el líquido por mi pecho─. Pero si quieres que deje de disculparme lo haré, solo porque lo pides tú.
─Esta bien. Cuando salgas del baño, tengo algo que contarte ─se oyeron sus pisadas alejarse─ ¡Te esperare en el patio de atrás!
─Y pensar que usar el mismo ataque de Rayquaza, lastimaria a Rafael... mi forma ataque es muy peligrosa...
Ya me sentía mejor, por eso, estaba por el camino de tierra que se encuentra entre los árboles de bayas con los que la familia de Rafael se gana la vida. Árboles de casi ocho metros, se alzan en lo alto con decenas de bayas entre sus ramas. El olor que liberan al la brisa soplar sus hojas es único, y es algo que me gustaría guardar para siempre.
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─Los árboles de bayas atania y caquic, están por terminar de dar sus frutos, ya pronto será la cosecha ─dije viendo las bayas rosadas y azul oscuro─. Pero imagino que Irwin retrasará la cosecha, hasta que las bayas aranja estén en su punto de cosecha... como dos semana más ─vi los únicos cinco árboles de aranjas que había en el patio al costado izquierdo.
