❝cero❞Sonreí, hice muecas lindas, pose para muchas fotos, abracé a cada una de las chicas que me rodeaban y besé la mejilla de las que se tomaron la molestia de prepararme un obsequio.
Quería hacerlas feliz por quererme y admirarme, pero también porque... porque a ella la hice sufrir.
—Oikawa-senpai, ¡usted me gusta! —escuche una voz diferente entre la multitud de féminas a mi alrededor.
Conocía y recordaba las características de todas las chicas que siempre me interceptaban, ya sea en la escuela o en los gimnasios donde jugaba, me esforzaba por recordar el nombre de cada una porque necesitaba olvidarla a ella, quitarla de mi mente y consigo la culpa que sigue atormentando mi corazón, por eso sabía que esa melodía diferente era de una chica que nunca antes se me había acercado.
Baje la mirada para buscarla entre el grupo, hace mucho que no escuchaba una declaración tan pública como esa, por su valentía no debía de ser ignorada. Entonces la vi, sus cortos cabellos azabaches y los dos moñitos que adornaban cada lado de su cabeza, su flequillo despeinado y finalmente, sus lindos ojos azules oscuros.
Bufé durante una milésima de segundo, la chica tenía las mismas características de mi querido —no tan querido— kōhai, pero luego volví a sonreír.
Al menos no se parecía a ella...
Toque con delicadeza su mejilla, viendo como estás se tornaban de un fuerte color carmín, era muy pequeña y verla sonrojada la hacía ver aún más tierna.
—Tu también me gustas —me atreví a decirle. Sus grandes ojos se abrieron a la par y el bullicio a nuestro alrededor dio fin— ¿cómo te llamas, bonita?
—A-A- —tartamudeó mientras presionaba sus ojos con fuerza.
Estaba nerviosa, reí un poco y coloqué mi mano sobre su cabeza despeinando aún más su flequillo. Pequeña, sonrojada y nerviosa, era la perfecta combinación de ternura.
Aunque tal vez debía mantener mis manos lejos de ella, su uniforme me revelaba que aún seguía en secundaria.
Jeje.
No otra chica de secundaria por favor.
—¡Oikawa-san! ¡También me gusta a mi! —habló Yui jalando mi brazo hacia su lado.
—¡A mi también, Oikawa-san! —esta vez dijo Soma.
—Todas ustedes me gustan, chicas.
No mentía, cada una de ellas era una hermosa flor con propia belleza.
Los chillidos de las féminas volvieron a escucharse y cuando me di cuenta que nunca pude escuchar el nombre de aquella tierna persona, no volví a encontrarla en la multitud.
El dolor llegó de golpe.
—Bakawa —ese era el gruñido de mi amigo— ¡AL GIMNASIO!
Oh, oh, no.
—¡Iwa-chan, el zapato duele más que el balón!
—¡IDIOKAWA!
Me despedí de mis chicas, buscando otra vez entre ellas a la pequeña azabache, la cual no debía pasar del metro cincuenta, y otra vez, no la encontré.
A...
¿"A" qué?
Seguramente la vería otra vez.
PROXIMAMENTE
ADVERTENCIA
Quiero que sepan que esta historia no tendrá a una protagonista perfecta, ella será como tú y como yo, una persona con problemas e inseguridades. Tratare muchos temas de autoestima por las que he pasado yo en mi adolescencia, así que por favor no me vengan a decir que esperaban a alguien más perfecta porque no lo tendrán.
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