El búnker

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Caminábamos cuidadosamente, El Capitan conocía bien la zona y eso me hacía andar con seguridad.

—Yuno, vuelve a mi— dije por lo bajo caminando pasos detrás de él. En un tono triste.

—Es probable que Yuno no vuelva— Seco, frío.

—¿Me deja al menos tener esperanza, capitán?— Hice una mueca y saque la lengua hacia el mientras no me veía.

Silencio.

Solo veía su espalda, llevaba bien puesto el uniforme, no se le nota qué pasó la noche sin cambiárselo, a comparación de mi, que parezco un desastre.

—¿Que pasa si nos topamos con una de esas cosas?

—Morimos.

—Yo creo que entre usted y yo podemos contra uno, tú lo agarras y yo le doy en la cara con esto— Me incorpore a su paso y le mostré mi cuchillo.

Juro que por una milésima de segundo una de las comisuras de sus labios se alzó. Y sonreí.

—No vas a vivir mucho tiempo. Dime Izumi ¿Cuantos animales hemos visto en estas horas?

Coloque mi dedo índice en mis labios intentando recordar haber visto alguna criatura.

—Ninguna.

—Es la radiación del camino— Me mostró un aparato viejo que mostraba algunos números —Esos números se llaman MiliSieverts, estamos a 15 ¿correcto?

—Si, correcto— Estaba inmersa recibiendo la información.

—15 MiliSieverts es una cantidad alta para las 3 horas que tenemos caminando, tendremos represarías, como mareos y dolor de estómago, pero no moriremos si no nos volvemos a exponer de esta manera. La radiación se acumula en el cuerpo, si acumuláramos 1,000 mSv o 1 sievert moriríamos seguro o llegaríamos a desarrollar algún tipo de cancer. Incluso con menos cantidad— Aseguró.

—Estamos tomando un riesgo, pero estamos evitando otro, ninguna criatura está aquí por la radiación, incluyendo a...

—Así es— interrumpió —Ellos no se acercan a tierras donde la radiación supera los 5 mSv. 

—Que precavidos— Bromeé.

—El problema es que nosotros debemos serlo también, compartimos hábitat con el enemigo.

—Entiendo— Asentí.

Asintió y camino más rápido dejándome atrás.

—Quiero uno de esos también.

—¿Como sigue tu herida?

Me toque la parte afectada y sentí un punzante dolor. Mordí mi labio inferior —Bien, perfecta, casi no siento dolor.

—Nunca le mientas a un superior, idiota.

—Estaré bien— conteste cansada.

No se cuanto más faltaba pero sentía que me quedaba sin aire a cada paso.

Unas pisadas entre los árboles me pusieron los sentidos alertas, el capitán se colocó frente a mi, sacando una impecable espada.
Yo saque mi cuchillo con la mano temblorosa y mire de reojo al capitán quien tenía un semblante duro.

Girl meets evil: The eternal | JJK + MYG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora