Mierda. Me he quedado dormida, no lo puedo creer, podría jurar que anoche puse la alarma antes de dormir. No puedo creer que esté a punto de llegar tarde al primer día del instituto de mí último año, tiene que ser una broma. En definitivo, tengo una suerte de lo peor.Solo tengo 30 minutos para llegar al instituto, mierda. Tomo una ducha lo más rápido posible y cojo lo primero que encuentro en el armario, unos jeans rasgados y una linda blusa color morado. Tomo mis combers y me los calzo, miro al reloj en mí muñeca y solo me quedan 15 minutos, me siento sobre el tocador y me hago un perfecto delineado a pesar de la prisa en que lo hago y me aplicó un poco de brillo labial.
Salgo de mí habitación con la mochila colgada por los hombros, no me da tiempo de desayunar por lo que entro a la cocina y cojo una manzana.
—Buenos días mí niña — me saluda Paola, una empleada de la casa y a la que tengo tanta confianza.
—Buen día Pao — respondo con una leve sonrisa — tengo que irme — me despido y dispongo a salir de la cocina.
—Pero no has desayunado nada — me dice Paola — podrías ponerte mal por eso— Pao siempre se ha preocupado por mí, me ha cuidado desde que yo era niña pequeña, es una mujer de 45 años, aunque no los aparenta, de pelo castaño, y claro con una sonrisa que es lo que más la característica, puede que Paola sea una empleada, pero yo la considero como de la familia.
—No te preocupes Pao, me comeré una manzana — digo y le muestro la manzana que tengo en la mano y ella asiente.
—¡Ah! Mi niña no se te olvidé que hoy regresan tus padres de su viaje — claro hoy regresan mis padres, no lo he olvidado, estoy ansiosa por verlos, hace una semana que fueron a Los Ángeles y les hecho de menos.
—Claro que no se me olvida, estaré de vuelta a casa en cuanto termine las clases — digo y me dispongo a salir de casa, por suerte Alfonso, nuestro chófer me espera en la entrada de la casa, subo al coche y nos dirigimos al instituto.
Llego 2 minutos antes de que cierren el portón, justo a tiempo. Camino por los pasillos teniendo en mente a dónde me dirijo, la clase de literatura, por suerte hace una semana que nos enviaron el horario que tendríamos, así por lo menos no estaré pérdida por los pasillos.
Entro al salón y suspiro al ver qué el profesor aún no llega, miro a mí alrededor buscando un sitio vacío, sonrío al ver a mis dos mejores amigos sentados en la esquina del salón, ambos me hacen un gesto para que me acerque a ellos y veo un sitio vacío justo a un lado de Franco mientras que Jennifer ha tomado asiento frente a él.
—Hola chicos — saludo y tomo asiento en el lugar en que me han apartado.
—¿Por qué has tardado? — me pregunta Franco, mí mejor amigo, un chico de hermosos ojos color verde océano, un leve bronceado que lo hace ver atractivo, de pelo castaño, además es un chico alto, a su lado soy una enana, sobrepasa mis 1.65 de estatura. Cabe recalcar que mí mejor amigo es todo un don Juan, teme al compromiso ya que prefiere aventuras de una solo noche como el las llama.
—Me he quedado dormida — respondo con un poco de sueño aún — no ha sonado la alarma — me justifico, aunque se que lo más probable es que haya olvidado activarlo.
—Franc, me debes 10 dólares — dice Jennifer, y yo la miro algo confundida.
—Aposte a qué llegarías tarde — me aclara Jennifer, mí mejor amiga, una hermosa chica de piel blanca, ojos azules, y a diferencia de mí ella tiene una larga melena roja.
—Pues ahora me debes una malteada por hacerte ganar — le digo yo.
—Por lo menos le gane al idiota de Franc — dice está con una sonrisa triunfal.
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A lo que llaman prohibido
Teen FictionHay amores que pueden ser Prohibidos, pero ¿son imposibles? Una chica recientemente decepcionada del amor. Un sexy y guapo profesor. ¿Qué podría salir mal? Descúbrelo.