Aquél pasillo era largo y silencioso, aún estando rodeado de personas que hablaban sin sonido y caminaban en algodón. Era brillante y oscuro a la vez, ya que podía ver su camino pero no el que deseaba, además de que lo enceguecía tanta luz. Su vista se fijaba solamente en la puerta y, cerrando sus oídos y entrando en modo automático, movía sus pies en dirección a su estrés: la multitud.
Fuera del edificio lo recibía una muchedumbre de fanáticos que desbordaban euforia, odio y deseo. Los guardias refrenaban a los adolescentes cuidando que no pasaran las cercas metálicas en cuanto salía por aquella gran y brillante puerta.
Una estaca helada se clavó en su cuello, haciendo que frunciera la boca levemente refrenando alguna palabra, suspiró y levantó la mano un poco. Una sonrisita se formó en sus labios y con los ojos por encima de la gente saludaba de lado a lado, tratando de aparentar cordialidad.
El freno del móvil frente de él le dió un motivo por el cual apurar más su caminar, haciendo una reverencia al llegar a la puerta; su felicidad por irse estaba más que clara.
Las luces se deslizaba sobre la superficie de las ventanas, colándose un poco en el oscuro interior del vehículo alumbrando el pesado semblante de chico con ojos esmeralda, así como también la gélida e inerte expresión de seriedad de su progenitor.
-Adrien -llamó el mayor, quitando los lentes de su vista y frotando ambos ojos con cansancio-, tu comportamiento no fue óptimo para el acuerdo entre L'darce y nuestra marca.
El joven se sentía una máquina, todo era "Haz esto", "Haz lo otro", "No hagas esto ni aquello", "No seas feliz". Bueno, técnicamente lo último nunca se lo había dicho, pero lo sentía de esa manera debido a los parámetros tan pequeños que le imponían; lo hacían claustrofóbico. Su padre lo utilizaba como un muñeco cuando sus potenciales interesados tenían algún hijo. Ya estaba harto y cansado de tener que aparentar que se llevaba bien con los críos de los socios de su padre, algunos les caían bien pero la mayoría eran demasiado insoportables.
«Me cansé de esto, quiero cambiar todo por ser un chico normal un día... Necesito un respiro»
Aquel pensamiento hacía eco en su cabeza, impidiendo el paso de las palabras que de decía su padre. El modo automático se había encendido al igual que su imaginación. No tenía idea de a qué accedía o qué era lo que estaba negando, pero no le interesaba porque tenía su método de escape. Miró su anillo y sonrió al recordar su doble vida en las calles de París.
Apenas entró a la mansión se dirigió escaleras arriba cerrando la puerta a su espalda al ingresar a su dormitorio y encaminado su cuerpo a la cama, lanzándose sobre el colchón
-Demonios -se quejó Plaga, su compañero, al salir de la camisa del muchacho-, esto de ser una súper estrella del modelaje me da dolor de espalda -frotó dicha zona y luego dio una pierueta-. Pero acepto las consecuencias porque, después de todo, no puedo ser inocente siendo culpable de mí belleza -ronroneó mientras traía un pedazo de queso entre las patas.
El rubio ahogó una carcajada en la almohada ante aquello, la verdad que agradecía tener a alguien como su compañero para levantarle el ánimo cuando su vida lo abofeteaba y su padre doblaba el golpe.
Las luces se apagaron y Adrien decidió descansar como era debido, aunque mucho no podría dormir ya que tenía una sesión fotográfica temprano.
Tic, tic, tic...
Ese sonido era insignificante pero aún así molestaba el letargo de ricitos de oro, optando por taparse la cabeza con una almohada aunque no funcionó ya que casi se asfixiaba con su aliento.
Al levantarse y prestarle atención al ventanal pudo ver que una figura estaba de pie afuera, golpeando con un dedo la superficie y haciendo ese irritante sonido. Dedujo que era masculino debido a la anchura de sus hombros con respecto a la cintura.
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Lukadrien shorts
FanfictionAquí habrá una serie de one-shots, AU y songfics de mí pareja miraculer favorita. Espero sea de su gusto.