CUATRO

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la semana comenzó de nuevo y ahora estábamos a miércoles.

y como ya estaba terminando el día escolar significa que me toca quedarme desde las cuatro y media, hora que termina la jornada, hasta las seis.

una hora y media soportando al aweonao ¿Podía pasar algo peor?

—Arriba los corazones que la vida es hermosa.—Sí, el positivismo de mi hermanastra.

no había razón alguna pero puta que me caían mal las personas positivas ¿Qué wea le veían de positivo al mundo? Si ya estaba por acabarse porque los humanos somos tan aweonaos que destruimos lo que tocamos.

¿Algo que odiará más que a los positivos? Los weones futbolistas no entiendo como su cabeza puede ser: fútbol, fútbol, fútbol, siempre fútbol.

¿Por qué estaba pensando en eso? porque cuando iba cruzando el patio me llegó el tremendo pelotazo en la espalda.

—Perdón.—un mino bajito de pelo rubio se acercó a mí, rodé los ojos y patee la pelota a la chucha.—Perdón.

Volvió a decir, lo ignore y seguí caminando.

—¿Por qué no le reventaste la pelota o pegado un combo como lo hiciste conmigo?—apareció de la nada el ex-teñido.—¿Vamos a ir ahora?

» Oye, ¿No creís que porque vamos a convivir por el resto del primer semestre y todo el año porque vamos en el mismo curso deberíamos llevarnos bien?

—Oh el culiao desagradable, si querís que nos llevemos bien quédate callado.—rodé los ojos y seguí apurando el paso.

—¿Yo soy desagradable?—preguntó indignado, me agarré el puente de la nariz.—Seguro tú erís muy simpática.

—¿Acaso te pregunté?—achinó más los ojos como si eso fuera posible.—No, no te pregunté ni una wea, así que cállate por la chucha.

—Puta que erís pesa...

que ganas de tener un botón de mute weon, callaría a todo el mundo porque puta que me estresan.

seguimos caminando hasta la biblioteca-sala de computación y ahí nos esperaba la señora Gracia, una mujer de sesenta y dos años que con cuea se puede parar y no escucha bien, o bueno, que escucha lo que le conviene.

—Hola chiquillos.—nos sonrió, aplané los labios y alcé las comisuras.

el Elias abrió los ojos como platos y con sus dedos índices toco mis comisuras.—¿Estay sonriendo?

lo empuje.—Sale pa' allá, si no querís que te pegué otro combo.

—Abita no sea violeta, niña.—rodé los ojos.—Ya pasen, pasen.

Entré luego de la señora y al final el ex-teñido, nos sentamos frente a su escritorio.

—¿Qué vamos a hacer?—preguntó mirando el lugar.

—¿Qué dijo?—me miró arrugando la frente.

—Repítele.

—¡¿Qué vamos a hacer?!—le gritó.

ven que sólo escucha algunas cosas.

—Ah, ahí sí.—asintió y sacó un paquete de galletas.—Vamos a tomar tecito.

fruncí el ceño, el ex-teñido aplaudió contento.

—¡¿En qué la ayudó?!—volvió a gritar, lo miré feo, su voz normal es como suave y para nada ronca pero cuando grita se le sale lo chillón y yo odio la gente chillona.

NO SEAI LLORONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora