próti méra

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Estaba feliz, dentro de lo que cabe. Después de haber llorado en la tina del baño en su casa. Se había arrastrado por la pared, abrazado sus piernas y después había secado su cabello. Fue al espejo y trató de ponerse más lindo de lo que ya era naturalmente, utilizando maquillaje disimulado. Un simple delineado, máscara de pestañas y bálsamo labial le hacían resaltar de la multitud como si fuese un vaso de agua en el desierto.

Su uniforme de trabajo ya estaba planchado. Un traje, color lila con botones negros y delicados, con una pequeña abertura en el saco, una camisa blanca y una corbata del mismo color que el resto del traje. Le apretaba ligeramente de la cintura, sin embargo, sabía que eso no podía cambiarlo, su cuerpo estaba hecho para demostrar sus atributos, como su delgada cintura, sus muslos carnosos al igual que sus labios y por supuesto, su trasero, el cual era espectacular, como muchos solían llamarle. Se miró al espejo una vez más y después a la permanente marca en su muñeca.

— hoy nos vamos a controlar, idiota. Vamos a trabajar solamente y después volveremos, y así el resto de los días. Debo ganarme ésto por mi cuenta.

Dijo, observándose directamente al espejo, de fondo en su celular sonaba "parce" de maluma, sonrió al recordar que prácticamente se la habían dedicado, esa fue una experiencia divertida.

— ¡Lu, vámonos ya!

Se escuchó de fondo su mejor amigo, Baekhyun, o hyunnie como solía llamarle. Vivían juntos hace tres años, cuando ambos entraron a la misma universidad después de conocerse en preparatoria y sentiste conectados, era algo que solía pasar entre personas como ellos.

— Ya voy, no me grites idiota, no soy sordo.

A pesar de lo que se había prometido, se conocía. Inevitablemente, tomó dos condones y un sobre de lubricante que se encontraba en el primer cajón al lado de su cama. Lo odiaba, pero eran sus instintos y era mejor resignarse y protegerse.

˒ 𔘓 

Llegó al lugar de trabajo, el que había soñado desde que era un adolescente en la preparatoria, sus manos temblaban pero no por la razón correcta, eso lo puso aún más nervioso. Sus pies golpeaban constantemente el suelo, dañando la suela de sus zapatos negros que le hacían ver tan elegante. Caminó rápidamente para entrar al lugar. Se dirigió a la recepción, inquieto y con sus dedos apretándose entre ellos y al bolígrafo que tenía. Dió sus referencias antes de recibir el piso al que debía ir, seguido de un "lo están esperando", que para nada mejoró su estado de ánimo.

Se dirigió al ascensor donde había más empleados destinando un piso. Puso el número 06 en los botones y se recargó en uno de los lados, observando su reflejo en los espejos que estaban forrando los lados de éste. Sus pupilas se estaban agrandando y su boca a volverse ligeramente más roja.

— Terrible momento para empezar, ¿no lo crees?

Se dijo a sí mismo, regañándose con el ceño fruncido.

— ¿Está bien?

Habló un hombre más alto que él, con un semblante serio y una ligera mueca de preocupación, o tal vez disgusto. Su traje era pulcro, negro, que dejaba ver su espalda ancha, sus brazos bien formados y probablemente un abdomen marcado, lastimosamente cubierto por la misma tela. Su mandíbula estaba marcada y sus labios eran ligeramente carnosos, sus ojos profundos y su nariz grande. Mientras más le observaba, el mayor lo miraba más serio y su cuerpo se hacía cada vez más tembloroso, dictándole que se pusiera encima suyo y le rogara tener sexo, sin embargo, supo controlarse, después de tantos años, debió aprender a hacerlo. Asintió ligeramente y se volteó hacia las puertas del ascensor, dándole la espalda.

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