aftoí

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Un día más de trabajo. La fecha no lo ponía de humor. Hoy hace un año, había terminado su carrera y había empezado su trabajo, todo a base de chantajes y sexo. Se dirigió al baño y comenzó a quitarse la ropa lentamente, dejando caer su boxer y su camisa grande, lo cual conformaba siempre su pijama. La escena, desnudo, temeroso y temblando, le recordaba tanto a aquellos momentos.

Se metió a la regadera y abrió el agua caliente, de la cual salía vapor debido a la alta temperatura. Importándole poco, entró en ella, al instante sintió cómo quemaba al contacto con su piel, más el pensar que estaba siendo castigado por lo que hizo lo reconfortaba de alguna manera. Se recargó en la pared, con el agua chorreando por su cuerpo.

Aquellos recuerdos. El día en que tuvo que desnudarse lentamente frente a su jefe.

Había quitado su corbata y la dejó al lado de la cama. Su saco y camisa fueron retirados, dejando ver sus pezones con los piercings que solía llevar. Quitó el pantalón ajustado seguido de su bóxer, todo bajo la mirada de aquel hombre, que había prometido cumplir su sueño en poco tiempo.

Todo valdría la pena, todo tiene una razón. Se repetía en su cabeza mientras sentía cómo los dedos del contrario entraban en él, con cuidado de no lastimarlo. Su boca estaba al lado de su oreja, susurrándole para que se calmara, cuando en realidad estaba ido. Él quería hacerlo, tenía ganas de hacerlo, no era porque el contrario le había amenazado múltiples veces, claro que no.

Todo estará bien, su esposa no se enterará, yo estoy bien. Se seguía repitiendo, mientras sentía cómo entraba en él lentamente después de haberse colado el condón. Sus manos fueron a su espalda y enterraron sus uñas en ésta, más por odio que le tenía que por la penetración. Temblaba bajo él, con sus mejillas empapadas de lágrimas, las cuales disfrazaba con lágrimas del placer que le estaba causando.

En unos meses no lo veré más, y olvidaré todo ésto. Estaré bien, estaré bien. Se seguía repitiendo con cada embestida. Golpeaba en su interior con fuerza, más no le causaba absolutamente nada más que asco. Lo odiaba, odiaba el hecho de que sólo estando bajo su cuerpo, con piernas abiertas y fingiendo que le gustaba podría conseguir aquello que tanto deseaba. Necesitaba ese dinero, ese título, ese trabajo y esa experiencia laboral. Lo conseguiría todo, en menos de tres años.

- Ya casi llego, bebé. - El apodo le hizo hervir la sangre. Tenía el descaro de llamarlo así.

Se limitó a responder con un gemido y asentir ligeramente. Tendría que gritar su nombre en cuanto sus cuerpos llegaran al orgasmo, incluso había tenido que practicar para el momento. Porque claro que él lo deseaba, no estaba siento manipulado física y psicológicamente, no estaba siento violado. Él lo quería, ¿verdad?

Finalmente, sintió el semen llenarlo hasta el fondo. ¿En qué puto momento había quitado el condón? Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente. Ya había terminado, sólo tenía que confirmar que lo había disfrutado. Con su mano masturbándolo, llegó a su éxtasis.

- ¡Señor Wang! - Gimió falsamente, terminando por dejarse caer completamente sobre el colchón para fingir haberse quedado dormido. Eso aumentaría el ego del contrario y haría que lo dejase en paz.

- Ruiji... - Dijo una voz femenina.

- ¡Mierda! - Gritó, golpeando con sus puños sus rodillas que antes estaba abrazando sus piernas, en posición fetal bajo el agua estúpidamente caliente.

- Luhan, ¿Qué ocurre? - La voz de su mejor amigo le hizo volver a la realidad. Limpió sus lágrimas y se levantó.

- Se me cayó la botella sobre el dedo chiquito del pie, pero estoy bien. - Su mejor amigo soltó una risita para tranquilizarlo. Por su puesto que no le creía y ambos lo sabían. Se conocían demasiado bien para no hacerlo.

┈─• ☁️ ♡ ָ࣪  𝕠𝗸α𝘁ά 𖤐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora