El lugar era obscuro, era frío y lo único que lograba escucharse eran ramas y hojas crujir a la par que daba pasos, al igual que una ligera brisa, que más que acogedora, le hacía temblar. Había una cabaña, era negra y no daba seguridad, pero no tenía otra opción más que dirigirse a ese lugar.
Llegó y tocó la puerta, tres veces, más no escuchó respuesta. Estaba a punto de tocar nuevamente, cuando se abrió, dejando escuchar el típico chillido de las películas de terror. Tanteó con sus manos, hasta que sintió el interruptor, y lo encendió.
Nada que ver el exterior con el interior. Por dentro era hogareño, completamente blanco, con una chimenea, una mesa larga con bajilla del mismo color con detalles dorados, repleta de imágenes y estatuas religiosas, dándole ligeras ganas de vomitar. Suspiró, cubriendo su abdomen ya que comenzó a dolerle conforme más se acercaba a las imágenes.
Tomó un cojín que estaba en uno de los sillones para poder tirar imágenes sin tener que tocarlas. Conforme más lo hacía, más se sentía débil. Los mareos se intensificaban al igual que el nudo en su estómago. Terminó por tumbarlas todas hasta que volteó a ver su mano. Ya no había un cojín, si no un cuchillo negro cubierto de sangre al igual que en su mano.
— ¡Mierda! — gritó eufórico, buscó algo para limpiarse pero sólo se llenaba más, llegando hasta su cuello.
Una mano, suave y delicada, con uñas cortas y limpias le tomó del cuello, acariciándole el cabello con la otra. A pesar de que no parecían manos que le fueran a dañar, parecía reconocerlas y no le agradaba para nada. Se dió la vuelta y utilizó el cuchillo para defenderse, haciendo un corte preciso en donde sería su estómago, más no había nadie. Se dejó caer de rodillas al suelo, agotado y con sus ojos llenos de lágrimas, hasta que no sintió nada, supuso un desmayo.
Despertó de ese horrible sueño, atareado y con su respiración agitada, cabello revuelto y sus manos temblando. Cada vez los sueños eran más constantes y no le agradaba para nada.
Sabía que no podría continuar durmiendo, más faltaban dos horas para irse a trabajar, recién eran las 6 a.m. Se levantó y fue a hacerse un desayuno, le encantaba cocinar, en especial cosas dulces. Optó por hacer cupcakes de zanahoria, ya que eran los favoritos suyos y de su mejor amigo.
Los sacó con cuidado y los dejó enfriar mientras se dirigía a la habitación de su mejor amigo. Abrió la puerta y se aseguró de que estaba dormido. Se tiró encima suyo y comenzó a patalear y a gritar.
— ¡Un incendio, despierta estúpido! — comenzó a repartir besos por su rostro, dando un par de picos en sus labios, era costumbre entre ellos. Su mejor amigo lo tiró de la cama, dejándolo riendo en el suelo y con un dolor en su espalda.
— ¡imbécil, me asustaste! — gritó el mayor, utilizando almohadas para tirarle al suelo y golpear su rostro, antes de levantarse de la cama y tirar manotazos a su cuerpo.
Luhan rodeó su cuerpo con sus brazos para evitar que siguiera golpeándolo, antes de acurrucarse unos segundos. Baekhyun acarició su cabello con devoción antes de besar su cabeza, hacía rato no tenían momentos en los que se demostraban cuanto se querían.
— tuve el sueño. — soltó de repente, llamando la atención del mayor y haciéndole levantarse del suelo.
— ¿qué sueño? — preguntó, con miedo, sabía de qué sueño se trataba pero trató de pensar que era otro.
— no te preocupes, parecen ser solamente advertencias, aún no llego a ver su rostro. — habló calmado, levantándose del suelo y sacudiendo sus piernas. — estoy bien, no te preocupes, te mantendré al tanto de todo. En otras noticias, hice cupcakes de zanahoria. — sonrió, tratando de mejorar el ambiente, y al parecer lo logró, ya que el contrario le devolvió la sonrisa.
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┈─• ☁️ ♡ ָ࣪ 𝕠𝗸α𝘁ά 𖤐
FanfictionLuhan, tenía veintiún años, medía 1,62 cm, no era fuerte, su rostro era delicado y su cuerpo delgado. Normalmente, tenía la desventaja hablando de fuerza, más utilizaba sus encantos para tener a todos a sus pies y salir adelante, aún si eso signific...