Un Beso en Venecia

Capítulo 4

Un Beso en Venecia

Capítulo 4

Aquel gesto dejó a la pelirroja desconcertada, y ahí la picardía de los meseros hizo efecto.

Les dieron detalles de Adam, y Sarah sintió aún más curiosidad.

Desde ahí, comenzó una batalla de gestos, de miradas fugaces y de cafés con mensajes ocultos.

Bastante hablaban las esquinas de la cafetería. Los chismes revoloteaban más que las alas caoba de una mariposa cuyo camino se cruzó entre los dos protagonistas.

Por fin, una Venecia llena de humo y secretos, estaba viendo nacer una historia fuera de los catálogos y periódicos.

Los ojos de ambos paseaban vagamente por el local; los de él a la belleza de la ciudad, y los de ella al más allá del mar, mientras denotaban una guerra interna por hablar, por dirigirse al otro.

Los dos querían contacto con la persona que significaba intriga, un mundo nuevo por descubrir.

Fue así, de manera simple y desconectando sus sentidos, que Adam acomodó sus lentes y se plantó a un lado de Sarah, que levantó su verde mirada hacia la sonrisa de él.

Pidió permiso para sentarse, y se presentó.

–Hola, soy Adam Lee –extiende su mano, esperando respuesta a su gesto. Por un momento sintió nervios, pero luego de notar la calidez de la mano contraria volvió a respirar.

–Sarah Fitzgerald, un placer –sonríe, achinando sus ojos.

–Tu nombre me suena de algún lado –sonríe sin mostrar los dientes, luciendo como un príncipe de algún cuento de hadas.

Pese a haber cruzado pocas palabras, la notoria envidia se sentía por parte de las otras damas que habitaban el lugar.

No era mentira para nadie que Adam era guapo, pero aguardaba mucho más en su interior que simples estereotipos como ellas.

Eso fue lo que notó en Sarah, que detrás de esa melena pelirroja, había una mente crítica, sin porte de vida perfecta. Sólo un humano que buscaba comprender al mundo y a sí mismo.

Eso fue lo que lo enganchó.

Y el sentimiento era completamente recíproco, pero recóndito, esperando a ser descubierto y llevado a la luz.