Había sido un mes bastante duro para todos, especialmente para Phoenix.
Un mes desde que Dolan se había ido, un mes de puro dolor, tristeza y llanto.
A tan solo 21 días del intento de suicidio de Phoenix, el mismo se encontraba desesperado por ir a visitarlo.
¿Y eso era lo más idóneo estando en su condición?
No estaba tan segura.-Phoe,¿Estás seguro que quieres ir?- volví a preguntar preocupada
-Por enésima vez, si, quiero ir- dijo en un intento de sonar enfadado, más fue todo lo contrario; se le quebraba la voz, sonaba débil-. Puedo tomar un taxi y voy solo
-¡No!- vociferé acercándome a él, no debía ir solo,no podía- No, iré contigo Phoe- sentencie con la voz más suave, tampoco podía ser ruda con él.
Permitir que se marchase sin mi compañía al cementerio no era una opción, el miedo a que volviese a hacerse daño aún estaba presente y jamás lo dejaría solo, menos en un momento tan duro para él como lo era este.
Su dolor es mi dolor.-Entonces vamos, por favor.- pidió casi implorando, estrujándome el corazón. Eché un sonoro suspiro y asentí.
El camino al cementerio fue bastante silencioso, con un Phoe cabizbajo el silencio retumbaba en el vehículo.
Se encontraba con la cabeza apoyada a la ventanilla, con las manos entrelazadas reposando en medio de sus piernas,la mirada perdida y la postura encorvada; era lo que había quedado de él, un Phoenix en decadencia, triste, sin ganas para absolutamente nada, sólo lamentarse y llorar.Todo lo opuesto a lo que era a un mes atrás.Si fuese en otra circunstancia, si Dolan estuviese vivo, probablemente estaríamos yendo a uno de esos bares que tanto le gustaban, estaría parloteando como un loro sobre cualquier asunto, contándome lo bien que le hacía Dolan o quizás cantando músicas de Selena Gómez a todo pulmón. Pero no era el caso.
Dolan se había llevado consigo toda su luz.Al llegar al cementerio, ayude a Phoe a bajar del coche,inválido no estaba pero si destruido, tenía el corazón hecho añicos, me era imposible no resguardarlo.
Al poner un pie en el cementerio, pude notar lo tenso que estaba, tenía la mandíbula apretada y los ojos bien abiertos, se esforzaba por no llorar.
Permanecimos inmóviles en la entrada por un momento, hasta que decidí dar el primer paso; invitadolo a caminar conmigo, él por su parte me siguió.
Caminé frente a el para poder guiarlo, ya que nunca antes había arriesgado su poca estabilidad emocional en visitarlo. Me giraba a verlo a cada tanto, asegurándome que no se haya detenido por el camino, mientras el parecía perdido en sus pensamientos observando las flores que traía en manos.Terminé con la trayectoria al estar frente a la pequeña lápida, al igual que todas con azulejos blancos al similar que la cruz, pero con la diferencia de que esta tenía la fotografía de un Dolan sonriente justo debajo de la cruz.
No necesité comunicarle a Phoe que habíamos alcanzado el destino, al girarme y ver su expresión supe que ya lo había notado.
Tenía un semblante frío, sus ojos se veían más oscuros de lo que en realidad eran, estaba pálido, tenía las ojeras marcadas y se notaba que había perdido peso, atajaba con fuerza en una de sus manos el ramo de flores y la otra la tenía en el bolsillo de su suéter, mientras el frío viento chocaba contra su rostro y su platinado cabello se meneaba con el mismo, todo eso más la fría tarde y sus nubes grises le daban un aura sombría, sin mencionar que estábamos en un cementerio.
Estuvo parado por un momento observando la lápida, hasta que posó sus ojos en mi por unos segundos para después arrodillarse delante de la misma. Colocó las flores al lado de la lápida y dijo:
-Que en paz descanses, siempre estarás en nuestros corazones.- leyó en voz alta lo escrito en la lápida-Tan ordinario para alguien tan heteroclito- suspiró-¿No lo crees?- pregunto alzando un poco su cabeza para poder observarme, mientras retenía con todas sus fuerzas sus ganas de llorar, lo pude notar por sus ojos aguados y rojos más las venas que aparecían imponentes sobre su frente y cuello
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Tristán
Teen FictionUn aspecto de ángel, mas no pasaba de eso;era la oscuridad en persona. Su cuerpo era el paraíso y sus ojos el abismo. Él fue su sueño más oscuro. Él le abrió la puerta y ella entró a su infierno. Ella le ofreció su corazón a su propio verdugo, abra...