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—¿Crees que me veo bien?— Coloqué mi teléfono entre mi hombro y mi oreja a la vez que colocaba mi reloj alrededor de la muñeca.— La corbata no me termina de convencer.

— ¿Por qué te preocupas tanto si ni siquiera querías ir a la cena? —TaeYong bostezo del otro lado de línea, ganándose una expresión de desprecio de mi parte.— Te ves bien con cualquier cosa, eres atractivo, Young.

—¿Debería sonrojarme?— El mayor rió desde donde se encontraba, a veces extrañaba verlo tan seguido.— Si no estuvieras casado pensaría que estás coqueteando conmigo, Lee.

— No estoy casado. — Un silencio tomo lugar entre nosotros por unos segundos.— Todavía.

—Le diré a SooMin que estás actuando extraño.— Terminé de acomodar la correa de mi pantalón y me miré al espejo mientras tomaba el teléfono con una mano.— Te veo luego.

Después de despedirnos, corte la llamada soltando un suspiro largo. El silencio en mi propia casa me abrumaba un poco.

Cada vez que hablaba con alguno de los chicos, ese sentimiento agridulce se instalaba en mi corazón. Y es que, estaba acostumbrado a tenerlos tan cerca de mí todo el tiempo, se me hacía extraño que cada uno de ellos tomará un camino diferente.

De vez en cuando sentía que me estaba estancando, por Dios, mi mejor amigo se iba a casar en cualquier momento. Era normal que me sintiera presionado a avanzar.

Pero... Seguía envuelto en esa época, tal vez era la crisis de la mediana edad la que me obligaba a apegarme a las cosas del pasado. Antes, estaba tan preocupado por mi futuro, por lo que olvidé vivir el presente.

Tan ocupado.

Aún así, me gustaban las reuniones sabatinas en las que nos juntábamos a jugar. Maldición, hace meses que no teníamos una de esa.

Y dudaba que tendríamos una pronto.

Era asfixiante tener que despegarme de esos recuerdos, quizás los momentos más felices de mi vida.

Me di un último vistazo al espejo, esperando verme bien para esa condenada fiesta. Mi buen humor de había ido de vacaciones en unos minutos.

(...)

Ah, la cena del trabajo.

¿Cuántos tragos llevaba?

Desde que llegué me había instalado a un lado de la barra después de saludar a todas las personas importantes, vamos, tenía que lidiar con la tristeza momentánea que sentía por mudarme de la casa de mi madre.

Tienes 27 años, Kim DoYoung, no seas un perdedor.

Pero sí era una cobarde.

—Maldición.— Di un trago largo a la bebida que tenía entre mis manos, la garganta me ardió una vez que el líquido bajo por mi esófago.— Odio mi vida.

Morosis: Far Away; Kim DoYoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora