Desde la ventana, el sol se despide cordialmente. Su destello amarillento, fue reemplazado por un tono anaranjado dejando ver las nubes con una tonalidad rosado. Las personas caminan entre sí, algunas sólo miran el piso con una mirada perdida; otros solo hablan por teléfono, todos están en su propio mundo, ninguno está conectado con el mundo que los rodea. Siento lástima por eso, ninguno es capaz de posar su vista hacia el cielo y observar el atardecer que se nos es dado, y es digno de admirar.
Suelto un suspiro por el pequeño molestar que se está desarrollando en mi cabeza. Ya han sido tres veces en el día, debería ir con el doctor Brown.
Ya han pasado varias horas desde que Alison se ha ido. Al llegar a mi departamento no dejó pasar tiempo y me obligó a contarle todo acerca lo ocurrido. Le conté acerca del ruido que escuché, del choque que tuvimos, ella piensa que es sólo un chico extraño, pero nada fuera de lo común.
«"Es decir, entras en la habitación y encuentras a dos chicas extrañas, aparte de guapas. Que se haya ido, tiene su lógica." » fueron sus palabras.
Desde el encuentro con aquél chico, una sensación amarga se ha instalado en mí. Desde que llegue aquí traté de entender aquella sensación, pero me doy por vensida. El timbre de la sala se hace presente e invade mi espacio personal.
—¡Ya voy!—advierto.
Llego con pasos ligeros hacia la puerta, y estiro de ella.
Luis el portero, me recibe con una sonrisa cansada.
—Disculpe señorita, quería avisarle que mañana pasará un cerrajero y cambiará la cerradura.— calla, pero vuelve a retomar sus palabras. —Usted sabe señorita que no es un edificio con lujos, pero mi jefe quiere aún que sea, brindarle más seguridad.
Ya se estaba tardando.
—Desde luego, gracias por avisarme. ¿Puede decirme a qué hora van a venir?
Luis se quedó pensando, como si le costara hacerlo. Entonces me pongo a pensar con él, Luis lleva trabajando aquí hace treinta años, la mitad de su vida lo vivió aquí. Cuantas cosas no sabrá, y cuantas cosas se le habrá olvidado.
—Ya lo recuerdo.— comenta Luis levantando la cabeza sonriente por su victoria. — Vendrán al medio día, pero como su departamento es uno de los pisos más alto, le tocará por la tarde.
—Perfecto, estaré justo aquí.— sonrío — Gracias Luis.
Me regala una media sonrisa antes de despedirse, baja por las terribles escaleras que atormenta su viaje hasta su departamento. Por mi lado, me volteo y vuelvo a entrar a mi lugar, cerrando la puerta detrás de mí. Mi panza ruge por el hambre que se instaló en mi estómago, recordé que tenía unas porciones de pizzas que hizo Alison y las guardó en el microondas. Llego hasta ellas y apreto las teclas hasta marcar el tiempo deseado de cocción. El pitido del microondas se sincronizan junto al timbre de la puerta. Decido ir hacia la puerta, seguro es Luis, habrá recordado algo para decirme.
Doy unos pasos decididos y abro la puerta, pero no es Luis quién a venido. La persona que está parada en la entrada de la puerta es; Gael. En su mano izquierda trae una bolsa marrón donde el olor a comida china sale desprendido de allí, lleva una sonrisa puesta en sus labios que, como es de costumbre los tiene de un rosado natural, más que cualquier persona. En su otra mano trae un saco, mientras que su pelo está hecho para atrás y me permito verlo aún más. Todo en él es delicadeza, simpleza, en su traje no trae una mancha; ni si quiera de traspiración.
Una sonrisa tímida se me escapa al notar que sus ojos están puestos en mí. Y vuelvo a sentir la misma sensación que cuando lo veo, no es correcto sentirse confundida por tu mejor amigo.
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El Pacto
RomansaUn ángel Un demonio Un pacto Becca Bonnet es sólo una humana más, con su vida normal. Pero, ¿qué es aquello que la atormenta en su sueños? Adam Levine guarda un gran secreto, uno que el mundo no es digo de saberlo.¿Qué es lo que el destino tiene res...