❛ diez ❜

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—¿Qué?— Susurró sicheng en respuesta, aún con los ojos cerrados, fascinado por los labios del japonés.

—Esta es mi petición... quiero... que seas... mi novio ...— el chino no estaba prestando mucha atención a las palabras de yuta, estaba demasiado preocupado disfrutando de la deliciosa sensación de rozar sus labios contra los suyos, y tener sus cuerpos cerca uno del otro.

Incapaz de soportarlo más, el chino silenció las palabras de nakamoto con otro beso, acostado sobre su cuerpo. El chico pronto aceptó el beso, colocando sus brazos alrededor de su cuello en un beso lento y excitante, que ambos amaron. Lentamente, el joven de cabello azabache dirigió sus manos al dobladillo de la camisa de yuta, levantándola lentamente para quitársela. 

El chico de cabello rosado sonrió entre el beso, una sonrisa verdaderamente feliz y hermosa, que hizo que sicheng le devolviera la sonrisa y también se quitó la camisa. El chino dejó un último beso en los labios de yuta, para dirigir su atención a su cuello terso y deliciosamente blanco comenzando a distribuir besos ligeros por el lugar; con cada toque de los labios de sicheng, podía escuchar los suspiros sin aliento de yuta, que eran como música para sus oídos y no pudo evitar sonreír. De repente, el japonés le dio una palmada en la espalda mientras se alejaba del beso.

—¡Alguien viene!— Susurró, poniéndose la camisa.

Sicheng rápidamente trató de alisar su desordenado cabello antes de que su padre abriera la puerta, sacó un cuaderno de su mochila y fingió mostrarle algo al mayor.

—¿Sicheng? ¿Puedo entrar?— Preguntó su padre, abriendo la puerta lentamente.

—Si papá, puedes entrar.

—Tu madre pidió preguntarte si tu amigo se va a quedar a cenar, ella quiere cocinar algo diferente hoy— sicheng miró a yuta de reojo y vio al chico sonreír ante la oferta.

—Será un placer. Por cierto, mi nombre es Yuta, señor— respondió con una sonrisa

—Entonces, ¿podrían ir al mercado por mí? No tardará mucho, lo prometo.

—Sí, nos vamos en un minuto

—Gracias sicheng, fue un placer Yuta. 

—El placer fue todo mío— Tan pronto como su padre se fue, el chino le dio una palmada en el hombro a yuta, con una expresión seria en su rostro.

—¿Porqué aceptaste? 

—¿Porqué?—  Preguntó yuta. —Tengo hambre y mi casa está lejos de aquí aparte me gusta pasar tiempo contigo, cariño— respondió el japonés, guiñando un ojo.

—¿Podemos continuar donde estábamos?

—Esta bien... Cariño.






—¿Ya agarraste los tomates?

—Ya dije que sí, busco pimienta.

—¿Ella pidió pimienta?

—Si hubieras prestado atención y anotado lo que ella dijo, lo hubieras recordado, cariño.

—Eres insoportable. 

–Pero así te gustó— sicheng puso los ojos en blanco por décima vez solo en ese supermercado, lo que hizo que yuta resoplara. Solo había unos pocos productos más para recoger y nakamoto no podía esperar a salir de allí para que la maldita cena pudiera estar lista. 

—¡Espera! ¡Buscaré una cosa más!— Dijo el pelirosa, mientras se dirigían al cajero.

—¡No te demores!— Mientras sicheng estaba en la caja, yuta fue a buscar una caja de cerezas que estaba en oferta.  Cuando el chino vio las bayas en su mano, hizo una mueca tratando de recordar si su madrastra se las había pedido.

—Serán nuestro postre, solo para nosotros dos— dijo el japonés, explicando —Y no te preocupes, pagaré como mi dinero.

—Odio tus sorpresas, Yuta Nakamoto.





Todo había ido a la perfección en la cena. Yuta fue muy educado, tuvo una agradable conversación con los padres de sicheng y casi lo ignoró por completo no hizo nada gracioso, no insinuó nada y dijo que solo eran buenos amigos.

Sicheng sabía que era solo un amigo, pero se sintió aliviado al ver que al menos frente a sus padres yuta lo respetaba. Después de la cena, el mayor ayudó con los platos y la mesa siempre manteniendo una sonrisa en su rostro y una animada conversación; su madrastra terminó preguntando si a yuta le gustaría dormir allí mismo, ya que eran más de las once de la noche y para mala suerte de sicheng, había aceptado una vez más. Jungwoo aún no había llegado, por lo que sicheng estaba solo una vez más.

—La última vez que te quedaste aquí, las cosas no salieron muy bien, ¿recuerdas? — Dijo sicheng, colocando el colchón junto a su cama, donde aparentemente yuta dormiría.

—Sí, lo hicimos, terminamos besándonos en la ducha. Si tus padres no estuvieran aquí, me encantaría repetir eso— respondió el japonés, riendo – Traeré las cerezas, ¿quieres?

—Es lo mínimo que puedes hacer— yuta sacó las cerezas de su mochila y las llevó a la cama de sicheng, donde estaba sentado. 

El chino nunca ha visto a nadie tan feliz de comer fruta como a yuta comiendo cerezas. Parecía un niño de verdad, comiendo las cerezas con una amplia sonrisa en el rostro, manchándose la boca y los dedos. Sicheng sonrió levemente al ver la escena, viendo lo agradable que podía ser nakamoto cuando quería.

–¿Entonces? ¿Aceptas?

—¿Aceptó qué?

—Se mi novio. 

—¿A qué quieres jugar Yuta?— Preguntó sicheng, sacando una de las últimas cerezas de la caja.

—Es mi orden, ¿recuerdas? Quiero tener una cita contigo— respondió yuta, limpiándose los dedos, aparentemente avergonzado.

—No hablabas en serio.

—Ya dije sicheng, no bromeo cuando se trata de ti. Dios, ¿porqué es tan difícil aceptar que me gustas?— Las palabras de yuta golpearon a Sicheng con un fuerte puñetazo en el estómago. En todo este tiempo, no podía creer que el japonés realmente tuviera algún tipo de sentimiento hacia él, de hecho, no podía aceptar eso. 

Pero con yuta allí, diciendo eso frente a él, toda la situación cambió.

–Yuta, yo no...— sicheng fue interrumpido por su teléfono celular, con una llamada de Jungwoo.  El chico suspiró y respondió, irritado por haber sido interrumpido. 

"¿Hyung? ¿Puedes venir a buscarme?
Creo qué... Yukhei se siente mal."

  ִֶָ  ، 𖤘 𖠗 𝖼𝗁𝖾𝗋𝗋𝗒 𝖻𝗈𝗆𝖻 ֶָ 🔭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora