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Doyoung tarareaba suavemente mientras acariciaba la mano de su madre la cual se encontraba acostada en su cama.

No iba a llorar, no mientras su madre estaba luchando por su vida, pero cada que la escuchaba respirar con dificultad quería salir corriendo y gritarle al universo porqué era tan cruel con una persona como ella, nunca le había hecho daño a nadie y amaba a su familia, era un sol que iluminaba con su sonrisa, entonces, ¿Por qué la hacía sufrir? Tenía miedo, cada respiro que daba era un paso más cerca de la muerte y no estaba listo.

En realidad nunca estaría listo para perder a su madre, pero menos a sus diecisiete años, aún era muy joven y necesitaba a su mamá a un lado para que lo fuera guiando en la vida, se suponía que ella evitaría que lo obligaran a casarse para ser rey.

-Siempre supe que cuando fueras mayor tendrías una voz hermosa -dijo Krystal con demasiada dificultad, Doyoung en silencio derramó una pequeña lágrima traicionera. -No, no llores...

-No estoy listo -dijo Doyoung con miedo y apretó con más fuerza la mano de su madre.

-Nadie nace listo, cariño -Krystal iba aflojando un poco el agarre de la mano de su hijo y el pelinegro cerró con fuerza sus ojos sabiendo lo que se venía. -Se fuerte.

Esas fueron las últimas palabras de Krystal.

Doyoung lloró como nunca en su vida, sus hermanos mayores también lo hicieron y Jongin dejó escapar un par de lágrimas en el funeral de su esposa. Todo el reino se puso de luto, aquella había sido una muy gran perdida, el lugar dónde Krystal fue enterrada se llenó de flores blancas y azules, los cuales eran los colores favoritos de ella.

El pelinegro no pudo acercarse a la tumba de su madre, su hermano mayor, Jaehyun, se encargó de abrazarlo y decirle que estarían bien, aunque ni el mismo lo creyera.

Pasaron dos años hasta que Doyoung por fin pudo reponerse un poco de aquella pérdida, pero se sentía más solo que nunca.

Su padre no lo dejaba salir a ningún lugar y casi nunca había nadie en casa así que se aburría demasiado ahí dentro solo haciendo los deberes.

A veces veía a sus hermanos entrenar y la emoción fluía por sus venas al verlos correr en sus caballos con sus armaduras y escudos, lanzando flechas o perfeccionando sus movimientos con la espada, el quería eso, no una escoba y barrer todos los días el mismo cuarto.

Meses después de cumplir veinte años supo que su vida sería un infierno si seguía así.

-Doyoung -dijo Jongin entrando a la habitación del pelinegro.

-¿Sí? -preguntó con curiosidad.

-Vendrán tus pretendientes a verte así que tus tías te ayudarán con tu presentación.

Estuvo a punto de reclamar pero sus tías entraron a prisa a su habitación y lo manejaron a su antojo como si de una muñeca se tratase, o al menos a una muñeca la trataban con más delicadeza.

Solo le habían colocado una bata de seda color rosa y una pequeña tiara dorada, a sus ojos le habían puesto un poco de delineador y le colocaron rubor en sus mejillas además de cubrirle las pecas porque según su tía "no eran estéticas."

Cuando estuvo a solas se miró en su espejo y una mueca de tristeza se hizo presente, parecía un regalo que sería entregado a un grupo de personas, no se reconocía, no era él.

-Doyoung -Taeil, el más mayor de los hermanos, entró a la habitación y se quedó quieto observando al pelinegro. -Definitivamente no vas a salir así, dime qué por lo menos tienes ropa interior debajo.

-No... -respondió avergonzado.

-No vas a salir así, papá se ha vuelto loco -Taeil se fue al armario y le buscó al chico unos pantalones.

-Sabes que si no lo hago uno de ustedes tendrá que ser rey.

-Paso, prefiero morir en la guerra.

-Entonces no reclames y déjame cumplir con mi deber.

-Tu deber no es satisfacer las necesidades de viejos con la cabeza llena de mierda, tu deber es estar buscándote a ti mismo -Taeil se colocó detrás de su hermano y señaló su reflejo. -Ese no eres tú, no es lo que quieres, no es aquel chico que nos amenazaba con tirarnos hielo si le hacíamos algo.

Ante la mención de su magia el corazón de Doyoung comenzó a latir rápidamente, le emocionaba solo recordar que poseía aquella magia tan asombrosa pero llevaba demasiados años sin mostrarla de nuevo, no desde los castigos de su padre.

-¡Doyoung! -los gritos de su padre se escucharon y Doyoung suspiró con una sonrisa triste.

-Taeil -el pelinegro miró a su hermano mayor. -Esto lo hago por ustedes y sus parejas, papá no los dejará gobernar si no se casan con alguien que les pueda traer descendencia, y se que sus novios no pueden... Yo no estoy enamorado de nadie, tú, Jae y Mark están perdidamente enamorados se sus parejas.

-Es injusto -dijo Taeil mientras negaba. -No puedes casarte con cualquiera solo para que nosotros estemos con nuestras parejas.

-Es mi decisión, además, no creo que sea tan malo.

Dicho esto, Doyoung salió de la habitación y se dirigió al salón principal del castillo en dónde conocería a sus pretendientes, aquellos que pelearían por su mano.

Show Yourself ¡! JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora