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Doyoung bajó del caballo una vez que llegó a aquel lugar y se despidió de el con una pequeña reverencia a la cual el caballo respondió.

Algo muy dentro de él le hacía sentir como si ese lugar fuera algo a lo que podía llamar hogar, se dió un momento y cerró los ojos para poder relajarse, el hecho de sentirse bien en un lugar donde no había nadie era algo raro.

—Muéstrate —pidió Doyoung al abrir sus ojos. —Muero por verte.

Con algo de temor entonó aquel canto y la respuesta no tardó en aparecer, el destello violeta junto a aquel canto entró por un lugar completamente oscuro y Doyoung comenzó a correr para seguirlo.

—Vengo aquí por un motivo —Doyoung hablaba en voz alta, era algo que acostumbraba a hacer cuando estaba solo y tenía miedo. —¿Tal vez es por eso que nací?

Su camino estaba bloqueado pero con un simple movimiento aquella pared de hielo desapareció revelando frente a él un gran salón con varias torres de hielo derrumbadas, torres que cubrían la entrada a otro lugar donde la luz brillaba con más intensidad.

Con cada paso que daba se sentía más confiado, el miedo había empezado a desaparecer y la sensación de calidez comenzó a hacerse presente al ver qué podía utilizar su magia sin tener castigo alguno.

Con movimientos tan ligeros con sus manos casi como el viento, logró colocar aquellas torres en su lugar dejando libre el paso hasta una gran puerta hecha completamente de hielo.

—Aquí estoy, he venido desde muy lejos —Doyoung se acercó hasta aquella puerta y colocó una de sus manos en ella viendo con atención el diseño que poseía. —¿Eres la respuesta que busqué toda mi vida?

La puerta se abrió sin necesidad de empujar y en cuanto Doyoung dió un paso para entrar, la sala se volvió a llenar de aquellos pequeños rombos de cristal que había invocado noches atrás.

—Muéstrate, déjame ver quién eres —los cuatro cristales de colores aparecieron uno por uno frente a Doyoung, eran mucho más grandes que los rombos y brillaban intensamente, cada uno con un color representativo. —No me hagas esperar más.

Doyoung logró ver cómo aquellos cristales proyectaban varias figuras, unas hojas del bosque en el viento, una pequeña salamandra en el fuego, un gran caballo en el agua y un gigante de piedra en la tierra. De un momento a otro comenzaron a descender hasta acomodarse en el suelo, una plataforma de color blanco apareció en medio y Doyoung se acercó lentamente, no supo porqué pero se colocó en medio de aquella plataforma.

La habitación se iluminó de un intenso color blanco, el canto volvió a escucharse y cuando volteó a una de las paredes vió a su madre siendo una niña entonando aquel canto mientras sostenía a quién parecía ser Kyungsoo en sus brazos.

De poco a poco todo se llenó de escenas de sus padres, todos los momentos que habían convivido juntos hasta su nacimiento, como su madre lloraba de felicidad y sus hermanos miraban curiosos la escena, como Kyungsoo se enteró de que ya había nacido y todo lo que había pasado mediante una carta.

Su historia estaba plasmada en aquel lugar y Doyoung dejó escapar un par de lágrimas de felicidad al ver qué su madre y Kyungsoo se habían amado con gran sinceridad.

—Donde se unen viento y mar, un río lleva mil memorias que hay —la melodiosa voz de su madre podía ser perfectamente escuchada y cuando se dió vuelta se encontró con la figura de su madre siendo proyectada por aquellos cristales. —A tu hogar has de volver...

—Estoy en él —respondió Doyoung entre lágrimas.

—Muéstrate y admite tu fuerza, esa es la respuesta que has estado buscando —la mirada de Krystal era de completo orgullo hacia su hijo.

De un momento a otro los cristales volvieron a dar vueltas alrededor de él, su vestuario comenzó a caminar a un traje plateado con destellos azules y su cabello adquirió una tonalidad azul metálica.

La proyección de su madre había desaparecido pero la voz nuevamente estaba cantando y aquella luz violeta se acercó a Doyoung, quién al no querer que de fuera comenzó a cantar a la par y en cuestión de segundos, aquella luz lo cubrió por completo haciéndolo obtener varios conocimientos sobre la historia de su pueblo y el pueblo del bosque.

Todo se quedó en completo silencio después de eso, Doyoung intentaba procesar aquella información y cuando por fin fue completamente consiente, salió corriendo del lugar aunque no quisiera, tenía que salvar a su pueblo de la destrucción.

Se volvió a encontrar con aquel caballo y al contrario de lo que se imaginó, se comportó muy bien con el y lo llevó de nuevo hasta donde se encontraba Johnny.

Llegó sano y salvo, un poco mojado pero sin problema alguno y se encontró con su esposo durmiendo al lado de una fogata que, casualmente estaba resguardada por la pequeña salamandra.

—Gracias —dijo Doyoung a ambos espíritus y estos desaparecieron, se acercó a su esposo y tocó su mejilla cosa que hizo que Johnny se despertara.

—Doyoung, estás muy frío —se quejó Johnny volviendo a acomodarse, después entró en razón y se levantó casi saltando de felicidad. —¡Doyoung, mi amor!

Johnny cargó a su esposo comenzando a dar vueltas con él, Doyoung no podía dejar de reír por la divertida reacción que había tenido.

—¿Que pasó allá y porqué estás tan hermoso? Ese estilo te queda bien —Johnny no dejaba de darle pequeños besos por todo su rostro a Doyoung.

—Lamento interrumpir pero necesito regresar al bosque y de ahí a la isla, tengo algo que decirles a todos.

—A sus órdenes, majestad.

Show Yourself ¡! JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora