01.

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Doyoung con apenas seis años de edad se encontraba saltando de un lado a otro en el campo donde sus hermanos mayores entrenaban junto a su padre, con un arco de juguete en mano, simulaba lanzar flechas y acabar con cualquier enemigo que tuviera frente a él para salvar a su pueblo.

—¡Doyoung! —gritó Krystal acercándose a su hijo con una ceja alzada. —Cariño, ¿Que te he dicho?

—Que no debo jugar aquí —respondió el pequeño pelinegro. —¡Es injusto! Mis hermanos siempre practican y yo no, ¿Cuándo empezaré yo?

—Tu no puedes hacer este tipo de cosas, mi pequeña flor —Krystal dió un pequeño golpecito con su dedo en la nariz de su hijo. —Tu vas a tener una labor muy importante cuando seas mayor.

—¿En serio? —preguntó Doyoung ilusionado.

—Ujum, mi pequeño guerrero —la reina cargó a su hijo hasta llegar a la habitación dónde dormía, el rey Jung los miraba desde lejos y a Doyoung siempre le causaba miedo.

—Mamá, ¿Por qué mi papá no me quiere? —dijo Doyoung una vez que lo habían bañado y cambiado con ropas más ligeras.

—Claro que te quiere, es solo que le cuesta expresarse, ya está viejo —bromeó Krystal sacándole una risa a su hijo.

—Tengo otra pregunta.

—Te escucho.

—¿Hay más personas en este mundo que pueden hacer lo que yo? —Doyoung tenía un poco de esperanza en sus ojos y Krystal suspiró con un poco de fuerza, odiaba quitarle las ilusiones a su bebé.

—No lo creo, tu eres único —Krystal tomó las manos de su hijo y frunció el ceño al verlas lastimadas de nuevo. —¿Qué pasó aquí?

—Papá... Por accidente le lancé hielo a Jae, ¡Pero fue accidentalmente! Lo juro —el rostro del pelinegro reflejaba una preocupación inmensa.

—Yo te creo —la reina abrazó con fuerza a su hijo y lo mantuvo en su regazo durante un largo rato.

Su Doyoung había nacido siendo un niño bastante especial y temía que alguien llegara a hacerle daño por ello.

Por las buenas acciones que Krystal había tenido durante su vida y gracias a su conexión con los espíritus de sus antepasados y el bosque, dió a luz a un pequeño pelinegro que a parte de ser el primer doncel en el pueblo, había nacido con magia en su interior.

Y a Krystal le parecía tan hermoso aquel regalo que le fue entregado en sus manos, Doyoung era su todo y normalmente sus otros hijos se sentían celosos de la atención que le brindaba su madre al menor de la familia, sin embargo, Doyoung no tenía a nadie más que a su mamá.

Krystal dejó a su pequeño bebé recostado en su cama y antes de salir de la habitación notó la aurora boreal que se lograba ver por la ventana, en otras ocasiones habría apreciado su belleza, sin embargo, al estar tan preocupada por el futuro de su hijo, no pudo sentir esa felicidad que las auroras boreales le daban.

—Sigo diciendo que lo que haces está muy mal, Jongin —reclamó la reina al entrar a su habitación.

—No voy a dejar que tú hijo lastime a los demás —Jongin le restó importancia acomodándose para dormir.

—Fue un accidente, tiene seis años y aún no aprende a controlarse —Krystal se recostó en la cama mirando hacia el techo. —Si tan solo...

—No.

—Jongin, sabes que Doyoung necesita entrenar y explorar al máximo la fuerza de su poder, no es justo que no lo dejes tocar ningún instrumento de entrenamiento cuando a los demás chicos los entrenas desde que tienen tres años.

—No, Krystal, no es algo que yo puedo hacer, yo los entreno para el ejército, Doyoung no se va a unir al ejército y obviamente no es la clase de entrenamiento que necesita. Mujer mía, mi diosa y reina —Jongin besó la mejilla de su esposa. —Te recuerdo también que Doyoung no es mi hijo, por lo tanto, no es mi obligación.

Y ahí estaba de nuevo con esas cosas.

Krystal había sido obligada desde pequeña a comprometerse con el príncipe Jongin sin la opción de oponerse, era casarse con el o morir ejecutada.

Al final ambos quedaron de acuerdo en casarse para que sus familias estuvieran contentas y a escondidas verse con los verdaderos amores de sus vidas. La chica se veía todas las noches con Kyungsoo, un chico hijo de un ex soldado del ejercito, un chico que tenía que soportar ver llorar al amor de su vida cuando la obligaron a tener un hijo con Jongin.

Hasta que llegó Doyoung a sus vidas, Kyungsoo estaba encantado con aquel pequeño de mejillas gorditas, sin embargo, Jongin le prohibió estrictamente a Krystal volver a encontrarse con aquel chico o si no el mismo se iba a encargar de matarla a ella y a aquel bebé.

—No sabes cuánto te odio —dijo la reina.

—Es mutuo —respondió el rey con una sonrisa.

Si Jongin no entrenaba a su hijo, ella misma se encargaría de hacerlo a escondidas de todos.

Show Yourself ¡! JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora