Capítulo 1

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—Gran intervención Doctora, como siempre.

Halaga uno de los internos mientras termino de suturar a mi paciente tras una complicada cirugía. Le dedico una sonrisa de agradecimiento. Todos los estudiantes en prácticas son iguales, siempre alabando a los superiores en busca de beneficio propio. La mayoría no consiguen nada, pero si tienen suerte y pillan a su jefe de buen humor, les puede permitir participar en una intervención.

Yo soy Cassidy Johnson, la directora del departamento cardiotorácico que forma parte de uno de los hospitales más importantes del Estado.

A mis veintiséis años soy considerada una de las mejores cirujanos del país debido a mi entrega y esfuerzo. Aunque también soy conocida por ser muy estricta con mis internos. Esto no quiere decir que sea mala, pero sí puede que un poco testaruda.

Mi ley de vida me describe perfectamente: "si vas a hacer algo, hazlo bien, sino no lo hagas". Yo siempre he sido muy decidida. Esto también está ligado a mi perfeccionismo y mi obsesión por el orden. No es que tenga ningún trastorno o algo parecido, solamente me gusta tener una vida estable, sin cambios ni sucesos inesperados.

No permito que nadie me menosprecie. A lo largo de mi carrera siempre me he encontrado con esas personas despreciables que siempre han intentado hundirme, infravalorarme y juzgarme diciendo que soy demasiado joven e ilusa para llegar hasta donde he llegado. Enfrentándome a ellas he forjado mi carácter, y si a alguien se le pasa por la cabeza que no me merezco mi puesto de trabajo o incluso mi vida más le vale correr, porque hay personas muy envidiosas en este mundo que tristemente, solamente parecen dedicarse a eso, a envidiar a los demás y hacerles la vida imposible intentando ser mejores que los demás como si se encontrasen en una competición.

Tras informarme de que ya me podía ir a casa, me cambié a mi ropa de calle y salí del hospital dirigiéndome al coche con la idea de llegar a mi piso y descansar.

Cuando cumplí la mayoría de edad me independicé, ya que la universidad se encontraba bastante lejos de casa. Primero viví en un cuchitril compartido con más estudiantes. Mis ahorros no daban para mucho que digamos y me las tuve que arreglar teniendo en cuenta que mis padres se encontraban hasta el cuello de deudas. Cuando acabé la universidad me ofrecieron trabajo en el propio hospital donde había realizado las prácticas y en donde trabajo hoy en día. Me fueron ascendiendo y con ello mi sueldo aumentaba volviéndome adinerada y, tras pagar todas las deudas de mis padres, me compré un piso en condiciones.

Este es mi hogar soñado, lo suficientemente grande como para vivir cómodamente pero sin excederse demasiado, no me gustaba lo extravagante. El estilo del piso es moderno en donde destacan los colores crema, negros y blancos a parte de unos cuantos muebles verde lima.

Es abierto, tan pronto entras por la puerta te encuentras con un gran salón de paredes blancas y negras con sofás crema que se encuentra conectado por la izquierda con la cocina y comedor, constituidos por encimeras blancas y una mesa de madera con sillas a juego. A un lado de la cocina hay un pasillo en donde está la habitación de invitados, el baño y mi habitación con baño propio. En la zona derecha del salón hay una puerta que te lleva a una pequeña terraza con balcón,

Lo que más me gusta de mi piso son las vistas. Me encuentro en la planta 54 y un gran ventanal que ocupa toda la pared frontal de mi salón me permite observar la ciudad y, a lo lejos, el mar que tanto amo.

Tan pronto llego a mi dulce hogar me tiro boca abajo en el mullido sofá. Un suspiro dramáticamente ruidoso sale de mis labios. Como ha sucedido un gran accidente de tren y muchas personas resultaron gravemente heridas no paré de trabajar ni un segundo y mi única salvación eran los cafés.

Ahora mismo seguramente parezca un zombie por las grandes ojeras que tengo. En total llevo 72 horas sin dormir y siento que mi cuerpo pesa tanto que no me puedo levantar para al menos ir a mi cama así que de forma lenta y perezosa me quito los zapatos sin moverme, ayudándome con mis propios pies. Alcanzo la manta negra que se encuentra sobre el respaldo del sofá a modo de decoración, me cubro y me hago un un ovillo.

Plan de ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora