Epílogo.

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Hace un mes que habían terminado con la lista de Steve. Claro que el rubio perdió la cordura con cada paso a seguir.

Y tal como lo pensó, se había vuelto adicto a Tony, a su cuerpo, a los sonidos obscenos que salían de su boca así como a sus expresiones mientras hacían el amor.

Se encargó de llenar aquel lienzo en blanco con sus propias marcas, con un camino de besos, caricias, mordidas y chupetones.

Tony se dejaba hacer, nunca en su vida alguien lo había amado y acariciado de esa manera que creía que nunca sentiría.

Steve solo le hacía saber cuánto vale para él, cuánto lo ama y lo adora con fervor.

-Steve -llamo a su pareja.

Cuando el rubio lo miro, supo que debía proseguir.

-¿Sabes que quiero ahora? -cuestiono soltando un suspiro.

El soldado se sonrojo ferozmente, por su mente pasaban muchas cosas que el deseaba hacerle a Tony. Se golpeó mentalmente por el rumbo de sus pensamientos.

-Y ¿Qué es? -pregunto viendo los ojos de su castaño.

-Tu sabes lo que quiero en este momento -le explico.

Tony se fue de la sala dejando a un Steve pensativo.

¿Qué es lo que debe saber exactamente?, Steve pensaba en algo como: sexo vespertino, cita de algún día especial.

Pero no recordaba que es lo que deseaba su pareja. Así que lo siguió a la habitación y le dió un poco de aquellos que sus cuerpos deseaban.

Le hizo el amor de manera más lenta y suave. Sin ser brusco porque la última vez casi termina durmiendo en el jardín.

Ya después de su cesión de muestras de amor le daría de comer. Claro que le preguntaría lo que deseaba de cenar para consertirlo.

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-Quiero cenar donas -pidio Tony despertándose por completo.

Al mirar a su alrededor se vio a sí mismo y sonrió enamorado, soltando un suspiro al ver la cama sin la presencia de su pareja.

-Ya pedí media docena de donas -hablo Steve entrando a la habitación.

-Gracias. -contesto.

Ambos se quedaron en la cama esperando el pedido de donas.

Hoy solo disfrutarían su momento de pareja porque a la mañana siguiente Steve debía irse de misión.

-Ire por un poco de café para que puedas comer tus donas -hablo yendo a la cocina.

-Pero vuelve rápido, tengo frío -le dijo haciendo un puchero.

Steve sonrió al escucharlo gritar esas palabras.

Se apresuró a hacer el café y cuando estaba por servirlo, tocaron la puerta. Abrió.

Pago por su pedido, y despidió al repartidor.

Fue a terminar de servir el café para después ir a la habitación con una caja de donas.

-La cena está servida -dijo el rubio.

-Gracias Steve

El rubio lo miro asintiendo, dándole la caja y la taza.

Lo admiro mientras comía, robándole besos de vez en vez cuando Tony tenía azúcar en los labios o mejillas.

Ambos se extrañarían en la misión aunque solo diré un par de días.

Sus cuerpos llamarían al contrario por contacto, aunque sea un abrazo.

-Te amo Tiny -le dijo después de un beso.

-Y yo a ti Stiff -contesto besando castamente a su pareja nuevamente.

Ambos se quedaron en la habitación disfrutando de ese momento.

Ya después de la misión de Steve, harían todas las posiciones del camasutra, al derecho y al revés (ya que se lo habían aprendido) e inventarían unas nuevas, para más placer y comodidad, a palabras de Tony.

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Epílogo de la historia. Espero que les haya gustado tanto como a mí escribiéndolo.

Si es así los leeré en los comentarios.

Jimmy 🦄

Cinco cosas que exitan a Steve Rogers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora