Quinta: después del festival cultural

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Darlin' you got to let me know
Should I stay or should I go?
If you say that you are mine
I'll be here 'til the end of time
So you got to let me know
Should I stay or should I go?

Should I Stay or Should I Go, The Clash

***

El festival cultural es un respiro para todo el mundo. Ochako puede concentrarse en una multitud de cosas buenas y diferentes y recordar que ser una heroína no tiene que ver únicamente con la tragedia sino también con hacer sonreír. Incluso Bakugo —puede observar— se lo toma muy en serio. Ochako se distrae viéndolo una vez en un ensayo.

Cada vez se le dificulta más enterrar esas miradas para la Ochako del futuro. Miradas que recorren la actitud en apariencia malhumorada de Katsuki al mover las baquetas, la manera en la que su pie pisa el pedal. Guarda esos momentos en ese espacio entre el corazón y el estómago, pero el cuerpo le arde de tanto escondérselos a sí misma, pretendiendo que no existen. Da respingos cada que se descubre a sí misma atraída, como un imán, hacia Bakugo.

Descubre su faceta calmada y tranquila —que ya sabía que existía, porque más de una vez lo ha con el ceño fruncido—, esa que existe entre grito y grito, los ruidos de sus cuerdas vocales. Observa con mucha más atención cómo se mueve y por qué. La manera en la que camina y en cómo siempre trae las manos escondidas. En las bolsas de los pantalones, usualmente. Como toca las cosas con cuidado —ese mismo que no tiene al pelear— y como cocina con calma. Hace un curry delicioso y a veces, cuando observa que aún no ha cenado, prepara tres platos y le deja uno en la mesa, sin una nota, pero Ochako sabe que es para ella.

Lo ve en el festival, solemnemente arreglado —aunque con la camiseta que Kaminari le pone encima, por la fuerza— porque todo se lo toma demasiado en serio. Ochako no puede saber qué es lo que pasa por su mente con ese festival —que para muchos es sólo la oportunidad de divertirse—; quizá tiene que ver con demostrarle a la escuela que la clase 1-A es mucho más que la clase problema —y puede aplastarlos en circunstancias completamente diferentes a las de un combate— o que él es mucho más que el adolescente encadenado y furioso del festival deportivo —aunque la segunda apreciación quizá le importa poco, corrige Ochako después, porque nunca lo ha visto preocuparse por lo que otra persona piense de él—. Quién sabe.

El caso es que lo observa.

Así, piensa en una estrategia. Se da el tiempo necesario. La última vez lo decepcionó a él y se decepcionó a sí misma. Por imprudente, por furiosa, por no ser capaz de mantener la cabeza fría y atacar con las emociones y no con la racionalidad.

No que las emociones estén mal.

Usualmente esas mueven al heroísmo —aunque también otro tipo de ambiciones, Ochako y su cartera lo saben perfectamente.

Pero al pelear debe tener el corazón en el lado correcto y la cabeza fría, para sobrevivir, para salvar a la gente, para ganar. Cuando se trata de Bakugo, lo último es lo más importante.

Quiere ganarle.

Erguirse alta y, aunque sea por un momento, mejor que él. Quiere la certeza de que caminan sendas iguales, a la misma altura, al mismo ritmo. De repente ya no es sólo cuestión de revancha, sino de saber que nadie la separa de él. La no-certeza —incertidumbre— hace que algo dentro de ella tiembla. Así que también por eso sus ojos no lo dejan ni un momento. Preguntándose cómo ganarle. Hasta que poco a poco, va a armando una estrategia que se cimienta dentro de ella cuando lo ve en la carrera de obstáculos del festival.

Luego, deja pasar unos días, practica un poco antes de acercarse a Aizawa para pedirle el permiso.

«Que no se te vuelva una fijación», le dice cuando se lo entrega. «Tienes más cosas en las que entrenar».

Bakugo vs Uraraka [Kacchako] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora