Empieza el sueño

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Tras horas de vuelo, por fin estaba en Austin.

- Corred, quiero ver el circuito.

- Tranquila, ahora llegamos.

- Que impaciente es tu hija Santi -dijo Carlos entre risas-. ¿A quién se parecerá? -ironizó.

- Dejad de parlotear y vamos -se quejaba Leticia a lo lejos.

- Ya vamos. Ya vamos -respondieron todos al unísono.

Una vez en el circuito, Leticia se quedó con la boca abierta.

- Es todo tan diferente a como me lo imaginaba... -pensaba Leticia sin perder cada detalle de lo que sucedía a su alrededor.

- Vamos cielo. Tenemos que dejar las cosas y luego vamos al box. Marc nos espera allí.

- Pero yo no soy parte del equipo y no quiero molestar.

- Sé que es raro que estés por allí mientras nosotros estamos trabajando, pero Marc se ha empeñado porque dice que te pueden atropellar con una de las scooters y no hay manera de que cambie de opinión.

¡Oh Dios mío! Marc me quiere controlar como hace siempre. Cuando voy a Cervera a verle con papá también hace lo mismo. He ido cuatro veces y todavía no conozco el pueblo. ¿Qué le pasa conmigo?

- ¿En qué piensas preciosa? -le preguntó Fabio Quartararo.

- ¡Qué susto!

- Perdón. No era mi intención asustarte.

- No pasa nada. Estaba distraída.

- ¿A dónde vas?

- Al box del equipo Honda -dijo Leticia apenada.

- ¿No quieres ir?

- No. Me siento controlada si estoy allí, pero no tengo otra opción.

- Ven a dar una vuelta conmigo por la pista. Así te la puedo enseñar.

- ¿De verdad? Gracias.

- No me las des y vamos. ¿Prefieres que te la enseñe andando o vamos en moto?

- No vine hasta aquí para veros andar. Vamos en moto.

Dieron una vuelta al circuito en la que Fabio le explicó como iba la moto en cada curva y a que velocidad. Era increíble la velocidad que alcanzaba aunque solo fuese una Moto3.

- Gracias por enseñarme el circuito. Es precioso. Y por explicarme lo que hacéis. Desde casa parece mucho más fácil.

- Da nada -le dio un beso.

- ¿Te puedo pedir un favor más?

- Claro.

- ¿Sabes dónde está el box de Marc?

- Te acompaño. Emilio debe estar con él y lo necesito.

Por el camino fueron hablando de las cosas que tienen en común y, a pesar de que Fabio era dos años menor que ella, eran muchas cosas en las que coincidían. Se intercambiaron los números de teléfono antes de llegar al box para quedar algún día.

En el box todos estaban muy nerviosos porque no podían encontrar a Leticia. Cuando la vieron entrar, todos soltaron un suspiro de alivio.

- ¿Dónde te habías metido? Estaba muy preocupado -dijo Santi al abrazarla.

- Me despisté un momento y, cuando me di cuenta, ya no estabais. Menos mal que Fabio se acercó y, bueno, estuvimos un rato juntos.

Leticia no se dio cuenta de que Marc había entrado justo en el momento que en que acababa de mencionar a su nuevo amigo.

- ¿Cómo que un rato juntos? -preguntó Marc exigiendo saberlo todo.

- ¿Y a ti qué más te da? Pero te lo contaré. Me perdí y Fabio se acercó para hablarme. Gracias a eso dimos una vuelta por el circuito. Es impresionante. Luego, simplemente, hablamos de motos y demás.

- Emilio, te necesito en el box -dijo de repente Fabio.

- Claro, vamos.

Tras la salida de Emilio y Fabio, todos se pusieron a trabajar y Leticia se quedó mirando las cuatro Honda oficiales, especialmente las de Marc, que era en las que su padre trabajaba.

El jefe de papá (EJDP1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora