Siguen las confidencias

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En ese momento, Marc se arrodilla dejándome con la boca abierta.

- Leticia, mi princesa, ¿quieres vivir conmigo?

- Sí -contesto sin pensármelo dos veces.

Marc saca una cajita de su bolsillo y me la tiende.

- Ábrela -la abro y, dentro de ella, hay un juego de llaves-. Son las llaves de nuestra nueva casa. Es justo la de enfrente.

- Gracias Marc. Te amo -digo llorando.

Después de las emociones de la tarde, nos encontramos todos en el aeropuerto a punto de embarcar rumbo hacia Cervera. Marc se separa de mi lado para acercarse un momento a Pablo.

- Ahora vuelvo -me dice antes de alejarse.

- ¿Por qué no esperas a que tenga la colección delante?

- Solo le voy a decir que tengo una sorpresa para él.

- Le encantará verla. Cuando nos conocimos y le presenté a mi padre se murió de celos porque te podría conocer.

- Pues ahora él también me conoce.

Marc se va junto a Pablo en el momento en el que Valeria se acerca a mí.

- No me puedo creer que vaya a conocer a Alex Márquez.

- Tampoco es para tanto. Es un chico normal.

- ¿Normal? Tú pasas mucho tiempo con él y ya te has acostumbrado a su vida de lujos.

- No tienen una vida de lujos. Viven en un pueblo como la gente normal.

- Eso ya lo veremos -me contesta fingiendo estar enfadada.

- Lo sé. Y me tendrás que dar la razón -digo siguiéndole el juego.

Marc vuelve a mi lado dejando a Pablo con cara de impaciencia y pensando en que podría ser lo que mi novio le tenía preparado.

Ya en el avión, nos colocamos de tres en tres. Marc, papá y yo; mamá, Valeria y Laura y Pablo, Alex y mi primo Rodri.

- Peque, yo quería sentarme contigo -me dice Rodri haciendo un puchero.

- Ven. Te cambio el sitio.

- Gracias tío. Te quiero -mi primo podía ser muy dramático si se lo proponía.

- ¿Ya estás contento?

- Sí. Ya tengo a mi peque a mi lado.

Marc mira divertido la escena que estamos protagonizando los dos primos.

- El viaje no es muy largo, pero podríais relajaros un poco.

- Tienes razón. Rodri, a descansar -le digo a mi primo.

Como Marc dijo, el viaje fue corto y, enseguida, llegamos a Cervera.

- ¡Cuñadita! Cuantas ganas tenía de verte -me abraza-. Hola hermanito. Espero que hayas cuidado bien de ella.

- A partir de ahora la cuidaré todos los días. ¡Nos vamos a vivir juntos! -proclama el loco de mi novio con una sonrisa en los labios.

Todos nos felicitan por la noticia, aunque mis padres están un poco tristes ante la idea de que me vaya a ir de casa. En un momento, me los llevo un poco alejados del resto para poder hablar con ellos y tranquilizarlos un poco.

- Papá, mamá, no os preocupéis.

- Es que te vas y no te veremos en mucho tiempo.

- ¿Es solo por eso? Marc ha comprado la casa que está enfrente de la nuestra. Estaremos muy cerca y nos veremos todos los días. Y tú papá, podrás trabajar con Marc más a menudo.

- Entonces, no será un gran cambio para nosotros. Solo para ti -dice mi padre.

- Sí. Tengo muchas ganas de vivir con Marc. Vamos, creo que nos están esperando.

Voy hacia Marc que me coge de la mano. Paseamos mientras caminamos por las calles de Cervera, que conozco más o menos, hasta parar delante de la pensión en la que nos alojaremos. Camino hacia la entrada siguiendo a mis amigos y familia hasta que Marc me agarra del brazo deteniéndome.

- A ti no te han reservado habitación.

- ¿Por qué?

- Porque tú vas a dormir conmigo en mi habitación.

Me sonrojo en cuanto lo dice. Había estado muchas veces en la habitación de Marc jugando con sus peluches cuando era más pequeña, pero ahora no iba a entrar en esa habitación para jugar.

- ¿En qué estás pensando?

- En que todas las veces que he entrado en tu habitación antes han sido para jugar.

- Podemos jugar si quieres.

- ¿Con los peluches?

- No precisamente con los peluches. Además de que ya no están en la habitación.

En ese momento siento como mi cara se pone roja mientras Marc me mira con una sonrisa pervertida y después me abraza.

- ¿Qué me dices? ¿Jugamos?

- Habrá gente en casa.

- Les invitamos a cenar y dices que no te encuentras bien. Y así, tú y yo nos vamos antes a casa para estar un rato solos.

- ¿Lo tenías ya planeado?

- Puede. ¿Qué me dices?

- Juguemos.

Una vez que todos estuvimos instalados, todo quisimos conocer Cervera.

- Yo quiero pasar tiempo con Leticia. Yo le enseño Cervera.

- Como quieras hermanito. Cuñadita, llámame si te hace algo -me dice Alex.

- No te preocupes. Estaré bien.

Marc me enseña Cervera entera. Pero, el último lugar al que me llevó, me dijó sin palabras.

- Este lugar es tan perfecto. No le falta nada.

- Ahora sí que no le falta nada -Marc hace una pausa-. Ahora tú estás aquí.

- Gracias.

- Este es mi lugar especial. A partir de ahora, el nuestro.

- ¡Oh Marc! Es tan romántico.

Nos fundimos en un beso largo y apasionado que ninguno de los dos quería que terminase. Pero nuestros pulmones necesitaban aire y, nosotros, volver a casa.

El jefe de papá (EJDP1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora