Estás preciosa

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Ya han pasado tres meses y esta semana es el Gran Premio de Valencia.

- Mañana vienen Lau y Pol para acompañarnos a la ecografía.

- Sí. A ver si sabemos que son -Marc me da un beso en la mejilla.

- Yo quiero un niño.

- Yo una niña. Mi Isel.

- Pues ni para ti ni para mí. Un niño y una niña.

- Es genial. Una niña para papá y un niño para mamá.

- ¡Oh Marc! Suena como de ensueño.

- Sí que suena perfecto. ¿Vamos a por el carrito?

- Sí mi amor. Pero que sea rojo.

- ¿Es que existen más colores?

Salimos de casa de la mano porque Marc quiere pasear.

- Marc, si vamos a comprar el carrito, ¿no será mejor ir en el coche?

- Va a ser lo mejor. Así no te cansas de andar.

- Estoy gorda. Me voy a cansar igualmente -le digo riéndome.

- No estás gorda. Estás preciosa.

- Eres tú que me ves así.

- Entonces tendrás que verte con mis ojos.

- A veces te pones de un romántico...

- Te lo mereces.

Marc aparca el coche y me ayuda a bajar. Me empieza a costar hacerlo yo sola.

- ¿A qué tienda vamos?

- A aquella de la esquina. Tienen muchos carritos para dos bebés -le digo.

- Pues vamos princesa.

Entramos en la acogedora tienda y una de las dependientas reconoce a Marc enseguida. La misma que se acerca a ayudarnos, según ella.

- Hola. ¿Puedo ayudarles? ¡Oh! ¿Tú eres Marc Márquez? -pregunta como si no lo supiese.

- Bueno... -mi marido no puede estar más incómodo, pero no se puede negar a los fans-. Sí, soy yo.

- ¿Necesitan algo?

- Buscamos un carrito para nuestros mellizos -digo dándole la mano a Marc y con la otra me toco el vientre.

- Claro. Síganme -la chica se corta un poco con Marc.

- Gracias princesa -me susurra Marc.

Después de comprar el carrito que más nos gusta, volvemos a casa.

- Lo voy a montar.

- Marc. Faltan cinco meses para que lleguen los bebés.

- Pues mañana vamos a comprar las cunas.

- Como quieras mi amor.

Al día siguiente

- Pol, deja de tocarme y vámonos.

- Perdón. Es que cada vez que te veo, los bebés han crecido más.

- ¿Me estás llamando gorda? -pregunto falsamente ofendida.

- Uy las hormonas...

- Es broma. Pero sí, cada vez estoy más gorda. En fin, vámonos.

Marc no lleva en su coche y me ayuda a bajar antes de ir directos a la sala de espera.

- Señorita Hernández.

- Sí. Ya voy.

El doctor vuelve a echarme el gel sobre el vientre y mis bebés aparecen en la pantalla.

- Bueno señor Márquez, señorita Hernández, van a ser padres de un niño y una niña.

- ¡Qué buena noticia!

- La mejor que nos podían dar -contesto a Marc.

- Pol, vamos a ser tíos de una parejita. ¡Qué feliz soy!

- Ya Lau cielo. Ni que fueses tú la embarazada.

Mi amiga y yo miramos a Pol preguntando con la mirada si cabía la posibilidad de que hubiese un pequeño Espargaró. Marc solo se limita a mirarnos a todos expectante.

- ¡NO! Ahora con los de Marc al paddock le llega. Además, prefiero que el siguiente sea el francesito de Quartararo.

- ¿Un bebé de Fabio y Diana? Me gusta, pero los míos van a ser más guapos.

- Marc, eso será hasta que yo tenga uno.

- Pol, soñar es gratis -le digo para picarlo un poco.

- Cierto pequeña, es gratis -se ríe.

El doctor nos da la ecografía y volvemos a casa.

- Luego vamos a por las cunas.

- Nosotros os las regalamos.

- No hace falta Pol. Ya las compramos nosotros.

- No nos convences Marc. Pol y yo las pagamos.

- Pues nada. Ya tienen regalo. Vamos a comer.

- Sí, por favor -digo hambrienta.

Después de comer y descansar un poco, vamos a comprar las cunas.

- ¡Qué sorpresa verles de nuevo! -no me puedo creer que sea la misma dependienta que ayer.

Esta vez va a por Pol y la cara de mi amiga es épica.

- Queremos unas cunas -dice Marc.

- ¿De niño o niña?

- Una de cada -responde Marc antes de que me de tiempo a preguntar que diferencia hay si solo es un mueble de madera.

- Las de niña están a la derecha y las de niño a la izquierda.

- Gracias -dice Laura con cara de pocos amigos.

- Vosotros id a por la cuna de Joel y nosotras nos encargamos de la de Isel.

- Hecho.

Los chicos se van por su lado. Nosotras nos paramos en todas las cunas. No llevamos ni la mitad cuando nuestros hombres vuelven.

- Joel ya tiene donde dormir.

- Sí. A Marc le ha gustado una y ha cogido un juego de sábanas rojo.

- Pues la de Isel va a ser igual, pero con las sábanas en naranja porque lo dice su tita.

Escogemos la cuna de mi niña. Es igual que la de su hermanito, solo que una lleva tallada una princesa y la otra un príncipe. Pol se fue corriendo a la caja para que Marc no pagara las cunas. Perecen dos niños.

Llevamos la compra a casa y, al llegar, no puedo evitar subir a la habitacíón de mis bebés.

- ¿Las montamos? Así te haces una idea -pregunta Pol.

- ¿Te parece bien?

- Como queráis. ¿No estáis cansados?

- No. Ve a descansar en lo que trabajamos un poco.

- Vale Pol. Que Marc no te mande mucho -lo último se lo digo en un susurro.

El jefe de papá (EJDP1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora