En donde cinco mejores amigas son conocidas por tener la peor reputación en todo el pueblo. Solo se tenían la una a la otra y era todo lo que necesitaban para ser felices... Hasta que unos chicos entraron a sus vidas para cambiarla por completo y ah...
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Millie.
—¿Te sientes mejor?
Fue lo primero que escuché mientras trataba de asimilar en donde estaba, qué había pasado y como había llegado aquí en el momento de abrir mis ojos.
—¿Estas bien?
Finn Wolfhard estaba a unos metros frente a mi, observándome con mucho cuidado y como si de un pequeño perro indefenso me tratase.
—Sí. ¿En donde estamos?
—Te traje al cuarto de televisión, era el lugar más cercano que tenía un sofá— comentó alejándose unos pasos de mi para apoyarse en la pared.
Yo me removí incómoda en el lugar y cuando traté de pararme, un gran dolor de cabeza me invadió. Me volví a acomodar en el sofá para no pasar alguna vergüenza como caerme.
—Debe ser por el golpe... aquí tienes, traje esto para tu nariz— él me pasó una toalla envuelta con hielo y yo la tomé, colocándola en mi nariz.
—Gracias... ¿yo... te vomité los zapatos? porque la verdad no puedo distinguir si en realidad pasó o fue un sueño— él soltó una pequeña risa.
—Para mi mala suerte, si sucedió pero no te preocupes, tomé unos de Caleb— yo asentí tratando de evitar su mirada.
—Claro, lo siento.
—¿Por qué estabas por estos pasillos? probablemente no te hubiera golpeado con la puerta si no hubieras venido por aquí.
—Estaba buscando a mis amigas y la próxima vez, tú deberías fijarte mejor— dije recostando mi cabeza en el sofá.
—No fue mi culpa...
—Claro que si...
—No lo creo...
—Si lo fue.
—No lo fue.
—Mierda... ¿qué hora es?— pregunté mirándolo.
Él sacó su celular del bolsillo de su pantalón y lo miró.