La hora cero

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Hago un último esfuerzo antes de venirme dando un rugido. Inmediatamente me levanto para arrojar el profiláctico al tacho de basura y es ahí cuando un picor en la espalda me indica que efectivamente la rubia me arañó cuando se corrió. Giro a verla, está desnuda sobre las desordenadas sábanas respirando agitadamente, me le uno en un santiamén y aprovecha para colocarse de lado, subir una de sus piernas sobre las mías, recostar su cara en mi pecho y jugar perezosamente con mi pectoral. Por increíble que parezca, este tipo de intimidad no me molesta, al contrario, resulta agradable su compañía luego de estar horas quebrándome la cabeza ideando diferentes estrategias para capturar a esos rufianes y no morir en el intento. «ni ningún miembro del escuadrón»

-La próxima semana celebramos el día del Santo Patrono. La villa se torna colorida y escandalosa, habrá lo típico de cualquier carnaval, y ¿me preguntaba si te gustaría acompañarme al baile de medianoche?

«Esa festividad ha llegado como un jodido milagro»-¿Qué día es exactamente?

-Jueves, ¡Verás que es muy divertido!, habrá ruedas, pirotecnia y en el baile se cobra una entrada y el dinero recaudado es a beneficio, creo que este año va dirigido al cuerpo de bomberos...-«Me levanto sin prestar atención a lo que dice y me pongo la ropa rápidamente porque no tengo tiempo que perder.»-¿Te vas?

-Sí. Recordé algo que debo hacer y no puedo posponer.

-¿Pero está por amanecer?, que te cuesta quedarte un poco más y lo haces en unas horas... ¿O es que acaso te vas porque no quieres darme una negativa?

-De verdad lo siento, pero debo irme. Y respondiendo a tu pregunta, no se me da lo de bailar. Tengo dos pies izquierdo y lo único que haría es agriarte la noche con mi nulo sentido del humor y aburrimiento.

Y me marché con una simple despedida. No fui a darle un beso, no le prometí lo que no cumpliría ni susurré una trillada frase de Don Juan de pacotilla al oído. Sencillamente tomé mis cosas y salí.

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Tres días después

Han pasado cerca de setenta y dos horas desde que me enteré del festival. Me vine inmediatamente al cuartel a planear posibles estrategias para atrapar a esos asesinos asueldo. He dormido poco, no me he bañado ni afeitado, a duras penas descanso treinta minutos e ingiero algún alimento para no desfallecer y vuelvo al ruedo.

El jueves es perfecto para ejecutar el allanamiento. Los aldeanos en su mayoría estarán reunidos en la plazoleta, lo que hace más fácil centralizar el operativo para resguardarlos mientras nos internamos en las dunas que cubren su guarida.

He solicitado a los mejores hombres de ambas aldeas para esta tarea. Mis camaradas vienen en camino, la operación está a mi cargo y el segundo al mando es un experimentado agente de mi tierra.

Escucho mi teléfono sonar,-«¡No puede ser que sea ella otra vez!»-Tengo varias llamadas perdidas y mensajes tanto de audio como de texto de su parte. Nada me costaba responderle, pero la verdad es que no quería hacerlo. No le debo explicaciones y siendo sincero no estoy de ánimos para soportar reclamos de una mujer a la que ni me va ni me viene si se enfada, por lo que agarré mi móvil para buscar su contacto y vaciar la bandeja de entrada de mensajería sin siquiera meditarlo o tomarme el tiempo para leer o escuchar uno sólo. Lo único que quiero es apresar esos infames y hacerlos pagar por todo lo que han hecho.-¿A que hora estará arribando el helicóptero con el resto del equipo?-pregunté sin dejar de revisar unos papeles porque se bien quién está tras de mí.

-Cerca de las ventiuna horas. Estuve leyendo todo lo referente a tu plan, veo que pensaste hasta el último detalle, ¿Cuándo piensas llevarlo a cabo?

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2021 ⏰

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El corazón perdido del CiervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora