Hágalo usted mismo

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Dicen que las pesadillas habitan en todos nosotros, demonios internos que guardamos con gran recelo y con miedo de salir al mundo exterior. Inseguridades, celos, envidias, pensamientos no resanados se almacenan mientras crecemos y se van convirtiendo en parte de nuestro recelo de adultos, nuestra existencia en el mundo real cómo le llaman.

La cuestión consiste en... ¿Qué tanto dejamos que estas pesadillas sean el control de nuestra vida? ¿Podremos mostrar lo que somos sin temor a ser juzgados? Realmente no estoy seguro de si esto es verdad o no, pero de algo si se la verdad y es que cuando uno se convence a si mismo de dejar todo miedo atrás los demás le seguirán sin detenerse.

Yo no respondí la pregunta, ese fue Juan Carlos cuándo cursábamos la preparatoria cuando todos teníamos sueños y aspiraciones, deseos, pasiones y ser alguien en la vida. Juan Carlos fue el primero en darse cuenta de que muy poco de esta vida es realmente importante cuando creces, quizá sus deseos le ganaron pero no importo, nos dejó una filosofía que nadie dejo pasar durante aquel último curso que sin duda quedó en la memoria de toda la ciudad.

Durante aquel año, Juan Carlos, chico popular, caucásico, de cabello castaño, abdominales trabajados y con un auto más o menos decente, salía con la clásica chica popular de la escuela. Buen cuerpo, cabellos realmente rubios, ojos verdes, padres un poco poderosos que enserio creían en la educación pública, toda una chica de ensueño, la pareja de la envidia.

Nadie podía dudar que realmente se amaban, siempre estaban juntos dentro y fuera de la escuela, se daban regalos, reían todo el tiempo, siempre presentes en las actividades escolares de uno y del otro. Por eso todo el mundo quedó anonadado cuándo dijeron que la novia de Juan Carlos había muerto en un extraño accidente casero.

Su padre tenía una podadora que usaba para arreglar el jardín, un día había dejado la podadora en una mesa en la cochera para poder repararla durante su día de descanso. Jackie cómo se llamaba la chica pasaba por ahí, la podadora se encendió y andando sobre la mesa fue a pasarle sobre la cabeza rapándole el cuero cabelludo y destrozando al menos la mitad de su rostro y cráneo antes de que su padre detuviera la masacre.

Fue horrible según dijeron las autoridades, las paredes de la cochera quedaron bañadas en sangre, su perro que regresaba del paseó vespertino con la hermana menor de Jackie olio los sesos embarrados en el portón y comenzó a lamberlos mientras la pobre adolescente vomitaba sin poder contener el llanto. Sólo Juan Carlos parecía indiferente a la muerte de Jackie como si aquel hecho fuera lo de menos que pudiera sucederle al amor de su vida por eso fue bastante sorprendente cuando a los dos meses del incidente Juan Carlos comenzó a salir con otra chica de nuestra clase llamada Paloma.

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Karen era una chica de la clase bastante problemática, alta, la más alta de todas las de la clase, de cabellos negros y mirar bastante rudo que intimidaba a todos en el salón, pocos se atrevían a hacerle frente por temor a lo que pudiera hacerles. Era bien sabida su fama de ser una posible delincuente por las calles circundantes a la escuela y ser acorralado por veinte matonas a la salida no era algo que estuviera en tu lista de cosas por hacer antes de la preparatoria.

Por ello cuándo Jesús, un chico de su misma clase terminó con ella el terror en las aulas se hizo presente, todos estábamos preocupados por lo que aquella matoncilla de barrio pudiera hacer a la nueva chica que se convirtió en la novia de Jesús tiempo después de su ruptura. Cómo si Chuy, cómo le llamaban los amigos, estuviera retando a aquella violenta mujer a causar estragos donde sea, después de todo su única respuesta al rompimiento fue "que no eran compatibles"

Sin embargo, fuera de la escuela se murmuraba la falta de encanto de Karen en la cama para con Chuy cómo uno de los motivos de su ruptura, su ser tosco, agresivo y rudo no era para Chuy pues cómo casi todos los chicos a esa edad, barbajanes en secreto algunos y otros no tanto buscaban una dulce chica a la que pudieran mandar en todos los sentidos. Así se veía Flor una pequeña y esbelta chica de la misma clase, risueña con ojos de muñeca y un mirar un tanto melancólico cómo si cualquier día fuera a romperse, toda una adquisición en comparación la tan malandra y aterradora Karen.

Las preocupaciones por la seguridad de Flor fueron disminuyendo conforme pasaba el tiempo, parecía que Karen ignorante de la relación se conformaba con perseguir vándalos que esperaba por ella todas las noches al salir de la escuela. Con la sanada tranquilidad, Chuy se vio más animado a salir de la escuela de la mano de Flor y darle pequeños regalos públicos en sus aniversarios de mes y fechas especiales.

Un día de tantos, pasadas estas situaciones en la escuela, llegaron a la clase un par de chicas bastante misteriosas pues la maestra a duras penas pudo descifrar la nota que la secretaria le había mandado presentando a las nuevas estudiantes. Lara y Karina se llamaban aquellas jóvenes demasiado grandes para ser estudiantes de preparatoria y que además cual si fuera fiel asistente, víctima y seguidor un joven de baja estatura, de aspecto patético y enfermizo se presentó con ellas, se llamaba Javier.

Durante los recesos aquellas dos amigas no parecían despagarse, ni en clases, ni en prácticas ni en ningún evento dentro o fuera de la escuela, casi podíamos asegurar que vivían juntas. Conforme notábamos su rutina también pudimos reparar en su aspecto y en el curioso tatuaje que rodaba el tobillo de amabas chicas, una frase en letra gótica que leía "nada ni nadie en este mundo nos va a separar" cómo si aquella promesa fuera a tener efecto en que cada cosa que hicieran tanto en esta cómo en la otra vida.

De poco hubiera servido decir a las autoridades las extrañas cosas que sucedían pero algo en mi mente parecía revisar los patrones demasiado coincidentes para ser hechos aislados, mi nombre es Kiuvi, lo sé, es extraño, pero mis padres dos seudo intelectuales de la cultura pop no pensaran lo mismo quizá de no haberme envuelto la cabeza en tantas historias policiales la historia sería diferente.

No lo sé, aún había muchos misterios por resolver y aquellos seis personajes eran apenas la punta del icerbeg de algo que yo jamás imaginaria ni en mis más perversos sueños pues cómo ya he dicho todos tenemos la fosa de los secretos y sólo necesitamos un pequeño fosforó para que la pira de pesadillas y demonios arda en un el fuego de la rabia, el odio, el caos y la destrucción. 

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