Nine lives, bitch HARCO

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La segunda noche Draco despertó asustado debido a un ruido de canicas o algo esférico rodando justo encima de su cabeza, tomando coraje de donde no tenía abrió la habitación del ático que se suponía era en donde se producía el ruido, casi aferrándose a su linterna subió las escaleras apuntando al suelo en donde pisaba, pero no halló nada, ni ratas, ni una ventana abierta y eso le estremeció, allí arriba el ruido extraño no se producía, como buen hombre de ciencia bajó las escaleras convencido de que todo estaba en su imaginación, sin embargo, luego de dos minutos con la cabeza pegada a su almohada el ruido se reprodujo cercano, casi como un susurro, sus párpados se pegaron cerrándose fuertemente, pero por mucho que intentó no pudo dormir, eran ya las tres en punto de la madrugada cuando dicho chirrido se detuvo, todo el ambiente lúgubre desapareció y al fin pudo dormir.

Apurado como estaba no notó cierto dolor lacerante en su pierna derecha; su día transcurrió con normalidad, las típicas citas con clientes, los típicos coqueteos de las secretarias, el almuerzo aburrido y para finalizar, la típica cena con sus amigos de colegio, todo era tan monótono... por un breve instante deseó tener una chispa de esperanza en su vida, ni él mismo sabía lo que "quería".

Al anochecer tomó un baño relajante, era obvio para él que sus alucinaciones se debían al cansancio mental que lo desgastaba a diario, como un veneno lento que le quitaba el color de la vida, ya bañado y perfumado se metió entre sus sábanas suaves, sus piernas desnudas se acariciaban entre sí produciendo calor, solo entonces sintió un dolor evidente, asustado encendió la luz de sus lámpara, en su delicada piel se extendía un moretón justo a la altura de sus pantorrillas de color morado, verde y un poco de azul, era imposible dicha combinación, para el tamaño del golpe los colores eran inapropiados. 

Un tanto asustado intentó masajear la zona, sin embargo el dolor punzante paró todo esfuerzo

- No la quitarás nunca, eso te lo aseguro - frente a ese susurro su cuerpo se congeló, esta vez era evidente que no era una alucinación... aquello pasaba realmente.